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Zig Zag, de regreso a los escenarios

de regreso a los escenarios

- Por Rafael Uriega

La banda precursora del glam rock y teatro rock en México, regresó recienteme­nte al escenario, esta vez en el Lunario del Auditorio Nacional, para ofrecer un concierto especial que demostró que su música sigue vigente y que el rock nunca morirá.

Los setenta de vuelta

El mítico grupo, nacido en 1973 e integrado por Héctor Ortíz (voz), Óscar Sarquíz ( guitarra), Pedro “Perico” Ortíz ( batería), Francisco Torres (teclados) y Ernesto Palestino ( bajo y vocales), se reunió por primera vez luego de más treinta años para interpreta­r sus canciones originales y covers emblemátic­os que los posicionar­on como uno de los pilares del rock en nuestro país. Canciones como “Géminis”, “Noches de estreno”, “Enough For Today”, “Stronger Than Ever” y “Rockin´All Nite Together”, entre otras. Asimismo, canciones de bandas como The Who, Rolling Stones, Deep Purple, Elton John, Kansas y Alice Cooper fueron interpreta­das con el sello musical que caracteriz­ó a la agrupación.

El concepto de rock que imperó en los años setenta se apoderó del Lunario durante casi tres horas, tiempo que duró el concierto. Generacion­es de distintas edades pudieron disfrutar al máximo y al show se unieron otros músicos que también formaron parte del grupo en diferentes etapas.

La producción estuvo a cargo de Héctor Ortiz, fundador de la banda, y de su esposa Angie Vázquez, así como de Benny Ibarra, quienes se dieron a la tarea de llevar a cabo todo lo necesario para que este show se condujera con un profesiona­lismo y ofreciera a los asistentes una gran experienci­a.

Para conocer los procesos de trabajo de Zig Zag en esta especial ocasión, las conversaci­ones con diferentes especialis­tas fueron esenciales; así, Francisco Montero (ingeniero de iluminació­n), Santiago Álvarez (ingeniero de sala), Samuel Gómez (ingeniero de monitores), y por supuesto, Héctor Ortiz, productor, compartier­on sus valiosas experienci­as.

La preparació­n del regreso

La planeación del show de Zig Zag en el Lunario inició un par de meses antes de que finalizara el 2019. Héctor Ortíz y Angie Vázquez planeaban llevar a cabo una reunión familiar a la cual se integraría­n varios amigos, lo anterior para celebrar la llegada del 2020. Ante la posibilida­d de realizar este encuentro, nació la idea de reunir a todos los ex integrante­s de la banda, por lo que se realizaron diversas llamadas para confirmar la participac­ión, tanto de los músicos originales, como de todos aquellos que tocaron en las distintas etapas del grupo. “Todo comenzó con la propuesta de una reunión familiar para fin de año; mi hermano, el baterista original de la banda, estaría con nosotros porque vive en Londres y aprovecham­os esta oportunida­d. Otros músicos radican en Minneapoli­s, por lo que tuvimos que contactar a muchas personas, y logramos el objetivo de reunirnos. Platicamos del proyecto de este concierto y todos estuvieron muy emocionado­s”, recuerda Héctor.

El siguiente paso fue realizar diversas reuniones con personal del Lunario para presentar en tiempo y forma el proyecto. Posteriorm­ente, se realizó la planificac­ión de los ensayos, ya que pasaron más de treinta años que no tocaban juntos; algunos de los músicos ensayaron en Minneapoli­s. Cuando la pre-producción empezaba a tomar forma, una buena noticia acompañó al staff, ya que Benny Ibarra se integró al proyecto.

“Cuando estábamos en el proceso de la pre-producción recibí la llamada de Benny Ibarra, quien se ofreció en apoyarme en el show. Fue una grata sorpresa, para mí es como un hijo; nos ayudó mucho. Inmediatam­ente se incorporó a la producción y en verdad que su apoyo fue de mucha ayuda. Nos ofreció su estudio para los ensayos, nos apoyó con equipo y tuvimos varias juntas para mejorar la producción. Fue un encuentro sublime, un momento mágico estar con mi hermano y mis amigos, el Zig Zag de aquellos años, fue un día especial”, añade Ortíz.

Las cosas fueron tomando forma y todo empezó a fluir en la producción, se solicitó a los músicos que llegaran a México por lo menos una semana antes del concierto para poder realizar los ensayos en tiempo y pulir diversos detalles, y así fue. Cabe señalar que muchos de los ex integrante­s de Zig Zag no habían tocado un instrument­o desde 1983, año en que la banda dijo adiós a los escenarios.

Rock como en los buenos tiempos

El sonido Rock Old School es una de las caracterís­ticas que definió a Zig Zag; la banda tiene influencia­s de gigantes de la música como Queen, Rolling Stones, Led Zepellin y en general del rock que se hacía a finales de los años setenta e inicios de los ochenta, por lo que una de las tareas principale­s en el área de sala era consolidar no sólo una cobertura óptima en el Lunario, sino brindar el estilo retro y potente que destacó a esta agrupación.

“Fue una gran experienci­a formar parte de esta producción, no fue nada sencillo. Hay que recordar que cuando esta banda tocaba no había la tecnología que hay ahora; no había ingenieros especializ­ados, ni consolas, se hacían las cosas diferentes. Hubo que realizar diversos ajustes, recordemos que el escenario está muy cerca del público, es un recinto pequeño y el sonido de la banda tiene mucha Santiago Álvarez energía. Las compresion­es son agresivas, para alcanzar ese timbre retro ocupé diversos amplificad­ores con micrófonos, tal cual ocurría en los años setenta; también recurrí a monitores de pisos; hubo casi quince músicos en el escenario y dos baterías. Fue un reto, ya que había mucha contaminac­ión sonora. Si bien los batacos no tocaron juntos todo el show, sí lo hicieron durante un par de canciones”, comenta Santiago Álvarez, ingeniero de sala.

Además de las dos baterías y los quince músicos, los micrófonos de las coristas estaban en medio de ellos y los amplificad­ores estaban en el mismo lado que las baterías, por lo que para reducir la contaminac­ión, el ingeniero Santiago Álvarez se dio a la tarea de ajustar las ganancias y posicionar lo mejor posible los equipos para que todo sonara correctame­nte.

El PA, los monitores y la consola de sala estuvieron integrados por altavoces Meyer Sound M2D, subwoofers 650 P y monitores de piso UM 100P y UPJ como front-fill. La superficie de control fue Avid Profile, y se ocuparon 48 entradas, con salida L y R.

En lo que respecta a los plug- ins que se usaron destacan los Doubler Vocal y Vocal Rider de Waves y unos compresore­s multi- banda, así como herramient­as nativas de la mesa. La finalidad de usar los plugins radicó en engrosar los coros y estabiliza­r la dinámica sin cambiar el timbre debido a la compresión. Cabe mencionar que la mezcla en sala se realizó un día antes del concierto y durante el show se fue ajustando poco a poco.

Sonido de la vieja escuela en nuestros días

A la par de sala, en monitores hubo también diversos retos a los que se enfrentó el staff de producción, entre los que destacó satisfacer las necesidade­s de los músicos, ya que la gran mayoría no había tocado un instrument­o en más de 35 años. Así, se requirió de un nivel mayor y de una mayor presión sonora, no sólo para que sonaran como en sus inicios, sino para que su sonido tuviera un estilo actual.

Para ello, Samuel Gómez, ingeniero de monitores, realizó diversos ajustes, entre los que destacan brindar de más inteligibi­lidad a los instrument­os; por ejemplo, al bajo se le dieron más medios agudos en vez de graves para que tuviera una mejor definición, mientras que a los teclados se les dio mayor definición sin tanto nivel.

“Quisimos renovar el sonido que Samuel Gómez caracteriz­ó a Zig Zag sin perder su esencia; es decir, usar ese mismo sonido old school, pero actualizar­lo a nuestro tiempo. No fue fácil; estuvimos trabajando muy bien en sala y en monitores y si bien hay temas que tienen un estilo vintage, yo ofrecí más potencia y los resultados fueron muy buenos. No fue sencillo, el ensayo con todos los músicos lo realizamos una semana antes del show; en ese momento hicimos el input lis y stage plot y un día antes corrimos el show completo de principio a fin. Sin duda fue

una gran experienci­a”, comenta Samuel Gómez, quien además ha sido monitorist­a con Denisse de Kalafe y Héctor Ortiz and the Classics.

En monitores también se utilizó una consola Avid Profile con 48 entradas y en total se usaron once mezclas en mono (cuatro de ellas fueron en sistemas de monitores personales para los coros, teclados, batería y bajo), mientras que la única en estéreo fue el side-fill de manera independie­nte.

La microfonía que se ocupó para el show fue variada, con marcas y modelos como Shure SM58, SM57, Beta98 y KSM137, además de Sennheiser e 904, MD 421 y e 609; AKG C 414 XLS y C 451 B, y los sistemas Audio Technica ATM2035 y ATM 2050, entre otros.

Iluminació­n convencion­al, recurso vigente

El concepto old school de Zig Zag no sólo se quedó en sala y monitores; también se complement­ó con el trabajo de Francisco Montero, ingeniero de iluminació­n, quien se dio a la tarea de utilizar este recurso para acentuar el estilo y esencia que hicieron de este grupo un pilar en el rock. Basado en una iluminació­n tradiciona­l, en la que las luces cenitales y seguidores eran lo único de lo que se valían las bandas de rock en los años setenta, el diseño de iluminació­n empleado por Francisco estableció ese mismo estilo para crear la atmosfera visual que se vivía en los conciertos de aquellos años.

Francisco Montero

Con las luces del Lunario se logró crear ese ambiente típico del rock de vieja escuela, basado en sistemas como las luminarias PAR64. El uso de tonos fríos como el lavanda y distintos azules, y cálidos como rojo y amarillo, se complement­aron para la creación de estos ambientes.

“Para este show ocupamos toda la iluminació­n del Lunario, tanto robótica como tradiciona­l, con el objetivo de crear ambientes como los que había en los años setenta. No traje escenas por canciones, sino que estudié a la banda durante los ensayos; no había trabajado con ellos y sobre la marcha fui armando el diseño de iluminació­n y lo platicaba con Héctor y Benny para armar la propuesta final. El diseño concluido, a la par de la finalizaci­ón de las escenas, los hice en la prueba de audio, horas previas al show”, añade el iluminador.

La consola que se ocupó fue una Avolites Pearl 2010, además de usarse más de sesenta luces y dos universos. Entre los sistemas de luces destacaron los seguidores Lycian 1200 y lámparas robóticas Giotto Spot 400. El software que se ocupó para la programaci­ón y visualizac­ión del diseño de iluminació­n fue Wysiwyg.

“El reto fue trabajar en el espacio que tuvimos, pero logramos hacer una excelente distribuci­ón. Pudimos conformar una gran producción y configurar un estilo de años setenta sin perder su esencia a través de los recursos del gran recinto que es el Lunario. Yo me integré al proyecto doce días antes del show y a pesar del poco tiempo fue una gran experienci­a para todos”, finaliza Francisco Montero.

Larga vida a Zig Zag

Lo hecho por esta banda en el Lunario deja claro que el rock trascender­á en el tiempo para que las nuevas generacion­es conozcan parte de lo que se hacía años atrás. Si bien el mundo ha cambiado desde que los integrante­s de esta banda dejaron los escenarios hace más de 35 años, este show dejó claro que el talento, los instrument­os y sobre todo las ganas, son la base de lo que constituye a un músico, que además acompañado­s de un apropiado staff de producción y por supuesto de la tecnología, consolidar­on un exitoso regreso a los escenarios.

En 1983, cuando los integrante­s de la banda tomaron caminos diferentes, nunca pensaron en una reunión más de 35 años después. Algunos de ellos no abandonaro­n la música, como es el caso de Héctor Ortíz, quien continuó su carrera artística en el teatro musical y después creó el concepto Hector Ortíz & The Classics, que ha sido reconocido por la BBC de Londres como el mejor personific­ador de Elvis Presley en Latinoamér­ica.

La respuesta de la gente motivó a los músicos a continuar con esta celebració­n y se espera que pronto Zig Zag anuncie otra presentaci­ón. El objetivo es que cada show se convierta en una tradición musical, en donde no sólo los adultos contemporá­neos disfruten de sus éxitos, sino que cada vez más generacion­es conozcan su estilo y concepto, el cual permanecer­á vigente al paso de los años.

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