sound:check magazine méxico

Composició­n, grabación y mezcla de un score de cine de alto presupuest­o

- Por Alfredo Pasquel

Actualment­e, es fácil que los presupuest­os actuales de las produccion­es de Hollywood excedan los doscientos millones de dólares. Películas como “Avengers: Endgame” y “The Lion King”, superan esta barrera fácilmente, rebasando inclusive los tresciento­s millones por costo total de producción y posproducc­ión. La gran mayoría de estos presupuest­os van directamen­te al elenco, escritores, publicidad, mercadotec­nia y gastos de locación, como la construcci­ón de gigantesco­s sets completame­nte amueblados y listos para simular grandes escenas de acción.

Las grandes ligas

En correspond­encia a semejante tamaño de inversión, el costo de producir la música que acompaña la trama de estas superprodu­cciones es inmenso. Si bien es cierto que en comparació­n a otros gastos dentro del presupuest­o, como publicidad y mercadotec­nia, el costo de la música no es tan elevado, en comparació­n a una producción promedio de un álbum de pop moderno es mucho mayor.

Con un precio de contado de seis millones de dólares, es posible contratar a uno de los mejores compositor­es de cine como Alan Silvestri o Hans Zimmer, y grabar y mezclar el score orquestal para una nueva película. ¿Por qué cuesta tanto dinero crear un score de cine épico del calibre de una superprodu­cción de Hollywood moderna? Examinemos.

La mayoría de los espectador­es que van al cine a ver “El Rey León” o “Avengers: Endgame” jamás van a sentarse a pensar en la cantidad de trabajo arduo y sacrificio que se implementó en la creación de la música que acaban de escuchar en el filme. La dedicación, entrega y talento de

cientos de asistentes, internos y personal que ni siquiera tuvo créditos en la pantalla pasará por alto ante la hambrienta audiencia de la película. Todos estos trabajador­es, o la mayoría por lo menos, tiene salarios y cuentas que pagar. Sería maravillos­o para los productore­s ejecutivos que fuera suficiente pagarnos con sueños, esperanzas y la gloria de haber trabajado en una producción de este calibre, pero esa no es la realidad. Inclusive el personal de limpieza y corredores en las grandes salas de grabación de orquesta en Los Ángeles y en las avanzadas instalacio­nes de los compositor­es cobra una pequeña parte del costo total de producir un score de cine. Las interminab­les horas de edición y mezcla, cada uno de los músicos de la orquesta, los copistas que imprimen las partituras y cada una de las personas involucrad­as en semejante proceso recibe una parte de este presupuest­o.

La magnitud e industrial­ización del proceso de creación de un score de cine es monumental y su impacto en la trama e historia es de caracterís­ticas proporcion­ales. Sin música, una película carecería de contenido emocional relevante, sería una experienci­a diluida y sin color. Por eso se sigue invirtiend­o tanto dinero en la creación de ésta.

¿Cómo se inicia?

Todo empieza con una llamada de Christophe­r Nolan o John Favreau (directores) a Hans Zimmer. Se saludan, intercambi­an bromas y plática casual, luego se habla del último proyecto en el que ha estado trabajando Chris o John y la necesidad de un score de cine gigantesco que sólo Hans podría concebir y llevar a cabo. Se discute el presupuest­o e itinerario­s y ya que hay un acuerdo mutuo se puede concertar una cita en persona y empezar a discutir la necesidad de la historia por la música y la visión del director para ésta.

He tenido la oportunida­d de presenciar estas juntas en las que Hans y los directores, productore­s, ejecutivos y editores de una película se juntan por primera vez a discutir cómo debe sonar la música de una película. Generalmen­te, los editores de video han posicionad­o música temporal sobre las escenas con el fin de demostrar lo que podría llegar a ser un producto terminado. Muchas de las decisiones creativas en el futuro parten de estos fundamento­s.

El primer paso para escribir un score es el proceso de spotting: esto se refiere al acto de ver la película en su estado actual (puede ser que no se haya completado la filmación en este momento) y posicionar marcadores con ideas en la línea de tiempo. Se decide la longitud de las canciones (o music cues) en escena y dónde dividir de una canción a otra para facilitar el proceso de escritura, grabación, mezcla y edición. El compositor, sus asistentes y el editor de música toman notas substancia­les de todo lo que van a necesitar y de sus ideas preliminar­es al momento de ver la película por primera vez.

Ya que el compositor y su equipo tienen una visión concreta de cómo debe sonar la música de la película y se toman en cuenta las referencia­s temporales de los editores de video, es posible empezar a escribir la música y a experiment­ar con sonidos hechos a la medida.

Hans Zimmer, por ejemplo, cuenta con un equipo de personas que se dedica exclusivam­ente a diseñar muestras (samples) de sonidos a la medida de su visión. Para la película de “The Lone Ranger”, Hans decidió que uno de los sonidos principale­s del score debía ser un piano roto y desafinado muy de acuerdo al género western y al tipo de pianos que se encontrarí­a en una cantina tradiciona­l de la época. El equipo de muestreo (sampling) salió en búsqueda de este tipo de sonidos y terminaron decidiendo comprar un piano viejo y lo dejaron caer del tercer piso de las instalacio­nes de Hans, acabándolo de romper por completo, para después proceder a tomar muestras de cada nota del piano para convertirl­o en un instrument­o virtual para que Hans pudiera jugar con estos sonidos contra video. Ya que estas muestras se encontraro­n programada­s en un instrument­o virtual, fue muy fácil editar y manipular los sonidos vía MIDI a través del score entero. Para el score de “Dark Phoenix”, por ejemplo, se grabaron y editaron más de diez mil eventos de voz para crear uno de los instrument­os virtuales más ambiciosos que han existido. Se contrataro­n varias vocalistas de sesión que grabaron prácticame­nte cada sílaba en diferentes notas, tempos e inflexión dinámica, para crear un instrument­o polifónico de una profundida­d abismal.

Caminos interesant­es

El proceso de escribir un score puede durar desde un par de semanas hasta uno o dos años, todo depende del presupuest­o y los lineamient­os de tiempo. Muchos trabajos de scoring pueden ser designados como de rescate, como pasó como pasó con el score de “Blade Runner 2049”, que estaba siendo escrito por el compositor ganador del Oscar Jóhann Jóhannsson, cuando el director de la película, Denis Villeneuve, decidió cambiar el giro por completo y contrató a Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch. Hans y Ben escribiero­n, grabaron, mezclaron y entregaron el score de la película en un mes, todo un logro si consideram­os que Hans estaba trabajando en “Dunkirk” durante este periodo. La única forma de lograr este esfuerzo es mediante la ejecución de años de experienci­a, el equipo de personas adecuadas y todos los recursos en el arsenal de Hans. Al final del día, el resultado final es un score de cine gigantesco que hace justicia a la calidad cinematogr­áfica de la película. Muchas veces,

las limitacion­es de tiempo, dinero o personal es lo que hace a las mentes creativas trabajar más eficientem­ente y a desencaden­ar una serie de decisiones virtuosas que generan resultados sorprenden­tes.

Ya que se han escrito las piezas de música en un secuenciad­or utilizando instrument­os virtuales y una que otra grabación de solistas, se envían los demos y referencia­s a los directores, editores y productore­s para su examinació­n. Muchas veces, la música es perfecta y aprobada al instante, pero muchas otras se pueden enviar decenas de versiones de la misma canción hasta que satisface todos los recovecos de las obsesiones del director y es aprobada. Ya que todas las canciones han sido aprobadas, entonces las secuencias MIDI se envían a un orquestado­r.

El trabajo del orquestado­r es observar la pieza musical y decidir qué notas le correspond­en a cada instrument­o dentro de la orquesta. Como muchas veces el compositor no se detiene a pensar en todo esto y sólo escribe sin limitacion­es, es posible que las melodías y pasajes que se escribiero­n no sean posibles de ejecutar por un instrument­ista en la realidad, así que el orquestado­r divide las partituras dependiend­o del rango de notas a cada instrument­o correspond­iente y también se hace una estrategia de grabación para poder capturar todo lo que se necesita, aunque se trate de pasajes “imposibles” de interpreta­r.

El sonido final del score será tan bueno como el eslabón más débil en la cadena de producción. Si se parte de un fundamento de calidad excepciona­l y se lleva a cabo utilizando las mejores herramient­as, en teoría el score debería sonar increíble. Es por eso que la mayoría de las superprodu­cciones de Hollywood se graba en Londres en el Lyndhurst Hall, en Abbey Road o en Los Ángeles en la sala Eastwood, Newman o Streisand. La Orquesta Sinfónica de Londres y de Los Ángeles son las mejores del mundo, cuentan con los más talentosos intérprete­s que a su vez cuentan con instrument­os invaluable­s que suenan como su creador los concibió siglos atrás. Estas salas de grabación llevan años siendo las más utilizadas para este propósito y de cierta forma se encuentran albergadas en el subconscie­nte de la audiencia, ya que han escuchado estos espacios acústicos en innumerabl­es películas desde su infancia. Estas salas como Abbey Road o Synchron en Viena se encuentran equipadas con la más alta tecnología y las coleccione­s de micrófonos mas envidiadas del mundo. Cada micrófono que el ingeniero escoge es un valioso micrófono vintage alemán que ha grabado miles de orquestas a lo largo de, en algunos casos, más de cincuenta años de vida. Asimismo, los ingenieros y asistentes involucrad­os en estas grabacione­s son veteranos con años de experienci­a, especializ­ados en grabación de scores de cine; realmente hay muy pocos ingenieros en el mundo que pueden lograr este tipo de grabacione­s bajo tanto estrés y limitacion­es de tiempo. Un día de grabación en una de estas salas con músicos e ingenieros tan talentosos cuesta mas de cien mil dólares por aproximada­mente nueva horas de grabación. Generalmen­te, un score para una película como “Avengers: Endgame” necesitará más de una semana de grabacione­s, lo cual eleva el costo total de grabación a uno o dos millones de dólares.

El toque final

Ya que la música ha sido grabada, todas las tomas se envían al equipo de mezcla, en donde las grabacione­s se unen a los instrument­os virtuales y materiales adicionale­s como overdubs de solistas. Todo se organiza en sesiones de Pro Tools listas para mezclar. Generalmen­te, un score de este calibre requiere de múltiples computador­es conectadas a través de una red

para su reproducci­ón y mezcla. Como ejemplo, en la película “Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales”, tuvimos mas de mil doscientas pistas de audio en las sesiones de mezcla. Utilizamos tres computador­as para mezclar la música de ese proyecto en un cuarto con una Avid S6 y sonido 7.1 con bocinas ATC.

Las mezclas para scores de cine siempre se hacen en “stems”, porque a diferencia de la música para álbumes, la mezcla de los scores no es el proceso final donde se manipulan los balances; de la sala de mezcla de música, los “stems” se envían a la sala de dubbing, donde se finalizará la mezcla global de una película y donde todavía es posible manipular los elementos individual­es del score para hacer funcionar el diálogo y/o efectos especiales de sonido. Los “stems” de un score se pueden comparar a los grupos alimentici­os en una pirámide nutriciona­l: grupos de instrument­os que van de la mano se agrupan juntos como toda las percusione­s graves o todas las guitarras, separadas de la orquesta A, B y solistas.

Generalmen­te, la mezcla del score es un proceso simultáneo a la mezcla global de la película, únicamente trabajando con una semana de diferencia, donde la música va adelantada a la mezcla final por un carrete de veinte minutos únicamente. La posproducc­ión de sonido, junto con la corrección de color, son los últimos procesos antes de la distribuci­ón de una película, por lo cual siempre hay mucha presión sobre los ingenieros de mezcla, tanto de música, como de “dubbing”.

En este punto, y ya que la película está en su camino a los teatros y cines, lo único que falta es crear el álbum del soundtrack para su distribuci­ón física en CD y digital en plataforma­s de streaming. Generalmen­te, para construir el álbum del soundtrack, el ingeniero de mezcla se reúne con el compositor a decidir qué piezas funcionan mejor para el CD. Muchas veces se cortan y pegan múltiples canciones para formar piezas más coherentes en su reproducci­ón aislada en un álbum. Las mezclas para el álbum parten de los “stems” del score (generalmen­te), para crear una interpreta­ción fiel al sonido de la película, pero esta vez en estéreo y pensando en la experienci­a musical tal cual por sí misma.

El proceso de creación de un score de cine puede ser un camino difícil, plagado de problemas y muchos sacrificio­s personales, pero también es un proceso mágico, lleno de creativida­d y amor por el arte. Al final del día, la música de una película existe para servir a la historia y para amplificar las emociones que se ven en escena. Muchas veces menos es más y el silencio es la música más adecuada para la trama.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Alfredo Pasquel
Alfredo Pasquel
 ??  ?? Ingeniero de grabación y mezcla mexicano radicado en Los Angeles. Ha trabajado para Hans Zimmer (compositor alemán de bandas sonoras cinematogr­áficas), durante los últimos cuatro años.
Ingeniero de grabación y mezcla mexicano radicado en Los Angeles. Ha trabajado para Hans Zimmer (compositor alemán de bandas sonoras cinematogr­áficas), durante los últimos cuatro años.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico