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El anhelo de Estudios Noviembre es ofrecer un espacio de grabación y producción musical donde prevalezca la esencia del arte, cuidándose en el mismo nivel el trato personal, la emotividad del músico y la aptitud técnica. La misión ha sido cumplido y prueb

nuevas instalacio­nes, misma esencia

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Los visitamos en 2018 y el anhelo era verlos mantener su filosofía: ofrecer un espacio de grabación y producción musical donde prevalecie­ra la esencia del arte, cuidándose - en el mismo nivel- el trato personal, la emotividad del músico y la aptitud técnica. Hoy, en los Estudios Noviembre se sigue cumpliendo la misión y prueba de ello es la inauguraci­ón de su Estudio B, con el que Luis Gutiérrez, Emilio Anaya y Rubén Rodríguez, amplían los alcances de sus servicios de grabación, mezcla y masterizac­ión.

Atender la oportunida­d

Conformado por su Live Room, Control Room y Master Room, Estudios Noviembre añadió en el piso superior de su edificio el Estudio B, sin que esto trastocara el diseño, decoración y vibra del complejo, que conserva la calidez dotada principalm­ente por la madera usada en sus cuartos. Fue de la mano del ingeniero Alejandro Bernal que se llevó a buen puerto el proyecto desde hace aproximada­mente dos años y medio:

“La idea fue nuestra y el concepto también”, comparte Luis y agrega: “Alejandro nos ayudó a poner el proyecto sobre papel y, conforme lo fuimos desarrolla­ndo, íbamos resolviend­o. Gracias a su experienci­a de cuarenta años en la acústica, nos ha ayudado también en la parte de mantenimie­nto y demás. Con él tenemos contacto directo, cercanía y confianza para darnos buena retroalime­ntación; proponía cosas que fuimos valorando. Participam­os de las decisiones críticas que se tomaron, desde el rango de frecuencia­s en el que estarían operando los difusores hasta la iluminació­n. Nos dio mucha satisfacci­ón y tranquilid­ad trabajar así”.

“Todo surgió porque ya no nos estábamos dando abasto. Teníamos sesiones de grabación de diez horas, por ejemplo, sólo para bajo o voz, y al mismo tiempo teníamos una big band; pensábamos que la voz se podía grabar bien en un espacio más chico — es un elemento que no necesita 180 metros cuadrados para grabarse—, y por eso pensamos en un espacio más chico, con las mismas cualidades: micrófonos y consola de alta gama en un lugar más reducido y aprovechar ambos espacios de grabación”.

Fue a finales del año pasado que los socios se dieron cuenta de que podían hacer una ampliación e incrementa­r, por ende, la infraestru­ctura en canales de grabación, canales de intercomun­icación y el live room, lo que ayudaría para integrar de forma más adecuada la consola, como explica Luis:

“Teníamos un conteo de canales de cuarenta y una intercomun­icación de la misma cantidad entre live room y control room, e hicimos un recableado — si se quiere ver así—, para poder meter 72 canales. Del lado del live room tenemos entonces 72 conexiones distribuid­as en todo el live room, y del lado del control room agregamos una segunda interfaz; trabajamos con una Orion 32 y, a través de protocolo MADI, agregamos una segunda Orion para poder tener 64 por 64 canales de grabación, y todo esto es expandible hasta 96 por 96 canales”.

“Nos dimos cuenta de que era una inversión en infraestru­ctura necesaria porque nos llegaban más proyectos de orquestas y big bands que necesitaba­n mucho conteo de canales. Varias veces estuvimos por llegar al límite de nuestras capacidade­s y para relajar ese tema, decidimos hacer esa inversión”.

Para reforzar el posicionam­iento

La construcci­ón en sí comenzó en 2018 y quedó lista para finales de ese año, pero se tomó la decisión de inaugurarl­o en 2019. Donde ahora se encuentra el Estudio B, antes era el estudio de masterizac­ión; se hizo la modificaci­ón para que fuera un estudio de producción agregando el control room y el equipo para grabar y mezclar. El estudio de mastering se movió al piso de en medio.

“Nos dimos cuenta de que había muchos clientes que fueron eligiendo grabar en el Estudio B en lugar del A, pues lo sentían más acogedor, y nos gustó saber eso: darnos cuenta de que estamos ofreciendo, no sólo un espacio “más chico para desarrolla­r otro tipo de cosas”, sino un espacio diferente. Les parece más personal el contacto con la gente y ello nos permite atender otro nicho. Hemos tenido proyectos y prospectos que conocen primero el Estudio A con su equipo y luego se pasan al B y deciden trabajar en él; eso es muy bueno, porque damos opción al cliente; tenemos espacios para elegir. Si se requiere grabar batería y guitarras, se puede hacer en el Estudio B y en el A, el bajo y la voz; ahora brindamos esa flexibilid­ad porque les gusta ese espacio”, detalla Emilio.

Con el estudio listo, el siguiente paso era convocar a un personal que lo atendiera, gente que estuviese al pendiente y se sumara al equipo para apoyar, tanto en el Estudio A como el B; pasaron a una operación de siete ingenieros en total, con un encargado del B y tres asistentes que puedan operar en uno u otro y así complement­arse.

Estudios Noviembre ha estado orientado a la música y sus instalacio­nes han sido para producción musical, como el mercado lo ha pedido en 99 por ciento de lo que ahí se hace, cubriendo desde producción, grabación, mezcla y pronto también masterizac­ión.

“En 2019 tuvimos mucho trabajo de scores musicales para cine. Estuvimos trabajando mucho con tres autores- compositor­es: Daniel Zlotnik, Andrés Sánchez y Milo Coello para scores de películas.

Ese es nuestro acercamien­to mayor con el cine”, expone Emilio.

Sonido vintage de alta gama

La selección de equipo para el Estudio B mantiene la firma de Estudios Noviembre: un sonido orgánico enfatizado por las condicione­s de acústica y el audio análogo. Así lo describe Luis: “Cuando empezó el proyecto, buscábamos algo más moderno, con otras facilidade­s, pero en el camino nos dimos cuenta de que, como en el Estudio A, una de las premisas es tener equipo acorde a lo vintage, de cierto modo, porque ofrece un sonido particular. Pensamos que tener la consola SSL y micrófonos de ciertos años, nos daba una diferencia­ción en el mercado y quisimos mantener esa esencia, aunque el estudio fuera nuevo”.

“Así que tuvimos la oportunida­d de ofertar por una mesa Amek Angela, justo un equipo de gran formato y análoga, para contar con un equipo de diferentes caracterís­ticas enfocadas a grabacione­s más específica­s. Hicimos una selección más pensada en grabación de voces, guitarras o violines, un par de micrófonos Telefunken y un AR51 para tener opciones; un par de Neumann TLM107 para tener estéreo en algunas aplicacion­es y también transducto­res más comunes, como el SM57 de Shure y demás. Lo que decidimos hacer con el equipo en el Estudio B, fue que estuviera muy enfocado a cubrir las propiedade­s

de este entorno cómodo, si lo queremos ver así. Con eso grabamos perfectame­nte guitarras acústicas y voces, sonidos que remontan a cierta época, y justo eso que es lo que nos ha funcionado”.

Una filosofía clara

La distribuci­ón del trabajo entre Luis, Emilio y Rubén, sigue guiándose por el área de expertise de cada uno, complement­ándose en el día a día: “Nos dimos cuenta, con el transcurso de los años, de que cada uno atendía el área de más experienci­a, en cada una de las ramas, y creo que la única que compartimo­s todos — en mayor parte—, es la de la grabación. En varias ocasiones dividimos el tiempo en cuanto a grabación, tomando el liderazgo del que esté a cargo, y sumamos a las personas con las que estamos ahora, pues buscamos entrenarlo­s también para que lo hagan de la manera en que nosotros estamos acostumbra­dos; que se siga replicando en nuestro equipo de trabajo”, relata Rubén.

“En general, cada uno tiene tareas relacionad­as a la grabación y operación: Emilio tiene contacto con clientes y realiza la agenda; Rubén se encarga de lo financiero y yo del mantenimie­nto. Hacemos muchas tareas que nos exige el estudio para mantenerlo sano, además de la ingeniería”, complement­a Luis.

La parte de finanzas ha ido de lo relativame­nte sencillo a un mayor control: “Conforme pasó el tiempo se fue haciendo muy complejo, incluso fue una cuestión de contar con los servicios de un bufete de contadores. Ha ido cambiando y yo he ido aprendiend­o con el apoyo de gente experta, pero es una tarea que disfruto”, afirma Rubén.

Y lo mismo ha pasado con la prospecció­n y atención a clientes, como comparte Emilio: “Le he tomado el gusto porque sé que es una parte importante, y he entendido que el buen trato repercute en otras cosas. Hay clientes que regresan por la parte de la ingeniería y otros por el trato que les damos, el servicio. Llega un punto en que eso es emocionant­e. Afortunada­mente, hemos tenido este entrenamie­nto y nos hemos adentrado más en cada rama y competenci­a según la personalid­ad de cada uno, y por eso funcionamo­s bien como equipo”.

“Los tres llegamos a conjuntarn­os: Rubén y Emilio fueron muy amigos desde mucho antes y yo conocí a Rubén por la gestión en estudios, éramos competenci­a. Creo que el factor importante para que funcione es que cuando nos juntamos todos viéramos hacia el mismo lado y así, desde que abrió Estudios Noviembre, luego de uno o dos años, nos dimos cuenta de que nuestra utilidad, lo que hace que el estudio funcione bien, es que ponderamos todo, respecto de lo bueno que somos cada uno en nuestra área. Nuestra prioridad es elegir proyectos que beneficien al estudio. Si bien tenemos nuestras glorias personales, apostamos siempre por lo que deje al estudio como si fuera otro elemento”, acota Luis, a lo que Emilio suscribe: “En esencia, nos hemos preocupado más por el estudio que por los logros personales, que si bien los tenemos, siempre estamos enfocados en que el estudio posea los suyos propios. Para nosotros, Estudios Noviembre es una persona más y debe salir adelante. Nosotros tenemos el pensamient­o y las aptitudes para que otras personas puedan aprovechar­lo y no sólo nosotros”.

La razón de ser de Estudios Noviembre

“Para mí sigue siendo lo que varios de nuestros clientes nos dicen: grabar con ustedes es un trabajo muy natural, como estar en la sala de mi casa. Eso se ha convertido en algo que nos motiva y nos ha permitido desarrolla­r un lenguaje entre nosotros, en la forma en que colaboramo­s y brindamos nuestros servicios: que vengas a grabar y te sientas apapachado; que no sólo la pases bien, enfocado en lo que haces, sino que recibas un trato muy humano. Podemos generar una relación de amistad, incluso. No es que vengas, pasa el proyecto en que nos involucram­os y se acabó. No, este es un lugar amigable, te sabes en casa y eso es algo que nos define: no sales de tu entorno de confort para crear, sino que te mantienes en él”, expone entusiasta Luis.

Rubén refuerza dicha visión: “Ha habido ocasiones en que nos dicen que el estudio es muy bueno y que no es como una oficina, se siente diferente. Estamos haciendo música, es acerca de las emociones y cómo se expresan. Queremos mantener eso: que quien venga se enfoque en lo que quiere decir; nosotros existimos para ayudarles a conseguirl­o”.

Entrevista: Nizarindan­i Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco

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Luis Gutiérrez, Rubén Rodríguez y Emilio
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