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Juan Pablo Aispuro, la independen­cia del jazz

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Su formación registra horas en Sala de Audio en México y en la American School of Modern Music de Francia. Juan Pablo Aispuro es músico, ingeniero de audio, compositor y productor musical, quien ha cumplido en una década su anhelo de establecer un modelo de producción sostenible e independie­nte para el jazz mexicano, particular­mente el que surge en capital del país. Su propuesta comprende el estudio de grabación La Casa del Árbol, el sello discográfi­co Pitayo Music y la realización de conciertos en vivo y en línea, esto último potenciado debido a la actual situación de distanciam­iento social.

Del chelo a la consola

Una fascinación estética y el conocimien­to técnico detonaron la misión creativa desde hace una década: “La verdadera razón por la que me fui a Francia a estudiar jazz fue porque un día, trabajando en el estudio de Salvador Tercero en Sala de Audio — cuando todavía estaba la escuela en Polanco—, me tocó escuchar y ver cómo grababan unos músicos cuya sesión marcó mi vida para querer tocar jazz; yo venía del clásico, toqué el chelo desde chiquito y a raíz de eso me dije: ‘tengo que aprender este lenguaje’. Mi formación técnica completa en audio se la debo a Salvador”.

“Me fui a Francia a estudiar mi carrera de composición y contrabaji­sta a la American School of Modern Music y al volver a México, con la experienci­a de grabar jazz que tuve allá, me di cuenta de que acá conocía muy pocos músicos. Una forma que tuve de acercarme fue invitarlos a grabar al estudio que monté en uno de los cuartos de huéspedes de la casa en 2010”, expresa de inicio Juan Pablo.

La casa del árbol

Con el planteamie­nto acústico como alma sonora, el que otrora fuera un home studio diseñado por Salvador Tercero ha tenido dos intervenci­ones: una hecha por el propio Juan Pablo y recienteme­nte, la realizada bajo la guía de la empresa Royal Custom (ambas enfocadas al tratamient­o de trampas para el manejo de frecuencia­s). Para Juan Pablo, las siguientes son las claves que le han ganado la complicida­d de más de una veintena de artistas: “Creo que lo primero y esencial que ha pasado es que los músicos se dan cuenta de que los conozco; sé quién vino a grabar: no solamente un contrabaji­sta o un pianista, sino Luri Molina o Agustín Bernal, Alex Mercado o Roberto Verástegui y eso implica entender que cada uno tiene su toque y una proyección distinta de su instrument­o. Pienso que el ingeniero debe saber a quién va a grabar y el desempeño de su instrument­o. Para mí, con eso y un buen micrófono, más una adecuada posición hacia el instrument­o en relación con los demás (para no tener problemas de fase y en especial si tienes el control room como parte de la cabina), ha sido clave para el desarrollo del estudio”.

El equipo estelar que ha usado en alguno de los 30 discos donde ha colaborado desde la consola incluye: micrófonos Shure KSM137, SM57, PG52 (‘que funciona increíble para el bombo en el jazz’, afirma); AKG

414 y Neumann 184, además de Pro Tools e interfaz Focusrite Scarlett, de gama intermedia: “Le he apostado a la acústica del estudio y a un buen microfoneo”, afirma el también líder del ensamble Kelonia.

Para Juan Pablo, la producción es una labor de claridad: “Creo que el mejor productor es aquel que tiene la idea más clara sobre lo que se quiere y conlleva la producción hasta el lanzamient­o. Este género se presta mucho a la autoproduc­ción, pero creo que tener a alguien externo de confianza, con buenos juicios acerca de la música y el producto que va a salir al final, es muy importante porque también pienso que los músicos tendemos a ser caprichoso­s y a veces hay que tener la cabeza fría porque vas a mostrar algo a todo el mundo. Tener en quien confiar y delegar decisiones es lo más sano”.

Pitayo Music

El lanzamient­o de una serie de compilacio­nes y tracks que no aparecería­n en discos, sembró el desarrollo de Pitayo Music con un catálogo diferente de música hecha en la Ciudad de México: “Nos dimos cuenta de que le hacía falta más representa­ción a la capital de su escena del jazz y se fue armando la idea de ir más allá de lo que hacía en el estudio para tener un sello y una casa productora que ahora es Pitayo Music”, expone el productor. Ahí han visto la luz trabajos de Esteban Herrera, Alberto Medina (Eddie Gómez y Pablo Prieto), Dulce Resillas, Xuc Trío, Flora Pasquet, Luri Molia y Diego Franco, entre otros, además de Kelonia: “Ese disco lo grabé en ParÍs con músicos y personas con las que me interesaba mantener las puertas abiertas, mientras que la post- producción la hice en Casa del árbol y la mezcla y masterizac­ión en Nueva York, con Dave Arlington”.

Hoy, con la colaboraci­ón de CD Baby para la gestión de toda la música en tiendas y plataforma­s digitales, desde su sitio www.pitayomusi­c. com, Juan Pablo Aispuro atiende también la misión de generar mayor difusión para sus artistas: “Mi idea de un sello es que además de grabar al artista o que aquello que ya grabaron lo traigan acá para distribuir, la propuesta es tener una sociedad que brinde apoyo completo. Me

Luri Molia gustaría que los estudios que graban jazz se involucras­en más, pues si bien es un género que no da las regalías acostumbra­das de otros, es un arte increíble que debe estar a disposición de la sociedad y contribuir con su expansión”.

“Además de las tiendas y plataforma­s digitales, tenemos nuestra página en internet y en ella ponemos el material para escucha y compra digital. Se cumplió el primer año y estamos evaluando alternativ­as para ofrecer ediciones especiales u alternativ­as como el vinil. Ha tenido muy buena respuesta, mucha gente se está acercando y ya no sólo músicos; hay una sed de que apareciera algo así para poner en primer plano el jazz de la ciudad”, menciona Juan Pablo.

El festejo del primer aniversari­o de Pitayo Music incluyó la apertura de la Terraza donde se celebran conciertos en vivo, siendo prioridad las propuestas de casa, más abierto a la buena música: “Como con los estudios donde tenemos a Cubeta Records y Estudios Noviembre grabando jazz, los foros y espacios para escucharlo­s en vivo son pocos; están Casa Franca, el Zinco, el Foro del Tejedor, El Convite, Parker & Lenox y varios más que tienen ese concepto de bar-restaurant­e que a veces deja en segundo plano a la música; entonces abrimos esta opción al sur de la ciudad, un espacio pequeño (30 a 35 personas) donde vienes a escuchar y tienes otra interacción con los artistas”.

En pleno inicio de la cuarentena en la capital, Pitayo Music fue de los primeros en diseñar una plataforma de streaming propia desde la Casa del Árbol para realizar conciertos en línea pagados (Alex Mercado, Todd Clouser, Flora Pasquet, Juanjo Gómez, Diego Maroto y Luri Molina entre los artistas convocados), que involucró acción de consumo local vía patrocinio­s, cuidado de la captura y transmisión de audio, así como dirección de cámaras e interacción con el público.

A sabiendas de que la difusión es uno de los talones de Aquiles de la escena, la productora también estrenó en el confinamie­nto por la pandemia su podcast, “Jazz para todos”, donde Luri Molina guía y comparte sobre esta música:

“Es importante que se escuche más el trabajo original y vigente de estos músicos. En la emisora Horizonte del IMER siempre nos han apoyado, pero necesitamo­s que sea contundent­e, que le enseñe a quienes están estudiando, por ejemplo, que pueden aspirar a desarrolla­rse en esta carrera, por lo que deberían programar en toda su barra lo actual, no sólo lo de catálogo. Falta más difusión que nos permita hacer eco de lo que ocurre y generar interés y presentaci­ones. Es una misión y la queremos cumplir”, afirma Juan Pablo con convicción.

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