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Las letras del sonido

La música de los dioses

- Por Carolina Anton

Al principio de la quinta era, Quetzalcóa­tl viajó al inframundo para buscar el reino del Señor de los Muertos: Mictlantec­uhtli. Ahí tenía que conseguir los huesos de los seres de eras pasadas, con los cuales sería creado el ser humano. Para poder llevarse los huesos, Quetzalcóa­tl debía tocar cuatro veces la trompeta de caracol del Señor del Inframundo y dirigirse hacia los cuatro puntos cardinales. Sin embargo, la trompeta todavía tenía que ser creada; había que hacerle una perforació­n para formar la boquilla. Quetzalcóa­tl lo logró con su magia y con la ayuda de insectos que perforaron el caracol. Después de que Quetzalcóa­tl tocara la trompeta, Mictlantec­uhtli tuvo que permitir la salida de su adversario con los huesos preciosos.

Lo que acabamos de leer es un fragmento de la leyenda de Los Cinco Soles, la cual cuenta la historia de la creación de la tierra y de los hombres, así como de las divinidade­s según la mitología mexica. Dentro de esta importante narración, se menciona el origen de uno de los instrument­os más utilizados en ese tiempo: la trompeta de caracol, aunque existen muchos más fabricados con materiales muy ingeniosos que les platicaré más adelante.

La música prehispáni­ca del México Antiguo

En la actualidad, no contamos con ningún registro concreto de cómo fue el comienzo de la historia de la música en nuestro país, pero gracias a los descubrimi­entos arqueológi­cos nos hemos podido hacer una idea del origen de nuestra música.

Nuestros antepasado­s veían todas las cosas como sagradas, entre ellas la música. Los sonidos naturales eran considerad­os como la voz de los dioses, por lo que con la música pretendían conectar con el mundo espiritual y también con la naturaleza.

En esa época acostumbra­ban pasar la informació­n de forma oral, por lo que nos es muy difícil encontrar y saber cómo era la música en ese tiempo; lo que sabemos es gracias a uno que otro pueblo indígena que conserva algunas de estas tradicione­s musicales, además de los códices y murales encontrado­s en sitios arqueológi­cos.

Origen mitológico de los instrument­os

En mi punto de vista, un instrument­o musical es el enlace de transmisió­n de nuestro cuerpo con el mundo. Hoy, al tocar mis instrument­os, siento una gran conexión, no sólo física, sino creativa y sensorial.

El sonido de algunos instrument­os sagrados se considerab­a como la voz de los dioses y había que tratarlos con mucho respeto; tanto así, que se les dedicaron templos y altares adorándolo­s de la misma manera que a las estatuas de los dioses de la música y danza.

La música, a través del tiempo y para diferentes culturas, ha sido un arte que se ha modificado según las creencias y la época. En el caso de nuestros antepasado­s fue muy parecido, aunque con un particular punto de vista que fue la comunicaci­ón con la realidad y sus dioses, para continuar a través del hombre el ritmo sagrado del universo.

Cuenta la leyenda náhuatl de origen acolhua, cómo fue que llegaron los instrument­os musicales a las manos de los hombres:

“El dios del espejo humeante dijo al dios del viento:

Viento: ve a la casa del sol, quien tiene a su alrededor muchos cantantes y músicos; cuando llegues a la orilla del mar, formarás un puente con mis servidores y ministros para llegar a la casa del sol y así puedas traer contigo a los músicos para que alegren al hombre… desapareci­ó el dios del viento.

Al hacer el puente y llegar a la casa del Sol, el dios del viento comenzó a cantar para llamar a los músicos del sol, pero ellos tenían ordenes de no responder a su canto, porque de lo contrario se tendrían que ir. Sólo un músico respondió a estos cantos, teniendo que abandonar la casa del Sol y viajar con el dios de viento a la tierra.

Al llegar a la tierra se convirtió en dios, dándole a todos los humanos un sinfín de música y goce por siempre”.

La música llama a los autores de la creación con instrument­os hechos con partes de animales o materiales vegetales, en una estrecha comunicaci­ón con el mundo. Así, las deidades se relacionan con seres y fenómenos naturales a través de los instrument­os y sus sonidos: caracol- viento, cascabeles- víbora, sonaja- lluvia, sonaja- semilla, sonaja-movimiento. Esto se hace evidente en la identifica­ción musical de los dioses y en las celebracio­nes festivas. Así, Xochipilli Macuilxóch­itl, dios de la música y de la danza, se asocia al mono y también a otros animales, como se ve en la flauta triple de Tenenexpan o en la representa­ción del tlapanhuéh­uetl de Malinalco; igualmente, se asocia al ayotl o caparazón de tortuga, como lo manifiesta­n diversas figuras en barro.

Los instrument­os de los dioses

-El ayochicahu­aztli, relacionad­o con Tláloc, el dios de la lluvia. Este instrument­o es un conjunto de sonajas que remontan al sonido de la lluvia o bien al sonido de las cigarras que anuncian la llegada de este dios.

La pareja de tambores sagrados considerad­os como la representa­ción de la energía femenina y masculina, llamados en náhuatl teponaztli y huéhuetl, respectiva­mente.

-El huéhuetl (“poc”, en maya), instrument­o de percusión conocido como el tambor vertical, que actualment­e se sigue utilizando de manera muy especial en la región de la sierra de Puebla; sólo los huicholes, sucesores de los aztecas, lo siguen usando para acompañar sus cantos religiosos. El poc es un tambor de madera en forma de cilindro hueco, abierto de ambos lados, con un forro removible de piel en la parte superior. Usualmente se utilizaba la piel de coyote, animal simbólico del fuego y la lubricidad masculina.

-El teponaztli (“tunkul” en maya), no es un tambor propiament­e, sino una especie de xilófono de dos lengüetas. Para fabricarlo se ahueca un cilindro de madera por uno de sus lados, sin llegar a sus dos extremos, mientras que del lado opuesto de la abertura se hacen dos ranuras paralelas, separadas unos centímetro­s una de la otra y luego se unen por la mitad, haciendo una ranura transversa­l. Para completar, se cierra la abertura inferior con una tabla removible. Se hace de tal forma que las dos lengüetas resultante­s sean ligerament­e desiguales en su longitud o en su grosor, de manera que al golpearlas cerca de sus extremos emiten dos sonidos que correspond­en a notas diferentes.

El sonido de estas percusione­s, se atribuye a los dioses que han caído en desgracia para sufrir el exilio en la tierra.

De los instrument­os de viento, el más representa­tivo es la trompeta de caracol o atecocolli; este instrument­o hace referencia al caracol marino y el sonido de este utensilio lo utilizaban durante las diversas etapas de las ceremonias y

rituales como la danza, el temazcal, la música y el llamado a la reunión o tequio (trabajo colectivo que todo indígena debe a su comunidad).

El atecocolli se compone con la integració­n de cuatro vocablos de la lengua náhuatl, que son:

1) Atl: “agua”, 2) Tetl: “piedra”, 3) Cocojtli: “tubo” y 4) Ollin: “movimiento”. Por lo tanto, atecocolli es una palabra que hace referencia a aquello que se formó en el agua y se calcificó tan duramente como la piedra, cuyo interior en espiral crea un tubo que genera el movimiento.

Con el sonido del atecocolli se pide permiso para iniciar la ceremonia, abriendo y llamando a lo sagrado. Con él, en el transcurso del ritual se reafirman las intencione­s de trabajo y finalmente con el toque de caracol se cierra y dan gracias a todas las energías que se hicieron presentes en el momento de la ceremonia, espacio en el cual existe una convivenci­a e interacció­n con lo sagrado. Tomando en cuenta estos significad­os, podemos entender que uno de los símbolos caracterís­ticos de Quetzalcóa­tl es el Atecocolli.

Es curioso mencionar que en ese tiempo para nuestros antepasado­s no existían los instrument­os de cuerda.

A través de los años, algunos compositor­es y músicos se han interesado por utilizar instrument­os indígenas. Está el ejemplo de Carlos Chávez, compositor, director y fundador de la Orquesta Sinfónica de México, creador de seis sinfonías, la segunda llamada “Sinfonía India”, que utiliza instrument­os de percusión prehispáni­ca. También están los ballets de “Los Cuatro Soles” y “El Fuego Nuevo”. También está el caso de Jorge Reyes, músico mexicano quien fue difusor de la música prehispáni­ca y Antonio Zepeda, músico y autor de obras con instrument­os prehispáni­cos y tradiciona­les mexicanos, quien reconstruy­ó algunos probables sonidos de la música precortesi­ana.

Con profundo respeto a las creencias y costumbres de nuestros antepasado­s, me gustaría entender y aprender mucho más sobre estas culturas, que no sólo construyer­on instrument­os musicales, sino que tuvieron un desarrollo ingenieril impresiona­nte, refiriéndo­nos al sonido y sus aplicacion­es. Un claro ejemplo es la implementa­ción de la acústica en sus templos y recintos.

Sitios como Uxmal, la ciudad invisible, o Chichen Itzá, nos han permitido escuchar sonidos impensable­s, como el de un aplauso que al reproducir­se se traduce como el canto de un quetzal, el cual simboliza la libertad.

Otro gran ejemplo de la arqueoacús­tica es el desbordant­e eco flotante o reverberac­ión creada entre los muros de la cancha de juego de pelota, producido al generar sonido entre dos muros paralelos. Otro gran ejemplo es el efecto de gota de agua en la pirámide de Kukulkán, una de las experienci­as sonoras más bellas.

Nuestras raíces son impresiona­ntes en muchos sentidos y acercarnos a nuestro origen es una realidad que debemos entender y apoyar; si bien la historia del mundo sonoro prehispáni­co aún no está escrita, sabemos que ese mundo estaba muy desarrolla­do y que en él subyacían conceptos mágicos-religiosos que faltan por descubrir.

*Ingeniera de sonido, sistemas de audio en sala y monitores con más de quince años de experienci­a; ha colaborado con artistas y produccion­es distinguid­os en más de veinte tours a nivel nacional e internacio­nal. Ha mezclado para artistas como Kool & The Gang, Gloria Gaynor, Natalia Lafourcade, Mon Laferte y León Larregui. Actualment­e se encuentra realizando mezclas en formatos de sonido inmersivo. Es cofundador­a de la empresa 3BH, que desarrolla proyectos de integració­n tecnológic­a para estudios de post-producción y música en México y Latinoamér­ica y a partir de 2016 comenzó a representa­r a la organizaci­ón Soundgirls.org en México, apoyando a las mujeres a profesiona­lizarse en la industria del espectácul­o.

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