Matías Carbajal: creatividad y tecnología para un consumo de música innovador
creatividad y tecnología para un consumo de música innovador
Afinales de 2019 y todo 2020, Matías Carbajal estuvo componiendo canciones que, con el paso de la pandemia, la introspección y pérdidas personales que trajo, definieron un repertorio que dio vida a “Duelo”, seis canciones que nacieron en ese contexto. Esto se conjugó con una reflexión sobre qué sigue para los artistas independientes en cuanto al planteamiento del producto como tal y el consumo que hace la gente de la música: “Porque ya no pensamos en hacer discos, sino en material para streaming, en línea, lo digital. Todo eso se combinó, más la inquietud de hacer un disco donde yo tocara todos los instrumentos”, recuerda el músico.
Experimentación a tope
Los temas nacieron a guitarra y voz, componiendo melodía y armonía de la mano. Se fueron maqueteando y Matías decidió interpretarlas sin el acompañamiento de su banda habitual, al llegar el confinamiento sanitario: “Opté por hacer un concierto para streaming y llevarlo más allá de tocar solo con mi guitarra, sino replicándome varias veces con otros instrumentos (guitarras, bajo, teclado, siendo la batería el único instrumento que no grabé, sino que lo tuve en secuencia). Los arreglos se fueron dando en esa dirección y fui grabando en mi estudio, capturando a una sola toma, sin edición ni corrección, para mantener todo fresco y natural. Usé tres cámaras, marqué las posiciones en que me capturaría, una la dejé para el acercamiento del rostro y la interpretación, otra abierta y otra al instrumento. Experimenté también con la iluminación, sincronizando las luces mediante MIDI al track de audio para que, cada vez que yo grabara una toma de video, repitiera la misma secuencia de cambios de color e iluminación”.
“El chiste del asunto era verme replicado con los instrumentos. La toma abierta corría cada vez que me sentaba a grabar
un instrumento, además de hacer la toma de audio en la computadora. Lo que hice para tener el proceso más o menos similar en todas y no atorarme, fue grabar primero una toma de guitarra y voz con clic en la computadora, cuadrar todo y eso grabarlo en la toma abierta y cerrada. Para el audio hice una mezcla rápida, armaba el montaje de video con la edición de superposición de todas las tomas para convertirla en una especie de multicámara y luego ya usaba el switcheo. Lo último fue definir el estilo en cada tema; que se sintiera una uniformidad, pero cada canción con su personalidad propia”, comenta.
“Respecto a la masterización, la que hice fue algo rápido; aquí retomo lo de la forma en que se consume este tipo de material, que por lo pronto iba a salir por redes sociales para que la gente lo viera en su celular o computadora. Lo que quería era sacar estas canciones en este formato y que fuera algo hecho bien y pronto, en un punto intermedio”.
La adecuación de un espacio creativo
Esta cuarentena también hizo que Matías acondicionara un nuevo espacio para maqueteo y preproducción de su estudio: “En la planta baja está la sala de grabación con acondicionamiento acústico y un piano de cola, y es la que uso principalmente para grabar cosas acústicas y producción de batería, pianos y demás. Ese sufrió unas modificaciones en el control room, el que saqué para agregar una cabina y aprovechar más los espacios, una cabina para percusión o para voces más pequeñita. Ahora son tres cabinas, una principal y dos para trabajar sesiones en vivo a trío, voces y demás”, explica Matías.
“Opté por hacer un concierto para streaming y llevarlo más allá de tocar solo con mi guitarra, sino replicándome varias veces con otros instrumentos”.