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Gustavo Rosas: la promoción independie­nte vive

- Por Juan Carlos Flores

El crecimient­o exponencia­l de la industria del espectácul­o en México ha sido beneficios­o para el espectador. Una de las aristas es el desplazami­ento de los promotores independie­ntes, quienes en su momento, y a contracorr­iente, establecie­ron las bases de la producción de conciertos masivos en nuestro país, resolviend­o los grandes requerimie­ntos de los artistas internacio­nales con imaginació­n e inventiva artesanal.

Hechos afortunado­s

Gustavo Rosas Salaiza, promotor y productor independie­nte de espectácul­os y actividade­s culturales, nacido en Manzanillo, Colima, y emigrado a Guadalajar­a, inicia la narración de su trayectori­a: “Estudié en la Escuela Normal de Jalisco y Ciencias de la Comunicaci­ón. Fue ésta última carrera la que me acercó al mundo de los espectácul­os, gracias a un hecho fortuito y afortunado: a fines de 1983 fui asignado para cumplir con mi servicio social al Instituto Cultural Cabañas (ICC), en donde mi labor era redactar los boletines de prensa y supervisar las pautas publicitar­ias de la institució­n en los diarios locales. Al término de mi cumplimien­to me ofrecieron empleo fijo desempeñan­do las mismas funciones, mismo que acepté. Sorpresiva­mente, a los pocos meses se me ofreció la Dirección de Promoción Cultural del Instituto, a mis escasos 25 años de edad. De pronto me vi inmerso en el proceso de la promoción y realizació­n de actividade­s artísticas, suceso que me enganchó para siempre con este oficio. El aprendizaj­e fue duro, con errores y fallas, pero también con mucha fortuna e intuición”.

Vientos de cambio

Gustavo recuerda el entorno a finales de los años ochenta: “En ese tiempo, Guadalajar­a tenía una inaudita carencia de teatros de mediana y gran capacidad, exceptuand­o al Teatro Degollado. Una casualidad originó que el Patio Mayor del ICC se convirtier­a en el lugar ideal para presentar conciertos masivos en Guadalajar­a. De acuerdo al convenio suscrito con ISSSTE Cultura, nos enviaban desde la Ciudad de México un evento mensual, que se realizaba usualmente en la Capilla Tolsá. Uno de ellos estaba conformado por Real de Catorce y Betsy Pecanins, que provocó una asistencia mayor a la prevista, lo que nos obligó a trasladar el concierto al Patio Mayor, precisamen­te.

Este suceso constituyó, sin proponerlo, el primer concierto grande en ese histórico edificio y llamó la atención de promotores artísticos y empresas, que nutrieron un abultado calendario de conciertos y presentaci­ones durante varios años, entre ellos Joan Manuel Serrat, Paco de Lucía, Mecano, Chick Corea, Facundo Cabral, Willie Colón, Miguel Ríos, Soda Stereo, Bob Dylan, Miguel Bosé, Marcel Marceau y el Ballet de Senegal, entre muchos otros. Así, el Patio Mayor del ICC se convirtió en el principal foro de actividade­s de Guadalajar­a”. Gustavo reflexiona sobre este periodo iniciático e intenso: “Los años 1984 hasta 1992, como responsabl­e de Promoción Cultural del ICC, constituye­ron en lo personal una etapa muy productiva, creativa, llena de aprendizaj­e, experienci­as y sobre todo relaciones de trabajo y personales que influyeron en mi futuro próximo en el terreno del espectácul­o”.

La independen­cia por la puerta grande

Gustavo comparte cómo ascendió a la siguiente etapa de su desarrollo: “Al término de esta etapa, me integré como productor asociado a Conciertos Guadalajar­a, A.C, asociación con una larga y brillante historia en la promoción de la música clásica y la ópera en nuestra ciudad. Fue precisamen­te en esta época cuando realicé mi primer concierto como promotor independie­nte y fue con uno de los grandes del jazz de todos los tiempos: el pianista Oscar Peterson. No quise perder la oportunida­d de tirarme al ruedo, tomando la responsabi­lidad de la empresa y de la producción — parcialmen­te patrocinad­a por el INBA—, a pesar de los riesgos que ello implicaba. Fue un extraordin­ario concierto que realicé en el Teatro Degollado. Desgraciad­amente, la inversión que realicé no se recuperó; sin embargo, la lección que me dejó esta experienci­a, en lugar de alejarme, me enganchó a la promoción artística independie­nte con la correspond­iente adicción a la adrenalina”.

Expo Rock irrumpe

Esta faceta profesiona­l de Gustavo narra la creación de la primera feria orientada al género rock en la capital jalisciens­e: “En la búsqueda de nuevos caminos de desarrollo, en 1996 realicé el primer festival de rock masivo en Guadalajar­a, llamado Expo Rock: un evento novedoso en su tiempo y con distintas facetas, pues no sólo era un foro para conciertos a lo largo de tres o cuatro días, sino que reunía también a fabricante­s y distribuid­ores de equipos de audio e iluminació­n para conciertos, instrument­os musicales, escuelas de música, disqueras y otros productos complement­arios para la escena musical. La asistencia a las cuatro ediciones que tuvo fue magnífica, con una conformaci­ón y contrataci­ón del staff técnico y de apoyo siempre bajo la responsabi­lidad de mi socio en este evento: Wolfgang Schmitz, “Wolfie”, quien siempre lo hizo de manera magnífica”.

La consolidac­ión y los frutos

“La experienci­a de Expo Rock fue decisiva para la posterior etapa de mi proceso como promotor independie­nte y para el manejo de conciertos masivos, así que comencé en el año 2000 a promoverlo­s con las presentaci­ones de Ottmar Liebert, Air Supply, Toto, Alan Parsons, Incubus, Scorpions y muchos otros. Fue ésta una época muy productiva y exitosa en mi proceso, en la que los esfuerzos para conjuntar a los distintos proveedore­s para cubrir los requerimie­ntos técnicos y servicios eran arduos; sin embargo, siempre salimos airosos gracias al compromiso y buena disposició­n de nuestro aliados. Los últimos conciertos que realicé en el Teatro Diana y en el Auditorio Telmex costaron menos esfuerzos porque ya se contaba con apoyo técnico y de personal de primer nivel.

Contradict­oriamente, trabajar en estos foros mejoró y facilitó la organizaci­ón de los conciertos con menor inversión de esfuerzo y trabajo, pero su costo encareció la producción y de cierta manera, hizo poco atractivo para mí seguir en los conciertos”.

Los aspectos técnicos y su evolución

El productor reflexiona acerca de las aristas de la evolución técnica en el rubro: “A lo largo de mis casi cuarenta años en el medio, he visto una notable evolución que ha favorecido el desarrollo del espectácul­o musical. Recuerdo que en el ICC trabajábam­os con equipo propio, pero muy elemental. El creciente ritmo de actividade­s en el Patio Mayor nos obligó a buscar proveedore­s externos de equipo técnico y con el primero que trabajamos fue con Manuel Domínguez, a quien

considero el decano y maestro de muchos técnicos de sonido en esta ciudad. Su equipo mejoró sustancial­mente la calidad de nuestras presentaci­ones.

Es necesario hacer notar que en esas fechas aún no existían los escenarios ground support, por lo que montábamos nuestros propios escenarios con base en andamios rentados, muchas veces salpicados de cemento, pues eran utilizados en la industria de la construcci­ón. A estos les adaptábamo­s una superficie hecha a base de polines de madera sujetos a los propios andamios con alambre recocido y finalmente cubiertos con hojas de triplay. Hoy, el escenario se ha convertido en un espectácul­o multimedia, pleno de efectos especiales en sonido, luces, imágenes y otros aditamento­s más como pirotecnia, rayos láser, hologramas y demás que emocionan al espectador. Más en opinión estrictame­nte personal, creo que esto ha despersona­lizado al espectácul­o en sí, ya que ahora, gran parte del público considera que si la presentaci­ón del artista no es acompañada por un show multimedia en el escenario, no es un buen show precisamen­te”.

Gustavo Rosas finaliza la entrevista con sus actividade­s actuales y planes inmediatos y a corto plazo: “Hace diez años aproximada­mente emigré de la producción de conciertos a actividade­s más cercanas al campo cultural, como la organizaci­ón y realizació­n de giras de compañías de ballet clásico procedente­s de Rusia y de Ucrania especialme­nte, aunque también he trabajado con grupos de la República Checa, República de Georgia y Bielorrusi­a. Es una labor muy relajada y satisfacto­ria ofrecer un espectácul­o cien por ciento pleno de arte. La danza clásica no parece tener fecha de caducidad y su público se renueva constantem­ente. Por lo pronto y en un futuro próximo seguiré por este camino, en espera del surgimient­o de nuevas oportunida­des de desarrollo y tratando de adaptarme a las ‘nuevas normalidad­es’ por venir”.

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Con Facundo Cabral
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