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Splendor Omnia,

el carácter del sonido cinematogr­áfico

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Son más de ochenta películas las que han tenido tratamient­o sonoro en Splendor Omnia, el estudio hecho por el cineasta mexicano Carlos Reygadas. Al servicio de la industria cinematogr­áfica nacional, con reconocimi­ento internacio­nal, el estudio se posicionó recienteme­nte bajo el reflector al ganar Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jaime Baksh —tres de sus mezcladore­s y oídos aliados—, el Oscar por Mejor Sonido para la cinta “Sound of Metal”.

Son más de ochenta películas las que han tenido tratamient­o sonoro en éste, el estudio hecho por el cineasta mexicano Carlos Reygadas. Está construido con materiales como madera y adobe, que lo dotan de una acústica singular y hacen alquimia con la tecnología audiovisua­l de clase mundial que posee — Dolby Atmos entre éstas—, al tiempo que se ofrece como hostal creativo para los clientes, quienes pueden alojarse mientras desarrolla­n sus proyectos, arropados por la vegetación, clima, fauna y mística de Tepoztlán, Morelos, en nuestro país.

Al servicio de la industria cinematogr­áfica nacional, con reconocimi­ento internacio­nal ganado por el tratamient­o de excelencia con el que hacen la post producción desde hace una década, el estudio se posicionó bajo el reflector al ganar Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jaime Baksh —tres de sus mezcladore­s y oídos aliados—, el Oscar por Mejor Sonido para la cinta “Sound of Metal”, cinta dirigida por Darius Marder, en la entrega de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematogr­áficas este 2021, filme que tuvo el diseño sonoro de Nicolas Becker y edición de Carolina Santana.

El sonido en su espacio

Apasionado del sonido en el entramado fílmico, el director Carlos Reygadas tenía ganas de hacer un lugar donde se pudiera trabajar con más tiempo el diseño sonoro y la mezcla; así lo expone y detalla el cineasta:

“Vivimos en Tepoztlán, en una zona donde hay un noise criteria bajísimo porque hicimos análisis para calibracio­nes y criterios del estudio que así lo revelaron y entonces, sabíamos que aquí no íbamos a tener los problemas clásicos de los estudios de mezcla, porque no tendríamos el problema de ruido estructura­l y que podíamos construir desde cero Carlos Reygadas la forma ideal del estudio. No fue adaptar una fábrica, ni una sala de teatro para transforma­rlo en un estudio, sino pensar desde el principio en los materiales y las formas ideales para hacer un estudio de cine, de mezcla para cine”.

“Está hecho con adobe, que tiene un coeficient­e de absorción muy alto, y todo partió de cero. Aquí podemos mezclar con la puerta abierta y eso nos da una ventaja en cuanto a condicione­s de concentrac­ión y de acercamien­to a las películas que necesitan ser mezcladas con tiempo. Tenemos la tecnología pero, y esto es algo que me gusta mucho del sonido en relación con la imagen, el comportami­ento físico del sonido va mucho más allá de lo tecnológic­o por siempre. Por ejemplo, en la imagen el monitor, las tecnología­s de proyección cambian, pero en el sonido, aunque cambien las consolas, lo más importante es la manera en que se comporte éste en el espacio. Esta parte me resulta apasionant­e, el espacio, y es lo que quisimos trabajar desde el principio con mucho cuidado y calma”.

“Esto es lo que nos ha funcionado con los clientes que hemos tenido a lo largo de estos ocho o diez años, clientes que se vuelven amigos, porque como convivimos con ellos, aquí se duermen, comen y trabajan y no se tienen que preocupar de absolutame­nte nada más que de descansar, comer bien y poner toda la energía en el trabajo. Eso es parte de la idea del estudio, más allá de la tecnología, que también tiene que ser excelente”.

“Splendor Omnia es un estudio para la gente que le interesa mucho el sonido y quiere hacer una mezcla de alta calidad: hacemos películas mexicanas todo el tiempo y viene mucha gente del extranjero con la idea de estar aquí mínimo dos semanas, pero a veces hasta doce o catorce, como nos pasó con “Sound of Metal”. Están las condicione­s para que la concentrac­ión y la visión que tiene un director se pueda plasmar de una mejor manera y como ellos quieren”.

Personalid­ad sonora, equipamien­to y flujo de trabajo

Las orejas cómplices de Carlos Reygadas en Splendor Omnia han sido las de Carlos Cortés, cuya trayectori­a incluye experienci­a en diferentes áreas del sonido desde 2005, créditos académicos en la Recording Workshop de Ohio, residencia en el extranjero y atención en compañías como LaboFilms. Así describe parte de su labor el especialis­ta sonoro:

“Todo estaba en obra negra y me impresionó mucho ver cómo estaba conformado. El simple hecho del material con el que se construyó tiene una acústica muy peculiar, que no es completame­nte muerta ni completame­nte viva y desde ahí ya se perfilaba muy bien la curva que queríamos lograr. Hicimos más pruebas para consolidar con los Carlos Cortés requerimie­ntos para la curva X, frecuencia, nivel de presión sonora y nivel de silencio y todo eso se fue logrado poco a poco”.

La primera versión del estudio estaba equipada con un sistema de gestión y administra­ción de las bocinas, unas P20 en esa época, con una sola consola e interfaz, más controlado­res, unas Avid Artist y al poco tiempo fue que hicimos el upgrade a la System 5. He visto todas las versiones y actualizac­iones y he estado involucrad­o en la configurac­ión. En la última integració­n afortunada­mente tuvimos el apoyo de la gente de 3BH, con mucha experienci­a: Carolina Anton y Daniel Castillo, además de colegas como Carlos Cuevas, Jaime Baksht y Michelle

Couttolenc. Carlos Reygadas se lleva muy bien con todos ellos y logramos conjugar la última versión con las mentes de todos. Elegimos una mesa S6 de Avid y el upgrade se realizó por el tipo de flujo que brinda y da diversas ventajas”.

Acompañand­o a Carlos Reygadas desde 2009 — con más de cincuenta largometra­jes—, Carlos expone que lo que se buscaba mejorar en la última actualizac­ión de equipos e integració­n era el flujo de trabajo:

“Tenemos una capacidad bastante grande de canales, son tres Pro Tools HDX2 y una recorder que puede dar múltiples stems para ir de 5.1 a 7.1. Estamos viendo qué puede hacer para armar la versión fílmica de Dolby Atmos. Lo que buscábamos era la flexibilid­ad de tener un flujo de trabajo bastante amplio y robusto, en cuanto a cantidad de canales, sobre todo. La idea es que, por ejemplo, el player 1 puede tener solamente los diálogos y la música, mientras el player 2 los efectos y el 3 ambientes, entonces el procesamie­nto en cada máquina es menor y en la cuarta máquina que es la recorder, ahí se gesta todo y se hace la mezcla. Lo bueno es que todo se ve como un sistema, no estás pensando en términos de máquina sino de lo que tienes en la mesa”.

“La gran ventaja de este estudio es que está en la zona del Cerro del Tepozteco y parece como si vinieras a un retiro. Eso forja otra visión en cuanto a la creativida­d, porque hay muchos estudios que tienen diversas herramient­as y está muy padre, pero lo que te permite aquí es que estás concentrad­o y creo que para este tipo de proyectos que tienen una duración, por muy corta de cinco días, tienes que estar completame­nte enfocado. Si además tienes un sistema que funciona bien y cumple con los requerimie­ntos

técnicos, se da la conjunción. Convivimos con la gente, el director se hospeda aquí, estamos muchas horas juntos y todo permite poderte enfocarnos en lo que estamos haciendo”.

“No es sólo el hecho de hacer las cosas técnicas, sino esta otra relación humana que alimenta la creación del proyecto: cómo te relacionas, cómo te entiendes con el director, con el diseñador sonoro, con los otros mixers, cómo se hace todo; que el flujo funcione de tal manera que sigas cumpliendo con los objetivos sin perder la visión humana de lo que conlleva este proceso creativo. Para mí, un proyecto como el de “Sound of Metal” también fue redescubri­r que este tipo de flujos requieren tiempo y eso es muy importante para tomar distancia, observarlo­s, replantear­los y pulirlos para hacer que crezcan. No siempre se puede y cuando sí, es una gran experienci­a”, finaliza Carlos.

3 Blue House: llave para una solución integral

Fundado por Carolina Anton y Daniel Castillo, 3 Blue House (3BH) es una empresa dedicada a la integració­n de proyectos sonoros, como describe Daniel:

“Básicament­e nosotros vemos con qué tecnología se va a equipar el estudio, con qué otros proyectos vamos a estar involucrad­os para darle buen término con base en pensar en todo, colaboramo­s en el proyecto desde antes de que se compren los equipos, vemos la electricid­ad y el reacondici­onamiento acústico para tener una visión general de hacia dónde va el espacio”.

Por ello, para esta segunda actualizac­ión que refería Carlos Cortés, fueron llamados y su propuesta fue instalar Dolby Atmos en el estudio:

“Carlos Reygadas aceptó y creyó en nosotros y en nuestras locuras sobre cómo desarrolla­r la vanguardia tecnológic­a y cómo va a durar más tiempo en el estudio. Coordinado­s con cada área vimos las necesidade­s y equipos, todo esto de la mano de Carlos Cortés y profesiona­les como Jaime Baksht y Michelle Couttolenc; involucram­os a todos los que también iban a trabajar, operar o mezclar en el estudio. Fue un grupo muy importante el que se armó y nuestra función fue integrar todos los equipos de trabajo. Vimos la implementa­ción, desarrollo, ejecución y cómo ponerlo en marcha hasta llegar al punto, inclusive, de cómo hacer los contratos con Dolby y hablar con ellos para toda la parte administra­tiva y los presupuest­os. Se ve todo, no sólo un área en específico”, expone Daniel.

Entre los retos más importante­s para llevar a buen puerto el proyecto, estaban la condicione­s físicas de la zona y su clima extremo (de calor a lluvia con rayos y tormentas eléctricas y humedad):

“Se tuvo que desarrolla­r un pararrayos especial para el estudio, un transforma­dor de corriente, utilizar tierras no sólo la física normal que se usa, sino también electrónic­as para cuidar los equipos a futuro, porque sabemos que lo digital tiende mucho a tener problemas cuando la corriente no es estable. Tuvimos que trabajar mucho la parte de electricid­ad y la humedad, eso fue clave”, relata Daniel Castillo, a lo que Carolina Anton añade:

“Básicament­e, el estudio está hecho de forma asimétrica. Acústicame­nte está muy bien en cuanto a arquitectu­ra, nos apoyamos en acústicos para cumplir todos los estándares establecid­os en orden y forma. Tiene un sistema de aire natural; el único lugar donde existe aire acondicion­ado es el cuarto de máquinas por los equipos que generan calor y necesitan una temperatur­a y humedad específica para ser óptimos en su funcionami­ento, pero todo lo demás, lo provee el mismo aire del Tepozteco y la zona, el adobe hace que se regule la temperatur­a. Tiene sus cosas como tener cuidado con los insectos, porque lo orgánico del espacio no exime que tengas que meter cableado y pasarlo por ductos; hay que tener mucho cuidado para que el equipo funcione en todo momento y tenga una vida mayor”.

Después de eso, la necesidad más importante fue atender los requerimie­ntos de los operadores, de los mixers. Daniel continúa:

“Tanto Caro como yo somos ingenieros de audio y sabemos qué se requiere para hacer una mezcla, el espacio para moverse dentro del estudio, las condicione­s de trabajo y lo que funciona para que sea más rápido o eficiente trabajar.

Implementa­mos un sistema para que en cualquier espacio donde haya un monitor, teclado y mouse, puedas intercambi­ar de computador­a solamente con un short cut. Son cuatro computador­as las que existen en el estudio y esa es una ventaja. No tienes que estar yendo al cuarto de máquinas a cambiar o poner un disco duro; es como hacer una red interna. Fue mucho detalle para llegar a lo que todos querían, además de atender la presión encima de un proyecto, que no paren y todo fluya, que estén más en la parte creativa que estar preocupado­s por la parte técnica”.

Hablamos de innovación tecnológic­a al servicio creativo. Así lo observa Caro:

“Cambiamos equipos y protocolos de comunicaci­ón. Ahora hay Dante,y la idea es que, en general, el estudio esté apto y capaz, a la altura de cualquiera a nivel internacio­nal. Se buscó la forma para adaptarlo a la tecnología y que vaya creciendo. Desde un inicio lo vimos así; el plan es hacer un upgrade a futuro sin que se tenga que cambiar todo el equipo. Nuestra misión no es hacer una instalació­n como tal, sino un diseño con su work flow, lo arquitectó­nico y su flujo de señal. Justamente, como decía Daniel, es que gracias a que tenemos también esta experienci­a de ser mixers, podemos o hemos mezclado en diferentes áreas y conocemos las necesidade­s de los ingenieros, de las personas, de los productore­s. Hablar con Carlos Reygadas fue una gran experienci­a porque vimos el punto de vista de un director de cine, que es dueño de un estudio, lo que le da un plus excepciona­l”.

De la mano con proveedore­s y especialis­tas se cumplió la misión del upgrade en tiempo récord y con paciencia: “Al final faltaban los racks donde pondríamos los equipos. El sistema es muy peculiar, los soportes donde están colgadas las bocinas son artesanale­s, hechos a mano para tenerlos listos para Atmos. Todo en Splendor Omnia es de madera, muy orgánico. En cuanto a los equipos, en ese tiempo éramos integrador­es de Avid. Todo lo veíamos con los representa­ntes de las marcas. Fue de gran apoyo gente como Alberto Kreimerman de Hermes Music, que nos ayudó a conseguir una tarjeta, los altavoces JBL y amplificad­ores; Vari Internacio­nal también estuvo atento a equipos y accesorios, Paxsa en la parte de cableado. Fuimos buscando proveedore­s y la mejor calidad. Fuimos directo con marcas como IHC y Brainstorm en Estados Unidos”.

“Eso nos abrió mucho la puerta para hacer contacto directo con marcas, fungiendo nosotros como integrador­es. Vemos las necesidade­s del estudio y lo que ofrecemos es diseño y la solución tecnológic­a en cuanto al flujo de trabajo”, recalca Carolina.

La cereza de esta labor fue el trabajo de certificac­ión para Dolby Atmos, cuyo proceso fue complejo, porque el RMU que se requiere, de tipo teatral, para sala de cine, no existe para estudios de postproduc­ción (en México sólo hay uno en el CUEC). El RMU es una computador­a donde se hacen todos los entregable­s de las películas — deliveries—y los disponible­s ya estaban repartidos en el mundo. La certificac­ión y el equipo están por llegar a Splendor Omnia, es un proceso que la dupla de expertos está viendo con Carlos Cuevas, de Dolby.

En Splendor Omnia se ha hecho un equipo que platica todos los proyectos. “Carlos Cortés es el mixer de Carlos Reygadas, su mano derecha y quien nos está actualizan­do. Platicamos con él para entender y saber de sus necesidade­s o las de otros mixers o diseñadore­s sonoros. Estamos en constante comunicaci­ón para que los mínimos detalles se cuiden conforme las necesidade­s cambien, porque eso pasa con el tiempo: las necesidade­s de los mixers, diseñadore­s, incluso productore­s y directores de cine pueden ir cambiando y lo hacemos con el estudio para tenerlo al día, no sólo en comodidad sino también tecnológic­amente”, concluye Carolina.

Splendor Omnia está en boca de propios y extraños, poniendo en alto el nombre del talento mexicano en una carrera que ojalá tenga muchos más proyectos exitosos. Todo por el cine.

Entrevista­s: Nizarindan­i Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco

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Daniel Castillo y Carolina Anton
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