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Detrás del micrófono

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Mariachi Charanda: sonido al natural

Con más de cuarenta años de existencia, el Mariachi Charanda presenta un álbum que plasma la esencia del ensamble y el sonido que ha dado sello a su historia. Grabado en el estudio Fábrica de Éxitos de la mano de Alejandro Abara, bajo la coproducci­ón de María Perujo y Javier Lassard — integrante­s del ensamble—; Alejandro Colinas (Alebrije Produccion­es) e Iván Durán (Stonetree Records), se trata de un larga duración con quince temas, incluida una pieza que rinde homenaje póstumo a Pepe “El Purépecha”, cuya voz se rescató de un registro de 1995. Son María, Javier y el fundador del Mariachi Charanda, Emilio Perujo, quienes develan el trabajo detrás de este LP.

Sin maquillaje

El concepto artístico de la producción era plasmar en vivo la música, con todos los integrante­s sonando en simultáneo. Para ello, el trabajo de ensayos fue como relata Javier: “Tuvimos una sesión importante de ensayos para luego llegar al estudio. Estuvimos pocas horas en él, con la idea de captarnos lo más

“La grabación la hicimos todos juntos en el estudio. Fue un proceso hecho para mantenerno­s auténticos a la música que tocamos, porque así sonaríamos en un concierto”.

La atención se puso en la elección de microfonía y la búsqueda de técnicas de microfoneo adecuadas.

natural posible. Partimos de un repertorio que ensayamos ampliament­e y estuvimos un par de días en el estudio con sesiones de seis a ocho horas. Luego dejamos la magia de Alejandro Colinas para lograr el resultado que acabó saliendo”. Al respecto, María añade: “Fue un poco largo porque teníamos planeado grabar más canciones que nos representa­ran en este momento, pero tuvimos que ir reduciendo la lista por consejo del estudio y de quienes nos ayudaron a producirlo hasta que quedaron las quince piezas; de esas, sólo una no se grabó en el estudio (la del homenaje a Pepe ‘El Purépecha’). Fueron pocos días de mucho trabajo y grabamos todos juntos en el estudio. Fue un proceso muy bueno y hecho con mucho cariño, sin quitar ni pulir los tropiezos para mantenerno­s auténticos a la música que tocamos, porque así sonaríamos en un concierto”.

En síntesis, ratifica María: “No doblamos, no grabó cada quien su parte y nos ensamblaro­n. No. Todas las piezas fueron hechas por todos juntos y, si fallábamos, se repetía. Alejandro Colinas nos conoce de toda la vida y por eso le suplicamos, al igual que a su tocayo Alejandro Abara, que fuera así, para sonar como si estuviéram­os en una reunión casera”.

Además de esto, otro aspecto crítico — que de hecho la agrupación venía trabajando hace tres años—, fue tramitar los permisos de derechos de autor, tarea a la que se sumó estratégic­a y exitosamen­te Iván Durán, por recomendac­ión de Alejandro Colinas. “Como las canciones son sones de dominio público, fue difícil conseguir los permisos. No teníamos experienci­a y enfrentar ese proceso burocrátic­a fue complicado. Sólo hay tres piezas, de las que escogimos, con autor conocido. Un experto hace rápido esos trámites y fue lo que pasó al llegar Iván”, apunta Emilio.

El reto, la captura

Para cumplir lo anterior, la atención se puso en la elección de microfonía y la búsqueda de técnicas de microfoneo adecuadas, como detalla Javier: “Supuso un reto mayor para los dos Alejandros, partiendo de que los sonidos que debían pasar cada uno por su propio micrófono, tuvieron la invasión de quien estaba al lado y trabajar con la informació­n así es más difícil. Al final del día, el trabajo que se le tuvo que dedicar a cada una de las canciones fue una tarea importante para la gente que hace la magia en el control room”.

“Mucho de lo que estuvo haciendo Alejandro fue con María y conmigo. A la hora de editar se trató de dejar las cosas a nuestro gusto y que así no fuera un trabajo sólo desde su trinchera y cuyo resultado no tuviera nada que ver con lo que pedíamos. Fue una experienci­a agotadora, pero muy interesant­e, porque hay que poner mucha atención en los detalles que están sucediendo en la grabación como tal”.

La ventaja también fue que Colinas conocía de años al grupo, como agrega María: “Sabe cómo funcionamo­s, qué nos gusta y cómo sonar; vino a unos ensayos como a re-entenderno­s pero creo que se dio fácil porque nos conocía y eso, más su gran talento y el de Abara para tomar decisiones técnicas muy importante­s en el estudio, fue clave. Como el hecho de separarnos con estos paneles como vitrinas, que nos permitían vernos y escuchamos para tratar de evitar que se metieran todos los sonidos. Fue interesant­e ver cómo resolvían y que las cosas quedaron con la más alta calidad, sin rebotes y así”.

Entre los detalles estaban la captura de instrument­os como la guitarra de golpe y la vihuela, como relata Emiliano: “La guitarra de golpe, también llamada guitarra colorada, es de 5 cuerdas, más profunda entre las dos tapas y su afinación hace que cuando le pegas para arribo y para abajo, suena igual, como la vihuela. Es una virtud que tienen estos dos instrument­os mariachero­s. Mi opinión personal es que cuando me han invitado a grabar otras cosas como el guitarrón, no logran que suene de verdad, y no es fácil porque casi todos tienen eco y no suenan a ese instrument­o grave, bajo, cosa que sí pasó aquí”.

Javier coincide y destacó que dicha complejida­d se debe al brillo de ambos instrument­os, “que a la hora que pasan por un micrófono como que desorienta­n a éste y hay que hacer muchos ajustes desde cabina para conseguir que suenen a través de la grabación, con la referencia de su sonido en vivo. Recuerdo que en algún momento inclusive sacaron un micro que acababan de adquirir, todo era producto de hacer que las cosas se registrara­n lo mejor posible, coexistien­do en la misma sesión. Se hicieron muchos cambios en la microfonía y en la posición para la captura; fue un ajedrez estar variando cómo nos ubicábamos, además de la complejida­d de que no en todas las canciones estábamos los mismos y eso también provocó movimiento­s de dónde situarnos”.

Homologar dos épocas

Para la mezcla hubo reuniones donde pudieron estar casi todos los integrante­s y emitir opinión para los ajustes que hicieron ambos Alejandros y Emmanuel Hernández. “Alejandro [Colinas] sabe que no queremos maquillaje­s, ecos, trucos y demás porque nos conoce desde los años ochenta cuando le tocó grabarnos en una gira que hicimos por Europa”, enfatiza Emiliano. El complement­o de esta labor en la masterizac­ión fue por parte de Luis Herrera, a quien Colinas sugirió y fue acierto por la tarea extra del track que se debía recuperar, la grabación con la voz de El Purépecha (la pieza “Los Marinerito­s”): “Nos ayudó mucho a homologar el sonido y mantenerlo para que todo quedará perfecto y se oyera en el disco desde la primera a la última pieza”, señaló María.

Finalmente, el disco está ya disponible en formato físico y para su escucha en plataforma­s digitales. Es un álbum que el ensamble anhela pronto tocar en vivo pues se trata, sin duda, de “un proyecto y una música hecha con el corazón”, tal como la describen Alejandro Colinas y María Perujo.

Entrevista: Nizarindan­i Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco

Para la mezcla hubo reuniones donde pudieron estar casi todos los integrante­s para emitir opinión de los ajustes que hicieron ambos Alejandro Colinas, Alejandro Abara y Emmanuel Hernández”.

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María y Emilio Perujo
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