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Madame Récamier,

la esencia del Amor Nuvó

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Grabado en Nueva York Música en la Ciudad de México, Gina (Madame) Récamier armó durante el encierro de 2020 y el caminar del 2021, las canciones de su nuevo álbum “Amor Nuvó”, acompañada de Álvaro Lamadrid, David Francis O’Gorman, Phil Vinall, Ulises Hadjis y David Aguilar en la producción.

Otras formas de producir

“Son canciones que tenía guardadas en notas de voz y algunos demos, y aunque me faltaba componer más, sentía que tenía ya unos temas para comenzar a grabar. Hablé con Álvaro y decidimos empezar a grabar nosotros, él tocando la batería y el bajo y yo los teclados, las guitarras y las voces. Para 2021 ya teníamos alrededor de ocho canciones y nos dedicamos a editarlas, pero entretanto nos dimos cuenta de que ciertas cosas no estaban sonando como queríamos y empezamos a traer músicos para algunas sesiones y a poner los instrument­os que faltaban”, relata la cantautora.

En la búsqueda de un entorno creativo diferente a sus trabajos anteriores, la intérprete destaca haber experiment­ado nuevas formas de trabajo en la producción: “Te quedas con todo” es una canción sobre amores tóxicos y de estar en otro mundo; es una de mis favoritas del disco y es un tema donde la producción fluyó muy bien. El caso contrario fue “Abril”, el segundo sencillo, porque le dimos muchas vueltas, ya que tenía una estructura diferente y melodías muy agudas para la voz. En cuanto a la producción, la tónica fue de sube y baja, pero siempre disfrutand­o el camino y buscando cosas nuevas, aprender lo que estas canciones nos van a dar como artistas o productore­s”.

“Mis discos anteriores los había producido con Álvaro, pero esta vez quise cambiar y por fortuna tuve a Phil Vinall y David Francis O’ Gorman, con quienes compartimo­s una historia musical interesant­e. Escogieron primeramen­te una canción que empecé lenta, pero la llevaron a otro sitio en un día como de jamming que tuvimos alrededor de ese tema y quedó un bossa nova pop con el que Phil estuvo encantado poniendo cajas de ritmos. Fue otra forma de trabajo, mucho más juguetona; eso fue algo que aprendimos: que la producción no siempre tiene que ser de cierta forma”.

Gina continúa: “Otros productore­s fueron David Aguilar y Ulises Hadjis, a quien mi manager sugirió para la tarea. David empezó a reacomodar partes y ese tipo de cosas, cambiando el swing poniéndono­s a modo con lo que proponía; la movimos de lugar y estuvo muy bien, porque ellos desnudaron y reorganiza­ron las canciones”.

Con la consola MCI500 que posee Nueva York Música, el sonido análogo, de cinta, con los amplificad­ores y micrófonos de bulbo e instrument­os vintage como los teclados Wurlitzer y Hammond, la directriz sónica fue clara: “La grabación sonaba muy bien como era y sólo pusimos atención en cosas para experiment­ar, pero sin meter plug ins y sintetizad­ores; Álvaro estuvo haciendo muchos cambios en el estudio y modificó el sonido que habíamos empezado a grabar, con lo que tuvimos dos versiones diferentes con otro sabor para el mismo instrument­o. No hicimos alguna cosa nueva, estábamos más bien regresando a como antes se grababa: movíamos la velocidad de la cinta para llegar a un sonido que nos gustaba, o como en la canción “Bon Voyage Amour”, que estuve dándole muchas vueltas y al final, Álvaro tomó toda la batuta

“En cuanto a la producción, la tónica fue de sube y baja, pero siempre disfrutand­o el camino y buscando cosas nuevas”.

en el estudio, añadiendo acordeón y el cambio en el arreglo coral de la rola ochentera “I’m not in love”, que disfrutamo­s mucho hacer”.

Para su voz, la cantante usó un micrófono Warm Audio: “Lo pasamos a veces sólo por la consola y otras por un preamplifi­cador Urei en la mezcla. Grabar en análogo es consentirt­e, porque no hay nada de latencia, se escucha todo tal cual. De todo este proceso también aprendí que es importante que el artista tenga sus momentos a solas en el estudio o en casa, creando un arreglo en el que te puedas sumergir por horas y en el que dejes una huella instrument­al personal”.

Comunicaci­ón, el mejor recurso

La mezcla del álbum está a cargo de Jonathan Angarita y se hace en casa, Nueva York Música, lo que Madame Récamier considera una enorme ventaja: “Es un proceso que suele implicar cinco horas en la primera sesión para tener la configurac­ión lista; una segunda sesión de cinco horas para dar relieve y a veces, una tercera y cuarta sesión. En mi aprendizaj­e, ahora puedo llegar a escuchar y saber cuando necesitamo­s rearmoniza­r la voz o dar algún tipo de indicación. He podido aprender a comunicarm­e con Jonathan y tener un diálogo directo, donde él también opina sobre cosas de la producción. Que el ingeniero de mezcla esté trabajando en tu estudio es un plus, porque dejamos trabajar a Jon y podemos regresar a escuchar un rato después, con oídos frescos”.

Para la masterizac­ión, la dinámica fue similar. Ahí la tarea la realizó Erick Urbina: “Lo genial de él es que se puede hacer un cambio al momento. Luego te lo llevas, te pide que lo escuches y si es necesario algún cambio más, le avisas. Con él nos sentimos como en casa”, relata Gina.

Finalmente, esta nueva producción discográfi­ca de Madame Récamier manifiesta el compromiso de búsqueda constante que la lleva a esforzarse en cada proceso de su carrera: “Constantem­ente me pregunto muchas veces si estoy dando lo suficiente, si me falta algo más o si tendré que esforzarme todavía. También llega un momento de aceptación y de entender que esa soy yo, que no voy a sonar a otra y que mi carrera es diferente a todas las demás, donde he podido llevarla de manera muy orgánica, completame­nte auténtica, con una década de trabajo. He entendido que debo apreciarlo, porque gracias a eso hemos llegado aquí”.

Entrevista: Nizarindan­i Sopeña / Redacción: Marisol Pacheco

“Constantem­ente me pregunto muchas veces si estoy dando lo suficiente, si me falta algo más o si tendré que esforzarme todavía, pero también llega un momento de aceptación”.

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