Compromiso social
A MAYOR SOLVENCIA MORAL Y PROFESIONAL DE LOS FUNCIONARIOS, MEJORES SERÁN POLÍTICAS PÚBLICAS.
Las políticas públicas se traducen en programas y acciones que intentan resolver los problemas que enfrenta la población modificando positivamente su vida. Son diseñadas y puestas en marcha por mujeres y hombres, a través de las instituciones a las que pertenecen. A mayor solvencia moral y profesional de los funcionarios, mejores y más incluyentes serán políticas públicas.
Si tuviera que privilegiar un tipo de política sería la social, por estar posibilitada para generar condiciones de equidad, reduciendo la pobreza, mediante la redistribución de la riqueza y el fortalecimiento de las capacidades de la población.
Su eficiencia está determinada por el compromiso social de aquellos que las diseñan y ejecutan, debiendo estar alejada del clientelismo y condicionada únicamente a la realización de algún esfuerzo por parte del beneficiario, que provoque su propio fortalecimiento.
La Bolsa Familia es uno de los programas de la política social brasileña, que transfiere mensualmente dinero a las familias más pobres del país. Para ser entregado, los padres son condicionados a garantizar que sus hijos acudan a la escuela a estudiar y a los centros de salud a recibir las vacunas propias de su edad. El programa es sumamente exitoso, ya que además de brindar apoyo económico para obtener lo indispensable, fortalece la educación y protege la salud de los niños que en el futuro serán adultos y tendrán mejores armas para luchar contra la pobreza. Bolsa Familia logró en una década reducir la pobreza de Brasil a la mitad.
Algunos críticos de la política social, desde la comodidad que otorga el bienestar, condenan el reparto de recursos a los más necesitados. A ellos habría que sensibilizarlos de que la pobreza en muchos casos no se debe a la mala suerte, a la apatía o a la falta de ingenio, sino a la falta de salud y a la ausencia de oportunidades de educación y empleo.
El hombre que generó este programa, fue el más pequeño de siete hermanos de una familia muy humilde, nació sumido en la miseria en una casa con piso de tierra, sin agua, ni luz, como muchos de los beneficiarios de Bolsa Familia, tal vez de ahí su compromiso social.
Fue vendedor ambulante, bolero y ayudante de una tintorería. Perdió un dedo como operador de una máquina en una industria, fue líder sindical, presidente de su país y hoy duerme en la cárcel sin prueba de culpabilidad, su nombre es Luiz Inácio Lula da Silva.