EL TABASQUENO
arraigando una peligrosa cultura de la trivialización y la indiferencia ante la expresión de ideas, quitándole respeto a un derecho fundamental, considerado un bien indiscutible y fundamental en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Observo cómo el acelerado, y diría yo, descontrolado proceso de globalización que vive el mundo, ha provocado que diferentes sociedades (Inglaterra y el Brexit, por ejemplo) busquen un repliegue hacia espacios nacionalistas, esto debido a que esa integración no ha traído la riqueza que se esperaba, al contrario hizo más pobre al mundo, y hoy los pueblos están votando en contra de ella.
Esto está arrastrando a peligrosas figuras populistas de extrema izquierda o derecha, que ponen bajo amenaza trechos avanzados de libertades y de periodismo crítico.
El periodista Sergio Sarmiento nos ha recordado recientemente, ante esta nueva ola de gobiernos antineoliberales y con ideas conservadoras, que “los medios de comunicación tienen la obligación de ofrecer una visión crítica de cualquier gobierno. Cuando se pierde esa distancia, la crítica se convierte en complicidad y la prensa pierde su razón de ser”.
La libertad de expresión es un derecho, no una concesión. Hacer periodismo no son relaciones públicas, en México los nuevos gobiernos originados por Morena deben entender que no hay democracia sin palabra libre. Negar la voz al otro no suma, enfrenta.
El mandatario federal, estatal o municipal que actúa coartando la libertad de opinión mediante la descalificación, con discursos violentos, se deslegitima a sí mismo como demócrata y se exhibe como un líder con miedo a perder el poder y generador de violencia verbal.
Los nuevos políticos que van a asumir o están ya en el poder en México y en Tabasco, deben comprender que las desavenencias entre gobiernos y periodistas son naturales, pero esta sana diferencia debe ser respetada con amplitud y no sólo representar una parodia de la libertad de expresión, porque la falta de independencia sólo favorece a pequeños grupos y perjudica a la inmensa mayoría.
Morena ha prometido una nueva relación con la prensa, que incluye un recorte del 50 por ciento
Me han parecido curiosas las respuestas que ha tenido la colaboración de la semana pasada de El Tabasqueño, titulada “Carta a Arturo Núñez˝.
He identificado algunas reacciones por ser las más recurrentes, dos de ellas identificadas en las redes sociales y otras por la vía personal.
Según el resumen de opiniones en Facebook y Twitter que me han hecho llegar, el comentario más reiterado es que la “carta” ha sido escrita a destiempo, que la debí publicar a la mitad del sexenio del gobernador a fin de que sirviera (así lo creen ellos) como una forma de llamado de alerta para corregir las cosas.
En descargo, lo único que puedo responder es que un servidor lleva apenas once publicaciones (dos meses y medio aproximadamente) y que con anterioridad no había decidido buscar un espacio en el diario para escribir.
Aunque sí coincido en que algún otro articulista o comunicador que haya estado en activo en ese tiempo la debió redactar antes. Por lo que a mi toca quiero decirles que la publiqué días antes del último informe que rendirá mañana don Arturo. Así la concebí, para ese preciso momento. Después no tendría razón para mí.
El segundo comentario que más se repitió en internet, replicado en su mayoría en el anonimato por “trolles”, es una descalificación, confundiéndola como un golpe del diario al gobierno. Es claro que este artículo, en género de carta, ha sido escrito por decisión personal, y que es mi voz la que habla. De ninguna manera se trata de un editorial institucional, sino mío, como una muestra evidente de la pluralidad que hay en estas páginas.
Los últimos comentarios también muy reiterados los recibí de forma personal (algunos por mensajes o llamadas) y fueron más en tono de felicitación y solidaridad “por el valor de decirle al gobernador en turno lo que la mayoría comenta de forma soterrada en los cafés y las fiestas”. Otros me criticaron el largo espacio donde enumeré los logros de la administración y un par más me ha sugerido una segunda carta. Ante esto último he pensado: “Que la hagan ellos, ¿por qué sólo yo?”.
De parte del gobierno, un funcionario muy cercano a don Arturo alcanzó a decirme: “Quedó lastimado el gobernador, Héctor”.
En Tabasco calculo que se publican un promedio de 40 ó 50 ‘columnas políticas’ diarias o semanales en medios impresos y electrónicos. Demasiadas letras, poco análisis… Y muy escasa crítica.
Sólo espero que Núñez no requiera, como dice él, “demasiado mantenimiento emocional”, por la carta.