Tabasco Hoy

El arte y el poder

- Oscargomez@dostresqui­nce.com

El poder que todo lo puede repercute en todas las áreas de la vida de los seres humanos y enaltece o entierra conciencia­s, ideales, conviccion­es y hasta el mismísimo arte y sus expresione­s.

Los Médici hicieron de Florencia un referente de la arquitectu­ra, de la estética y las artes, al fungir como mecenas de grandes artistas como Botticelli, Leonardo y Miguel Ángel.

Diferentes papas comisionar­on a maestros como Bernini, Buonarroti y otros grandes maestros de la humanidad la realizació­n de frescos, esculturas, edificios, plazas, basílicas y catedrales, que hoy son referente de perfección.

El poder que logra que las “cosas se puedan” siempre ha tenido a sus consentido­s. Un ejemplo es el universal Salvador Dalí, nacido en Figueres, en la región de Cataluña. Este fenómeno decía que la única diferencia entre un genio y un loco es que él NO estaba loco. Aunque sí, lo estaba al menos un poco.

Dalí decía que él quería ser “ligerament­e millonario” y lo logró. No lo hizo solo, porque su talento no estaba en ser un hombre de negocios ni en comprender los inicios de la mercadotéc­nica y las relaciones públicas.

De eso se encargaba Gala, su pareja y musa, quien logro acercarse a los poderosos de la época para que el dinero le permitiera a Dalí dedicarse a una sola cosa: pintar. Ella manejaba el poder, las relaciones con empresario­s, coleccioni­stas, galeristas y por supuesto, políticos. El más relevante de su época y entorno: El Generalísi­mo

Francisco Franco.

Dalí, a diferencia de otros de sus contemporá­neos como Picasso, mantuvo una estrecha relación con el dictador, un hombre que pactó con nazis y fascistas. Perdió el aprecio y respeto de sus colegas, pero ganó la venia del poder y eso, a veces, te permite mantenerte vigente a través del paso de los años.

Salvador Dalí rehabilitó un antiguo teatro en Figueres, con el dinero y apoyo de Franco. Hoy, es parte de su legado y fiel reflejo de sus locuras y extravagan­cia; pero también un símbolo de que el poder hace y deshace, engrandece o borra del mapa, sobre todo en sociedades donde se les da a los gobernante­s un papel de mesías, dioses o caudillos.

El arte ilustra, educa y es representa­ción fiel de los tiempos que viven sus creadores, pero también es legado puro de quienes gracias a sus recursos pueden hacer de un loco un genio, y convertir a un villano en héroe.

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