SE QUITO LA VIDA FRENTE A SU PADRE
Lázaro narró que su hijo se encerró con llave y se colgó, él no pudo abrir la puerta y presenció el suicidio de Francisco 'N'.
CUNDUACÁN. “No hijo, por favor no lo hagas, piensa en tus bebés”, eran los gritos de angustia y frustración de Lázaro quien sólo veía como se desvanecía la vida de Francisco colgado del cuello en la hamaca, se había encerrado para que su padre observara su muerte lentamente.
Lázaro observaba el televisor sentado en la sala de su casa luego de una intensa jornada de trabajo, su celular sonó, las ocho de la noche marcaba en la pantalla y era su hijo Francisco; “papá, por favor ven por mí, se fue y se llevó a los niños”, sollozo le decía su vástago, quien cortó la comunicación abruptamente.
FUE A BUSCARLO
Hasta el ejido la Ceiba primera sección de Jahuactal, acudió apresurado, temía lo peor pues Francisco siempre mostró desde niño que era muy impulsivo y visceral para tomar decisiones, no le llevó más de 10 minutos y corriendo se aproximó director a la puerta para abrirla, pero estaba cerrada con llave, dentro en la pequeña sala su hijo lloraba desconsoladamente.
“Se fue, me dejó, se llevó a mis hijos, no sé que voy hacer, siempre fui un mal papá y un mal marido”, exclamó mirando a los ojos a su propio padre que se quedó parado de tras de aquella puerta de hierro que le impidió salvar a su vástago.
Lázaro intentó por todos los medios que su hijo reaccionara y saliera de su devastadora depresión, “vamos pancho, todo tiene solución, ya regresará, sólo dale tiempo, además piensa en tus hijos”, pero fue interrumpido,“no, mejor me mató, ya no me voy contigo, yo sé que no va regresar”, Francisco se levantó del suelo, tomó la hamaca y se entorchó del cuello”.
EN DIEZ MINUTOS
“Por favor no lo hagas, piensa en tus hijos”, gritaba su padre quien frenéticamente intentaba a empujones, patadas y puñetazos abrir aquella puerta, mientras su hijo dejaba de respirar lentamente. El escándalo fue escuchado por los vecinos quienes al darse cuenta de lo que pasaba, se sumaron y finalmente abrieron.
Los 10 minutos se habían transformado en una eternidad para Lázaro, quien corrió a tomar entre sus brazos a su muchacho, pero este ya había muerto, hace 33 años había llegado a este mundo y lo sostuvo en su regazo, de la misma forma se le fue.