Narcotraficantes y la prensa en México
La calumnia cuando no mancha, tizna. Siempre lo ha dicho el Presidente López Obrador y para la más reciente prueba, la declaraciones del abogado defensor de García Luna en la corte de Nueva York hace unos días. Utilizando la vieja estrategia de elevar una sospecha, pronunciar un nombre y revolverlo todo en una declaración para solventar lo que la evidencia y los hechos no daban, el abogado mencionó a Andrés Manuel López Obrador como parte de una triangulación de sobornos.
¿Qué sucedió después?
“No puede estar involucrado el presidente porque nunca lo mencione”, esa fue la contundente respuesta del narcotraficante interrogado.
¿Y qué sucedió después de dicha respuesta?
La prensa corporativa en México se dio vuelo publicando en titulares y discutiendo en mesas de análisis que “Andrés Manuel
López Obrador había salido salpicado en el juicio contra García Luna”.
El muy idiota de Vocente Fox, otro de los mencionados no solo en la pregunta sino en varios testimonios de los testigos presentados por la fiscalía, salió a criticar a Andrés Manuel como si no estuviera todo embarrado de mierda h corrupción. Increíble el nivel de cinismo, pero también es muy reveladora la correa de transmisión tan directa e inmediata qué hay entre la defensa de García Luna y la prensa en México.
Quienes habían guardado sepulcral silencio o habían desestimado el juicio por sólo tratarse de testimonios “y no evidencia dura y pura”, ahora resultaban los principales promotores de las muy específicas y particulares declaraciones de un juicio que lleva semanas, todo porque “salpicaba” al Presidente en una declaración burda, sin sustento y que resultó desmentida al momento.
Se sabe que en México de 2006 a 2012 un gobierno favoreció a una corporación criminal en Sinaloa bajo la tesis de aglutinar los a todos bajo el mando hegemónico de un mismo liderazgo. Eso costó vidas, dinero y entregó la soberanía nacional a delincuentes y mafiosos (de cuello blanco y extranjeros) todo porque un enano y miserable presidentito de nombre Felipe Calderón no pudo soportar nunca haber sido reconocido el presidente legítimo de México. Ese pueblo que lo negó es el mismo pueblo que él entregó a la maña. Nunca más.