Nuevo orden ¿sin maximato?
Mecanismos transexenales fallidos en México La Revolución y los orígenes del «Humanismo Mexicano»
Aunque es importante tener en cuenta que cualquier analogía histórica debe ser tomada con precaución, ya que cada período histórico es único y tiene sus propias características y circunstancias, la historia, esa vieja confiable a la que acuden los que buscan ideas, errores y enseñanzas, nos echa luz para identificar algunas similitudes entre el momento histórico de México entre 1928-1940 y el gobierno actual del presidente Andrés
Manuel López Obrador.
En la década de 1920 y 1930, México experimentó un período de cambios políticos y sociales significativos después de la Revolución Mexicana. Durante este tiempo, se buscó establecer un nuevo orden político y económico que fuera más justo y equitativo para la mayoría de la población.
Entre esos cambios podemos identificar la transformación de la Revolución Mexicana en un sistema de gobierno, para lo cual hubo que crear mecanismos políticos que dotaran a México de estabilidad, con fórmulas que permitieran obtener el poder de manera más civilizada y constitucional.
El maximato, el PNR, el PMR-PRI y las posteriores creaciones del tapadismo y el dedazo, fueron inventos post revolucionarios que buscaron afianzar al país hacia un nuevo régimen, lejano del porfiriato que tuvo al gobierno bajo el control total por 30 años.
La creación de la figura del Jefe Máximo por Plutarco Francisco Elías Calles Campuzano [Sonora 1877-1945], fue una herramienta política muy criticada, similar a la del sistema comunista de la época, donde el partido expropia al gobierno, el comité central al partido y el secretario general al comité central, convirtiendo a éste en máxima autoridad del Estado, figura que operó en México de 1928 a 1935, con intenciones del control del poder transexenal, pero también de conciliación y de continuidad del modelo político y económico.
De manera similar, hay quienes hablan de la posibilidad de un maximato en la era de AMLO, esto debido a que su gobierno ha promovido una «Cuarta Transformación» que busca una renovación política y social en México, pero quienes hacen la analogía la miran como el retorno al autoritarismo y a la intención de una dictadura, mediante el control transexenal.
La realidad es que ambos momentos históricos han sido caracterizados por la emergencia de líderes políticos carismáticos, como lo fue el presidente Lázaro Cárdenas en su tiempo y como lo es AMLO en la actualidad, que han buscado impulsar cambios profundos en la sociedad mexicana.
Y es quizá la grandeza de la figura política de AMLO lo que hace pensar en la orfandad de Morena y de la Cuarta Transformación al finalizar el sexenio, debido a que el tabasqueño ha anunciado un retiro eremita —usando como desierto su quinta en Palenque— cortando lazos políticos y de vida pública total, dejando el proyecto que él inició en manos de su sucesora o sucesor, sin que se vea entre ellos el conocimiento y empuje necesario.
¿Dejará AMLO el control total de Morena al finalizar su gobierno aún con la hegemonía que ejerce en 21 estados, incluyendo la CDMX y la Presidencia? ¿O se coronará como un jefe máximo que aunque no ocupe un cargo oficial ejerza su poder de manera discreta, trabajando detrás de escena para influir en la toma de decisiones o para controlar los hilos del poder?
Es importante señalar que la existencia de un jefe máximo tras bastidores no siempre es negativo, ya que esta persona puede tener un papel importante para garantizar la estabilidad y el éxito de una organización o gobierno. Sin embargo, cuando esta persona utiliza su poder de manera indebida o en detrimento de los intereses de la sociedad en general, puede ser perjudicial y problemático.
No obstante, también hay diferencias importantes entre ambos períodos históricos. Por ejemplo, mientras que la Revolución Mexicana fue un conflicto armado que involucró a diferentes fuerzas políticas y sociales, la transformación de AMLO se basa en una revolución de las ideas y en la participación democrática de la sociedad.
Aunque existen algunas similitudes entre el momento histórico de México entre 1928-1940 y el gobierno actual de AMLO, debemos ser cuidadosos al hacer comparaciones históricas y tener en cuenta las diferencias y particularidades de cada época, pues si bien acudimos a la analogía histórica esta podría ser mal interpretada por la oposición al actual gobierno para sembrar temor en los mexicanos y debilitar la consolidación de una lucha contra la corrupción, la reducción de la desigualdad y la defensa de los derechos de los más desfavorecidos.
«Hoy tienes que aprender a vencer. Mañana vencerás». [IVÁN YAKOVICH FRANKÓ]
Siguiendo con el ejercicio de la afinidad de la época post revolucionaria vivida en México y la llamada revolución de las conciencias impulsada por AMLO, podemos agregar que el humanismo mexicano —nombre usado por el Presidente para su modelo de gobierno— es un movimiento filosófico y cultural que se desarrolló en México durante el siglo XX. Este movimiento se caracteriza por su compromiso con la promoción de los valores humanos y la defensa de la dignidad de la persona.
En el contexto mexicano, el humanismo se vio influenciado por las ideas de la Revolución Mexicana, que buscaba transformar la sociedad y construir una nación más justa y equitativa. Los humanistas mexicanos creían que la educación y la cultura eran fundamentales para lograr este objetivo, y trabajaron para promover el acceso a la educación y la difusión de la cultura en todo el país.
Actualmente el programa de gobierno del Presidente López Obrador llamado «Humanismo Mexicano» tiene como objetivo principal poner al ser humano en el centro de las políticas públicas del gobierno mexicano. Las bases del Humanismo Mexicano se sustentan en tres pilares fundamentales: la honestidad, la justicia y la democracia.
La filosofía del Humanismo Mexicano se centra en el bienestar social y el desarrollo humano integral. Esto implica un enfoque en la protección y promoción de los derechos humanos, la igualdad de género, la justicia social y el fortalecimiento de la democracia participativa y representativa.
En cuanto a la política social, el Humanismo Mexicano busca garantizar el acceso universal a servicios básicos de salud, educación, vivienda y alimentación. También se enfoca en la atención a los grupos vulnerables, como dultos mayores, personas con discapacidad, los niños y las mujeres. Además, se promueve el desarrollo de programas sociales para combatir la pobreza y la exclusión social.
En lo que respecta a la política económica, el Humanismo Mexicano busca impulsar el crecimiento económico mediante el fomento de la inversión productiva, la creación de empleo y la promoción del desarrollo regional. Se busca establecer un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación del medio ambiente.
En resumen, el programa de gobierno del Presidente López Obrador llamado Humanismo Mexicano se enfoca en colocar al ser humano en el centro de las políticas públicas y promover el bienestar social y el desarrollo humano integral a través de la honestidad, la justicia y la democracia, principios muy similares a los mandamientos de la Revolución Mexicana que demandaba: igualdad, justicia, equidad y libertad para un pueblo que sufrió de demasiados abusos durante 30 años de dictadura.