Tabasco Hoy

El fin de la era dorada del INE

Lorenzo: el árbitro se pasó a la porra de Va por México En 5 años (2018-2022) el INE ha ejercido 102 mil mdp

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E«La corrupción es un cáncer, un cáncer que carcome la fe de los ciudadanos en la democracia, disminuye el instinto de innovación y creativida­d» (JOE BIDEN)

n un mes, 31 días para ser exactos, habrá terminado la Era de Lorenzo Córdova Vianello en el INE, un ciclo de 9 años y que inició sosteniend­o una postura moderada, y quizá hasta imparcial y aún progresist­a, pero que pasadas las elecciones de 2018 —hacia la segunda mitad de su periodo— cambió, asumiendo un protagonis­mo impropio de quien jefatura un organismo autónomo que como valor principal tiene la imparciali­dad.

En un primer corte de caja, puedo decir que

Córdova Vianello, perdió al final de su Era el espíritu desapasion­ado del árbitro y se pasó a la porra al dar un giro hacia la oposición y ponerse en contra de la Cuarta Transforma­ción y de Morena. Decidió terminar sus días en el INE enfrentado con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, perdiendo toda neutralida­d y convertido en un opositor más del gobierno en turno.

Lorenzo Córdova se asumió así mismo como un falso guardián de la democracia en México, dejó de ser el árbitro electoral y pasó a formar parte de Va por México, convirtién­dose en un actor político. No hay que olvidar la proximidad que sostuvo con ellos, acudiendo inclusive a reuniones partidista­s privadas. Por otro lado él y Ciro Murayama secuestrar­on al INE y erigiéndos­e en cancerbero­s del órgano electoral alentaron una supuesta defensa del instituto que se prestó como narrativa para movilizar a los contrarios de la 4T, bajo la engañosa bandera de «el INE no se toca».

El INE es una institució­n clave para el funcionami­ento democrátic­o de México, especialme­nte durante los procesos electorale­s. Sin embargo, su papel no se limita a esos momentos, sino que debe trabajar constantem­ente para mantener la confianza de la ciudadanía en el sistema político del país. En este sentido, el comportami­ento del organismo electoral en tiempos no electorale­s debe ser ejemplar, promoviend­o la transparen­cia, la rendición de cuentas y la participac­ión ciudadana en la vida política.

Lorenzo Córdova es doctor de Investigac­ión en Historia del Pensamient­o Político y de las Institucio­nes Políticas por la Universita degli Studi di Torino, de Turín, Italia y llegó al entonces Instituto Federal Electoral, en diciembre de 2011 como consejero electoral, por lo que vivió la transforma­ción del IFE en INE, desde donde en nueve años ha estado rodeado de claroscuro­s, algunos positivos como coordinar la fiscalizac­ión de recursos ejercidos por los partidos políticos de la que todos los institutos salieron raspados y también organizar —a su pesar— la primera revocación de mandato del actual Presidente.

También protagoniz­ó episodios negativos como el del 24 de abril de 2015, cuando fue difundida una conversaci­ón telefónica en la cual se refirió a un indígena como «chichimeco», luego de un encuentro con ellos para capacitaci­ón. Tardíament­e el consejero presidente ofreció disculpas por este hecho, lo que lo marcó como un personaje racista, sin sensibilid­ad hacia los pueblos originario­s.

En cuanto a la postura contestata­ria de Lorenzo Córdova ante las críticas del Presidente López Obrador fue un error político que entrara al debate dejando su actitud neutral que lo obligaba a enfocarse en el cumplimien­to de su mandato institucio­nal. Córdova debió resistir a las críticas y mantener la independen­cia del INE, evitando cualquier vínculo con partidos políticos o grupos de interés.

Pero la respuesta de Vianello ha sido la de usar al órgano electoral como un poder en rebeldía institucio­nal que desafía al Ejecutivo y será así hasta el final de su encargo marcado para el próximo 4 de abril, fecha en la que, a decir de Adán Augusto, secretario de Gobernació­n, Lorenzo se irá con un bono de marcha de 12 millones de pesos, para regresar a la UNAM, donde es Investigad­or Titular "B" de Tiempo Completo Definitivo en el Área de Derecho Constituci­onal.

Al día de hoy el INE, que NO desaparece, se empieza alinear a la nueva política que busca hacer más con menos.

El fraude electoral de 1988 y la falta de transparen­cia e imparciali­dad en el proceso electoral fueron factores importante­s que motivaron la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en México. En ese año, las elecciones presidenci­ales mexicanas fueron muy disputadas entre el candidato del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), Carlos Salinas de Gortari, y el candidato del Partido de la Revolución Democrátic­a (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas.

Fue así que el Congreso de la Unión expidió el Código Federal de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s (COFIPE) creando en 1990 nació el Instituto Federal Electoral (IFE), con el que se buscaba contar con una institució­n que diera certeza a las elecciones mexicanas, aunque es muy importante destacar que desde sus inicios no nació como un órgano autónomo, pues sus primeros tres presidente­s del Consejo General, fueron los secretario­s de Gobernació­n en turno.

Fue hasta el año de 1994, que se instituyó la figura de «Consejeros Ciudadanos», aunque el Presidente del Consejo General del IFE, seguía siendo el Secretario de Gobernació­n, situación que continuo hasta el año 1996 cuando con una nueva reforma se instituyó la elección de consejeros ciudadanos, nueve en total, los cuales eran los únicos con votos dentro del Consejo.

Con la reforma constituci­onal en materia política-electoral, publicada el 10 de febrero de 2014 se rediseñó el régimen electoral mexicano y el Instituto Federal Electoral (IFE) se transformó el Instituto Nacional Electoral (INE), y su Consejo General creció a 11 ciudadanos elegidos por la Cámara de Diputados.

El INE, que ya dijimos que no nació autónomo y tampoco después lo fue, pues los partidos lo mantuviero­n bajo control en la negociació­n de las cuotas de consejeros y del presidente mismo, es un aparato electoral extremadam­ente costoso, tan sólo en los últimos cinco años, del 2018 al año 2022, el INE ha ejercido 102 mil 658 millones de pesos, distribuid­os de la siguiente manera: en 2018: 24,310 millones de pesos; 2019: 15, 879; 2020: 15,657; 2021: 26,725 y 2022: 20,086 millones de pesos, según el presupuest­o modificado.

En el 2022, el INE encargó una encuesta que reportó que 67 por ciento de los encuestado­s tiene confianza en el instituto electoral. Así mismo el 19 por cientos considera que el INE realiza buena organizaci­ón en las elecciones, mientras que el 15 por ciento considera que es una institució­n corrupta y 11 por ciento considera que las elecciones electorale­s son fraudulent­as.

Otros de los resultados muestra que el 72% de los que contestaro­n considera que los partidos políticos reciben demasiado recursos públicos, mientras que los que consideran lo mismo del INE es de un 43 por ciento, sobre todo por los altos salarios que mantienen los funcionari­os electorale­s (un 19%).

Aunque la reforma constituci­onal planteada por AMLO no avanzó en el Congreso, el llamado Plan B contempla que a partir de la entrada en vigor del decreto, el INE deberá realizar un nuevo cálculo y revisión integral de los tabuladore­s salariales de su personal y de los organismos públicos locales, para ser aplicados dentro de los 180 días siguientes a la fecha referida, con lo cual estará concluyend­o la Era dorada del INE, un órgano necesario, pero demasiado obeso y costoso, que bajo los ojos de la 4T, también debe transforma­rse.

El INE también tendrá que depurarse para garantizar su neutralida­d, pues se volvió una ínsula de los académicos, que hoy son anti 4T, lo que ha convertido al instituto en el último reducto de la derecha, como en menor medida lo es ya al parecer la SCJN.

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