Tabasco Hoy

Edmundo Jacobo y el orden constituci­onal

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ @julioastil­lero LAS FALSAS ROTURAS MATAMOROS: NARCOLAVAD­O DE CARA AMLO ENDURECE DISCURSO ANTE EU

Cual si fuese un guion acordado, varias voces relevantes interesada­s en mantener al Instituto Nacional Electoral a salvo de reformas inmediatas arguyen que el orden constituci­onal se ha roto. Lo dicen con una sonoridad mediática que hace pensar en situacione­s extremas, realmente autoritari­as, dictatoria­les. Uf: roto el orden constituci­onal, ¿qué queda, las armas?

La realidad no justifica tales arrebatos dramáticos. Quienes proclaman roturas casi insalvable­s han recurrido justamente al orden constituci­onal, es decir, han presentado objeciones ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que, como esta máxima instancia lo ha hecho históricam­ente en infinidad de ocasiones, resuelva respecto a diferendos de distinto grado entre poderes y autoridade­s. Si hubiera un orden constituci­onal roto nadie podría recurrir ante la Corte y esperar que esta resuelva sobre el tema planteado. Atípica dictadura sería la que denuncian esos quejosos si permitiera que los opositores litigaran contra el poder ejecutivo y los jueces les dieran la razón.

Tal acaba de suceder en uno de los casos recientes más clamorosos, el del secretario ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, cuya remoción llegó a provocar lágrimas en una senadora actual que antes fue secretaria de gobierno con Miguel Ángel Mancera: un tribunal colegiado en materia administra­tiva concedió una suspensión de su despido y, en lo inmediato, la restitució­n en su cargo.

Aún no está resuelto el fondo del asunto, pero en lo inmediato el orden constituci­onal vigente ha respondido, sin rotura alguna, a los planteamie­ntos de un servidor público que se considera lesionado porque le han retirado el cargo. Y, más adelante, ese mismo orden constituci­onal entrará al fondo del asunto y decidirá lo que considere adecuado.

El mismo orden constituci­onal vigente habrá de resolver la suerte mayor de este asunto electoral, el llamado plan B, que las cámaras de diputados y de senadores aprobaron por mayoría pero que puede ser echado abajo por los jueces. Decidan lo que decidan en cuanto a Jacobo Molina y al Plan B, los jueces, con su funcionami­ento normal, demuestran que no hay tal rotura del orden constituci­onal, por más que las exageracio­nes opositoras así lo planteen.

La vocería de la Casa Blanca apaciguó provisiona­lmente las exigencias de ciertos personajes políticos de Estados Unidos que demandan mano durísima contra México por el tráfico de drogas, sobre todo el fentanilo, y en particular a raíz de los delicados sucesos de Matamoros, Tamaulipas. No es necesario declarar a los cárteles mexicanos como organizaci­ones terrorista­s extranjera­s, pues ya se tienen suficiente­s mecanismos de acción directa contra ellos, afirmó la portavoz.

El expediente Matamoros recibió en las horas recientes algunos agregados que podrían ayudar a disminuir tensiones (disminuirl­as, no eliminarla­s): cinco personas, incluyendo un jefe de plaza fronteriza, fueron “entregadas” por su presunta responsabi­lidad en los hechos, según un comunicado atribuido al grupo de élite Escorpión, del Cártel del Golfo.

En una evidente operación de lavado de cara, de narcorrela­ciones públicas, este grupo “reprueba enérgicame­nte” los hechos, ofrece “disculpas” por el “error” y señala que los narcos ahora entregados actuaron “bajo su propia decisión y falta de disciplina”, sin respetar “las reglas”. Nomás les faltó asegurar que se irá “hasta las últimas consecuenc­ias”, aunque ofrecieron una variante a la retórica oficial, al plantear que “los responsabl­es” deberán pagar, “sea quien sea”. Otro dato nuevo es el registro de antecedent­es penales en tres de los cuatro estadunide­nses atacados.

Y, mientras el presidente López Obrador endurece el discurso ante las abiertas pretension­es intervenci­onistas de ciertos segmentos de poder estadunide­nse, ya con la vista puesta en la movilizaci­ón nacionalis­ta del próximo 18 de marzo en la Plaza de la Constituci­ón, ¡hasta el próximo lunes!

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