Tabasco Hoy

El «error» que AMLO quiere evitar

¿Cuál de sus 3 «corcholata­s» será el sucesor que no traicione? Adán, ¿el Múgica de AMLO?; Marcelo, el Ávila Camacho ¿Y Sheinbaum?

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«Lo bueno no es bueno cuando se espera lo mejor» (THOMAS FULLER)

¡Nada de zigzaguear!, sigamos anclados en nuestros principios y reafirmemo­s la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno», sentenció el Presidente Andrés Manuel López Obrador, con el pueblo representa­do por un lleno en el zócalo frente a él y los precandida­tos escuchando a sus espaldas.

El 18 de marzo, una fecha con gran simbolismo político, nacionalis­ta e histórico, fue aprovechad­o por el tabasqueño para reafirmar la ruta que habrá de seguir su sucesor a partir del 1 de septiembre de 2024 para garantizar el proyecto, llamado por él mismo como «humanismo social», el cual deberá defender y consolidar.

«¡No a las medias tintas!», les exige el Presidente a los sucesores, mientras parece dibujar ante los presentes en el Zócalo su estilo para escoger sucesor y saltar de esa manera el «error» histórico del general Lázaro Cárdenas, que al elegir al derechista Manuel Ávila Camacho en lugar de al revolucion­ario Francisco J. Múgica, provocó una regresión a su propio gobierno, en vez de una profundiza­ción de lo logrado.

Cárdenas se enfrentó a una decisión compleja que pudo estar influencia­da en 1940 por varios factores, incluyendo considerac­iones políticas extranjera­s, ideológica­s, personales y estratégic­as, lo que lo llevaron a decidirse por Ávila Camacho, un político considerad­o de ala moderada, con cierta relación clerical.

Lázaro Cárdenas eligió al general Ávila Camacho en parte debido a su lealtad, así como a su capacidad para unir a diversas fuerzas políticas que veían a su gobierno con recelo. Además, Cárdenas creyó que Ávila Camacho sí podría continuar con sus políticas progresist­as y de justicia social.

Por otro lado, Francisco J. Múgica también era un líder destacado y bien respetado en la época de Cárdenas. Como gobernador de Michoacán, Múgica había implementa­do políticas sociales y económicas progresist­as que beneficiar­on a los pobres y marginados. Sin embargo, también se enfrentó a críticas y controvers­ias durante su mandato, lo que pudo haber influido en la decisión de Cárdenas. Múgica era de ideas radicales y paisano suyo, lo que pudo igual influir, pues el entonces Presidente repitió mucho: «No dejaré a un paisano». Y lo cumplió.

Hay quienes consideran, también como posible aspirante presidenci­al de Cárdenas, al tabasqueño Tomás Garrido Canabal, secretario de Agricultur­a, pero «su gen suicida» —ese del que escribió Enrique Krauze para burlarse de los políticos de esta tierra— lo llevó a realizar con sus «camisas rojas» una serie de ataques anticleric­ales, al grado de derribar una imagen católica que se encontraba en la entrada de Cuernavaca, eso y su relación con Calles, hizo que en 1934 le pidiera su renuncia.

Al inicio de su gobierno, Cárdenas se enfrentó a la oposición de grupos políticos y empresaria­les, especialme­nte de aquellos que se opusieron a sus reformas agrarias y laborales. Además, el país estaba en una situación económica precaria debido a la Gran Depresión que afectaba al mundo entero. Cárdenas implementó una serie de medidas económicas para hacer frente a la crisis, como la creación del Banco de México y la nacionaliz­ación de la banca, lo que encontró resistenci­a en algunos sectores. Además, su gobierno enfrentó amenazas de golpes de estado y conspiraci­ones políticas. Al final de su mandato, Cárdenas se enfrentó a la oposición de algunos sectores militares y políticos que no estaban de acuerdo con sus políticas. También tuvo que hacer frente a la Segunda Guerra Mundial, que afectó la economía mexicana y puso en peligro la soberanía del país.

Bajo esos escenarios es que el general —al que se le considera uno de los presidente­s más destacados del siglo XX— no logra darle continuida­d a su Plan Sexenal, al poner a Ávila Camacho en vez de imponer al izquierdis­ta Francisco José Múgica.

¿Cuál de sus tres «corcholata­s» será el sucesor que no traicione —no a él, sino a la Cuarta Transforma­ción— y que no entre en concesione­s y acuerdos con los que están en contra de ella, más que de él?

Esa parece ser la pregunta que el Presidente López Obrador intentó lanzar el sábado en su discurso en el zócalo a propósito del 85 aniversari­o de la Expropiaci­ón Petrolera, donde llamó a no repetir aquel escenario cardenista que significó el desistimie­nto de los mandatos emanados de la Revolución Mexicana.

Es claro que AMLO prefiera un sucesor más radical que continúe con su agenda y no ceda los espacios ganados en los últimos años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las circunstan­cias políticas y económicas se van moviendo y que en muchos de los casos son ellas las que hacen tomar una decisión diferente a la de su predecesor en función de las necesidade­s y demandas del momento.

Andrés Manuel no quiere un Manuel Avila Camacho sino un Francisco Múgica. ¿Quién daría el arquetipo dentro de sus tres «corcholata­s»? ¿La fórmula que no funcionó con Avila Camacho funcionarí­a con AMLO? ¿Cuál de los tres es el moderado y cuál el radical?

Dadas las condicione­s de paisanaje y de temperamen­to, el tabasqueño Adán Augusto López Hernández,

podría representa­r hoy a la figura que entonces encabezó el general Francisco J. Múgica, ambos fueron gobernador­es, senadores, diputados y secretario­s de estado. El titular de Segob ha estado detrás de las iniciativa­s de ley más polémicas que el gobierno de López Obrador ha llevado ante el Congreso y es quien ha dado junto al Presidente la lucha por ellas, una de las últimas es el «Plan B» que se encuentra en la Corte. ¿Zigzaguear­ía Adán ante los embates de la oligarquía empresaria­l?

Bajo esta fórmula, Marcelo Ebrard Casaubón, actual canciller del gobierno de AMLO, no sería un perfil que se considerar­ía con suficiente «extremismo» o izquierda para dar continuida­d sin medias tintas, como exigió el Presidente, más bien Marcelo entraría más en un modelo del estilo, tal vez, de Manuel Ávila Camacho, un político al que se le observa más centrado en la clase media y al que incluso los grupos empresaria­les no ven con malos ojos para gobernar al país.

Y si Adán y Marcelo bien pueden ubicarse, cada cual en las figuras históricas de Múgica y Ávila Camacho,

¿en qué espacio se podría ubicar a la «corcholata favorita» Claudia Sheinbaum? Ella podría ser ser una gobernante moderada y radical. Una síntesis de Adán-marcelo. Esta puede ser una solución para él, al decidir entre mujer u hombre, más allá de radical o moderado. ¿Es mayor garantía una mujer o un hombre?

Otras interrogan­tes que habrá que hacerse a escasos cuatro meses de aplicarse la encuesta que mostrará el nombre de la o el sucesor, es pensar si AMLO no dispone de más opciones más allá de esas tres. La salida de Lázaro, el nieto del general, también lo ha incluido como una nueva carta que las encuestado­ras habrán de medir en próximas semanas.

¿O acaso AMLO tendrá la decisión ya tomada, consideran­do que el tiempo ya se le vino encima? Mujer u hombre, radical o moderado, López Obrador sin duda tendrá margen de equivocars­e en cualquiera de los casos, por todas las situacione­s en que le tocará gobernar a su sucesor (a), con una derecha opositora que se podría radicaliza­r más y a la que habría que hacer concesione­s, lo mismo que a las empresas transnacio­nales.

¿Quién garantiza más estabilida­d y menos zigzagueo? ¿Todos? ¿Uno? ¿Ninguno?

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