Se quemó un régimen
La oposición político-mediática de AMLO no debe confundirse: la quema de una imagen de la presidente de la SCJN, durante la conmemoración de la expropiación petrolera el pasado 18 de marzo, fue un acto consiente cometido por un grupo de manifestantes que expresó el repudio a su actuación, quienes intenten deslizar, siquiera la idea, de que la responsabilidad es del presidente son tontos por decirlo de forma educada. Lejos de ser tan simplistas para asociar el público desacuerdo del mandatario con la ministra y esa muestra de rechazo, deben entender que la ciudadanía no sólo percibe con claridad la forma de conducirse de quienes encabezan los Poderes, instituciones u organismos del Estado, sino que responde o puede responder en consecuencia cuando consideran que esas conductas son inapropiadas, excesivas, injustas o en general contrarias a la ley, sin olvidar que, gusté o no, “Vox Populi, Vox Dei”. No pretendan entonces, inducir la idea, como estúpidamente lo intentó Ciro Gómez Leyva y otros de su “sicario” comportamiento editorial, de que el discurso de AMLO genera esos actos, por supuesto que NO, es el hartazgo de ver, por ejemplo, a Lorenzo Córdova burlarse a nivel nacional de las intervenciones de los representantes de Morena en el Consejo General del INE, la indignación de atestiguar cómo la ministra en referencia, ha “regalado”, vendido tal vez, resoluciones a favor de presuntos delincuentes por nimiedades legaloides (no jurídicas) para liberarlos de responsabilidad y devolverles los recursos mal habidos pues, sólo los muy ingenuos, creerán que sus altos niveles de vida son producto de su trabajo esforzado, eficiente y honrado. “Espántense” del abuso y la indecencia de esos funcionarios y no de la quema de una figura de cartón; ASÚSTENSE DE VERDAD cuando cientos o miles, salgan a pedir cuentas de manera personal a esos venales y banales funcionarios. NO se quemó una figura ni mucho menos a una persona, se quemó un estatus, un régimen que quiere ya.