NORMA ELIA SACRIFICó VIDA FAMILIAR POR SONIDO NATALY

Como mamá y sonidera, Norma Elia no la ha tenido fácil. Ha estado dos veces casada y ambas se ha separado. “Llevo la música en la sangre, me apasiona, y eso mis maridos nunca lo entendieron. Hasta me dijeron: ‘¡Tu sonido o yo!’”, dice quien desde 1993 está en este ambiente y en 2009 formó Sonido Nataly.

Tiene dos hijos, uno de cada matrimonio: una mujer de 21 años, y un chico de 13. En ambas relaciones sufrió violencia física y psicológica. De hecho, apenas el 3 de enero pasado fue víctima de una golpiza por parte de su esposo. “Soy sobreviviente de un intento de feminicidio; durante siete minutos me golpeó con sus puños, perdí la memoria dos ocasiones, y el 70 % de mi oído derecho. Además, me corrió de la casa, me dejó sin nada y me tuve que ir a vivir a un refugio”, recuerda con dolor.

Con su primera pareja tampoco la pasó nada bien; entre los dos levantaron el sonido Cali Ventura, y cuando se separaron, él se llevó el equipo: “Él también me golpeaba, y supe que tuvo ocho hijos fuera del matrimonio. Además, me dejó una deuda de 400 mil pesos, y por si fuera poco, me quitó a mi hija durante nueve meses”.

Ambos le reclamaban que no cuidaba a sus hijos y no los atendía a ellos: “Yo trabajaba, estudiaba, lavaba mis trastes, la ropa, hacía la comida, y sábados y domingos me iba a los eventos; es decir, siempre estuve al cien, pero ellos querían una esposa de tiempo completo en casa”.

Norma Elia estudió para maestra de primaria, y desde hace 21 años ejerce como tal. Dice: “La sociedad no recibe bien a una mujer sonidera, prefiere siempre a un hombre. Ellos mismos dicen: ‘Es mujer y no la va a hacer’, pero nos oyen tocar y se quedan sin palabras”.

Sonido Nataly (nombrado así en honor a su hija) lo ha sostenido Norma Elia contra viento y marea: “Ya lloré lo que tenía que llorar, pero ahora soy otra, soy libre; quizá tuve que vivir todo eso para llegar a este momento, así que no me quejo. Simplemente hay que echarle ganas y ver para adelante. Ser sonidera y mamá ha sido difícil, pero la música me apasiona y es mi terapia. Además, me ha salvado”.

La sociedad no recibe bien a una mujer sonidera”