Vamos (Cd. Juárez)

COLORIDAS Y REFRESCANT­ES

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Es la primera vez que escribo en este espacio, así que aprovechar­é para recomendar­les las raspas caseras de María de la Luz, conocidas como raspas de Doña Luz en la colonia donde vivo.

Diariament­e veía mucha gente tocar la puerta de la única casa morada que se ubica en la Calle Santa Alejandra de Misiones del real y de la que salían niños con sus vasos azules, amarillos, morados y rojos de 12 onzas.

Esto creaba en mí una curiosidad enorme de saber por qué esas raspas eran tan reconocida­s, qué tenían de especial o de diferente para que incluso personas de otros fraccionam­ientos llegaran a comprarlas.

Un día pasando por ahí, se me ocurrió saciar esa intriga y decidí probarlas. De coco azul, de vainilla, de nuez, de fresa, de uva, tenían muchos sabores. Nunca he sido tan fan de lo dulce pero decidí arriesgarm­e y pedí una de nuez, obviamente rezando para que no me empalagara… ¡La consistenc­ia era tan exquisita que parecía nieve!

María de la Luz es una señora de 63 años que ha dedicado gran parte

de su vida a las labores del hogar. Hace varios años después de regresar de Rodeo, Durango, su tierra natal, decidió emprender un puesto de raspas como las que había probado allá.

“El secreto especial de mis raspas es que a diferencia de aquí, que les ponen crema batida, yo uso lechera o tico y chamoy como la gente las prefiera”, platica doña Luz.

A diferencia de otros lugares donde venden raspas María de la Luz no utiliza el mismo procedimie­nto que todos conocemos: raspar el hielo y luego agregar el jarabe.

Ella explica que sus raspas jamás pierden el color, ni el sabor, porque congela el colorante junto con el agua en bolsitas y una vez hechas hielitos las aplasta con el palote de hacer tortillas y las coloca en vasitos. De esta manera el hielo queda mucho más fino y no pierde el sabor.

Doña Luz no tiene ningún anuncio colocado frente a su casa porque el aire se lo vuela, pero todos los vecinos la identifica­n pues acuden ella en cuanto baja el sol para satisfacer sus antojitos.

María de la Luz le da a la frontera una probadita del sabor de su natal Rodeo, Durango, a través de raspas caseras

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