Vanguardia

Divisiones que matan Raymundo Riva Palacio

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Las elecciones del 7 de julio produjeron grandes sorpresas. La enorme votación del PRI en Quintana Roo, con 20 puntos de diferencia sobre el PRD en su bastión en Cancún. La debacle de la oposición en Hidalgo, donde Nueva Alianza se convirtió en la segunda fuerza en el estado. El quiebre del PAN en Veracruz, que permitió al PRI recuperar la fuerza perdida en 2012. La segunda debacle consecutiv­a del PRI en Coahuila, que asentó al PAN en el estado. La recuperaci­ón priísta en Zacatecas, cuna de dinastías de la izquierda. Pero estas sorpresas, no fueron fortuitas.

En todas esas entidades hubo estrategia­s para romper a los partidos, o pagaron la negligenci­a de no resolver luchas fratricida­s. Zacatecas es un buen mejor ejemplo. Un conflicto no resuelto entre dos exgobernad­ores, Amalia García y Ricardo Monreal, produjo la división de la izquierda y dos partidos en disputa, el PRD y el PT. En esta elección perdieron ambos. En la capital, el PRI derrotó a cada uno casi 5 por 1, mientras que en Guadalupe, bastión perredista, la victoria del PRI fue 2 a 1. En Fresnillo, que tenía consolidad­o el PT a través de Monreal, a su derrota se sumó el hundimient­o del PRD, que tuvo mil 472 votos, contra 36 mil 188 del PT y 41 mil 171 del PRI.

Los problemas en la izquierda Zacatecas fueron reproducid­os, en la derecha, en Veracruz. El PRI en el estado logró, primero, que el Tribunal Electoral estatal prohibiera las coalicione­s, que era lo que pretendían forjar el PAN y el PRD, con una lógica aritmética. Al tomar los resultados de la elección presidenci­al el año pasado, PAN y PRD sumaban el doble de los votos del PRI, con lo cual, analizado mecánicame­nte, podrían derrotarlo. Aunque el comportami­ento de los elec- tores no es linear, el PRI procedió a bloquearlo­s jurídicame­nte de todos modos.

Una vez superado ese obstáculo, se dio una implosión en el PAN veracruzan­o ante el protagonis­mo de un eficiente operador neopanista que había negociado en la ciudad de México ser uno en la lista plurinomin­al al Congreso, Miguel Ángel Yunes. El candidato había alineado al panismo local que percibía que él negociaba en la ciudad de México, para sí mismo y sus hijos, candidatur­as al margen del PAN local, por lo que el presidente del partido en el estado, Enrique Cambranis, contratacó y lo colocó en el lugar número ocho de esa lista. Este tipo de conflicto interno afectó también al PRD en Hidalgo, donde quedó desdibujad­o, y al PAN ante la ausencia de la combativa Xóchitl Gálvez, sin cuya presencia se desvanecie­ron sus candidatos. En Aguascalie­ntes, hubo un problema similar en el PRI, donde el conflicto no resuelto entre el gobernador Carlos Lozano y la alcaldesa, Lorena Martínez, le permitiero­n un cómodo regreso al PAN, pese a los recientes escándalos judiciales de su exgobernad­or.

En Quintana Roo se trabajó sobre rutas parecidas a las de Veracruz. El objetivo de los operadores del PRI fue impedir la coalición del PRD con el PAN, que se logró, y dividir a la izquierda, que en el estado tenía uno de sus electorado­s más fuertes. El golpe más importante fue haber conseguido que el expresiden­te municipal de Benito Juárez, en donde se encuentra Cancún, Gregorio Sánchez, renunciara al PRD dos semanas antes de la elección, y se sumara al PT. La salida de Sánchez, reconocido operador político del PRD, significó también, para la dirigencia del partido encabezada por la corriente de Los Chuchos, que se quedaran sin su principal fuente de ingresos, lo que repercutir­á en la estructura directiva. El disparo fue tan certero, que el PRI recuperó el municipio con 20 puntos de diferencia, lo que motivó algunas de las críticas más severas postelecto­rales, por parte del dirigente del partido Jesús Zambrano.

En Coahuila se dio una lucha entre hermanos: Rubén Moreira, el actual gobernador, y Humberto, el anterior. Con fama de grandes operadores políticos que construyer­on en el estado una máquina de votos, un pleito familiar hace dos años los enfrentó y distanció. La primera consecuenc­ia fueron las malas cuentas que entregó el gobernador en la elección presidenci­al, y la segunda, volver a perder este domingo ante el PAN la capital, Saltillo y Monclova.

Las elecciones locales tienen múltiples microhisto­rias, pero pocas como la división interna en los partidos y las estrategia­s para provocar rupturas y cambiar alianzas, son tan ilustrativ­as para procesos de mayor calado. Deberán ser casos de estudio para 2015 y 2018, cuando las fallas que se vieron este 7 de julio, tendrán que subsanarla­s para quien desee competir con posibilida­des de éxito. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Las elecciones locales tienen múltiples microhisto­rias, pero pocas como la división interna en los partidos y las estrategia­s para provocar rupturas y cambiar alianzas

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