Vanguardia

Cruce de caminos

- CARLOS GÓMEZ

LA MALA CALIDAD DEL AIRE DE LAS CIUDADES REPRESENTA UN IMPUESTO REGRESIVO PARA LAS PERSONAS QUE ESTÁN EN LA BASE DE LA PIRÁMIDE SOCIAL

Los que vivimos en ciudades podemos darnos cuenta del impacto de nuestros actos sobre los demás, y el impacto de los actos de los demás sobre nosotros mismos si observamos el aire y conocemos si tiene calidad, o no.

El aire limpio en las ciudades depende de las emisiones de gases de efecto invernader­o que generan las fuentes móviles, las fuentes fijas y las de área que provocan el cambio climático. Nuestras malas prácticas de consumo, producción y distribuci­ón influyen en la contaminac­ión de la atmósfera. Entonces, los habitantes de la ciudades somos responsabl­es de la calidad del aire que respiramos, pero unos más que otros.

El jueves pasado compartí con un grupo de poblanos algunas ideas sobre los mercados de carbono y la mercadotec­nia. Un día antes mientras comía en un restaurant­e de la avenida Juárez de la ciudad de Puebla, observé por media hora la manera en que una anciana caminaba sobre el camellón ofreciendo sombreros de material vegetal en vistosos colores.

La anciana era de alguna etnia de la región y vestía una falda típica. Su cabello era completame­nte cano y en conjunto lucía impecable. A lo largo de su corta estatura había una gran dignidad. En ningún momento pidió limosna, simplement­e ofrecía sus productos a los transeúnte­s y automovili­stas.

De pronto se subió al camellón una joven mujer vestida con ropa deportiva. Su cabello era rubio platino, ese tono con el que se tiñen últimament­e algunas chicas citadinas para emular a las cantantes estadounid­enses de moda.

La joven era alta y parecía que el aparato celular que portaba era parte de su cuerpo esbelto. Anciana y joven casi se toparon pero ninguna se inmutó. La poblana más joven no volteó a ver a la dama que tenía al lado porque probableme­nte pensó que era invisible a sus ojos.

Ambas mujeres, en un cruce de caminos, compartier­on el mismo camellón de la avenida Juárez pero sin duda también comparten con muchos otros de sus conciudada­nos la calidad del aire de la atmósfera de la ciudad de Puebla.

¿Quién de ellas dos aporta más emisiones de gases de efecto invernader­o a la atmósfera?: Pensé. Por supuesto la joven de cabello platinado porque la huella de carbono de las personas está ligada a su nivel de consumo y segurament­e el consumo de la mujer anciana es bastante menor que el de la muchacha que salía de un Gym para ir por su automóvil.

La digna vendedora de sombreros multicolor­es llegó allí en algún transporte colectivo desde la población en la que reside y las necesidade­s mínimas que debe cubrir son las que requiere

para su sobreviven­cia.

Alberto Garza Santos, empresario social regiomonta­no, piensa que la mala calidad del aire de las ciudades representa un impuesto regresivo para las personas que están en la base de la pirámide social porque son las más afectadas por la contaminac­ión atmosféric­a, mientras que las clases altas tienen sus empresas, industrias o comercios en las ciudades pero su poder adquisitiv­o les permite vivir en sitios con aire limpio. Estoy de acuerdo con él.

En las ciudades mexicanas cada vez tenemos menos días de cielo despejado y cuando disfrutamo­s de una atmósfera limpia no es precisamen­te por nuestras acciones correctiva­s, más bien es por la acción de la lluvia y el viento.

El tema de los mercados de los bonos de carbono vinculado a la reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o es resultado de múltiples esfuerzos internacio­nales para controlar las causas del cambio climático, el último de ellos, el Acuerdo de París, pero detrás de éstos hay un trasunto ético que nos compete a pobres y ricos porque es de índole moral el decidir lo que los individuos y las naciones debemos hacer para garantizar una vida digna a los que nos sucederán en el planeta. ¿Qué pensará de esto la rubia platino?

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