¿POR QUÉ NO FUNCIONA RAYADOS?
La pregunta lógica instalada en cualquier debate sobre la actualidad de este Rayados no supone ser tan sencilla de responder. ¿Por qué no funciona un equipo dotado de muy buenas individualidades?
En primera instancia habría que preguntarse ¿a qué quiere jugar Rayados? Jugar bien al futbol no depende sólo de tener buenos jugadores, sino que depende de muchos factores donde estos y el DT se ven involucrados.
Rayados tiene futbolistas de diversas características que no necesariamente pueden ser compatibles, y eso hoy se observa en los hábitos colectivos donde parece que no a todos les conviene los propósitos que persigue el entrenador.
Regularmente se cae en el error de creer que la idea de juego son los sistemas que modula el equipo, pero una cosa es el parado (lo menos importante) y otra, totalmente distinta es el estilo, que es saber cómo elaborar las jugadas, cómo defender o cómo lograr encontrar las ventajas ofensivas.
Estas cuestiones se ensayan, pero da la sensación de que en Rayados todo se deja librado al talento o a la suerte, a lo que pueda resolver Pabón, a un zapatazo de Cardona, a un gol de tiro libre o a una acción accidental favorable.
Mohamed ha tratado de brindarle a Rayados un acomodo de acuerdo a la aptitud de sus elementos. El detalle es saber si realmente el técnico ha ayudado a crecer las condiciones de cada uno. Traer figuras sueltas nunca será una solución si de antemano no está claro cómo éstas van a garantizar una mejor ejecución.
A jugadores como Cardona, por citar un caso crítico, no se les agregan otras funciones a las naturales, sino que se le convence. ¿Mohamed lo ha logrado? El colombiano parece actuar por razones relacionadas a su instinto, pero esto no se traduce al beneficio colectivo. Aquí radica en gran parte su volubilidad.
Un futbolista desequilibrante como Cardona y con una pegada extraordinaria siempre será mucho más útil para el equipo si su talento se descarga sobre el área adversaria y no a 60 metros de la portería como muchas veces se lo ha visto jugar arrastrado por el ejercicio de la recuperación. Tirar lujos en la mitad del campo es un desgaste innecesario.
Así como Mohamed puede tener errores en la construcción del perfil de su equipo o en la elección de los ejecutores, también los jugadores pueden no estar capacitados para incorporar los conceptos que se les piden. En Rayados ocurren las dos cosas.
Ortiz ofrece mucho más equilibrio y precisión cuando es el único contención que cuando lo hace con Gargano a su lado. Este es el mejor ejemplo de características incompatibles. Dos volantes de marca que no se complementan, sino que se duplican.
Mohamed tampoco ha definido qué pretende hacer con su mediocampo. A veces ha salido con dos interiores (Sánchez y Ortiz o Ayoví o González) y en otras ocasiones supo disponer de cuatro volantes (Gargano y Ortiz por el medio y Sánchez y Cardona por fuera).
La abundancia de individualidades suele generar estos tipos de conflictos y, contrario a lo que se supone, un equipo tiende a limitarse cuando está plagado de especialistas. Aquí es otro ejemplo de que una combinación de jugadores “iluminados” no siempre ofrecerá un futbol luminoso.
Rayados No es intenso porque las cargas individuales no están equilibradas. No hay homogeneidad en el compromiso.
Sin convencimiento ni estímulos no hay éxito. Muchos jugadores actúan por acto reflejo y Mohamed, en su obsesiva búsqueda de atender lo urgente, ya ha perdido de vista lo prioritario: definir a qué quiere jugar.