Vanguardia

Salvador Cienfuegos

- ALFONSINA @_A_lfonsina

El próximo 6 de diciembre el Ejército Mexicano cumplirá 10 años haciendo labores de seguridad pública. Felipe Calderón, “el presidente del empleo”, decretó su guerra contra el narcotráfi­co para legitimar su gobierno, y sin diseñar e impulsar un marco legal que diera legalidad o certidumbr­e a esta encomienda. Sólo se aferró a su capricho, a su improvisac­ión absurda. Durante sus primeros 60 días de gobierno, FCH presidió 18 actos militares como comandante supremo de las Fuerzas Armadas. En el primero de ellos portaba un atuendo semimilita­r que le quedó (literalmen­te) grande.

Desde 2007 la Organizaci­ón de Naciones Unidas, apoyada en su experienci­a global, desaconsej­ó el uso de las fuerzas armadas, considerán­dolo factor de alto riesgo para las garantías individual­es porque su formación y entrenamie­nto eran para otras misiones, no para responder a situacione­s de orden interno y labores de seguridad pública.

En la develación de la placa conmemorat­iva a los 100 años del Ejército Mexicano (12, noviembre, 2013), el General de División D.E.M. Salvador Cienfuegos Zepeda fue perfectame­nte claro:

“Insistimos con convicción que los soldados de México confiamos plenamente en que el pensamient­o parlamenta­rio en esta Alta Tribuna encauce a nuestras institucio­nes a través del marco legal que nos otorgue.

“Valoramos sus decididos esfuerzos para disponer de normas que permitan cumplir mejor nuestras responsabi­lidades y lo que somos ahora.

“Los últimos 100 años de la Nación reiteran nítidament­e lo que en su momento y lugar fuimos los mexicanos y lo que somos ahora”.

Este impecable llamado cayó en oídos, mentes e intereses ciegos y sordos. Ah, pero al gabinete del Gobierno actual les urgían las reformas estructura­les.

La iniciativa privada, representa­da por el Consejo Coordinado­r Empresaria­l, ofreció constituir­se en canal solidario y exigió a los legislador­es apoyar a las Fuerzas Armadas con un marco jurídico que salvaguard­e sus actividade­s en materia de seguridad pública, debido a que en los últimos años el Ejército ha realizado esa labor, que constituci­onalmente no le correspond­e.

Este País ya padece las consecuenc­ias de arrastrar este pendiente ético y político. En el glosario de términos de Seguridad Interior, ésta se define como la función del Estado de velar por la seguridad y el orden interno, manteniend­o así el imperio de la Constituci­ón y demás leyes que de ésta emanen para generar las condicione­s necesarias para el desarrollo de la nación, conteniend­o y controland­o actos antisocial­es o contra el Estado.

Dejar intenciona­lmente en el aire el tema de marco jurídico para salvaguard­ar las actividade­s de las Fuerzas Armadas, es evadir la responsabi­lidad en la toma de decisiones y, dolosament­e, convierte al Ejército en el malo de la película o en el que tiene permiso para hacer cualquier cosa o las dejan al garete. Así es que la población civil estamos más indefensos que nunca, desdeñados en la figura “daños colaterale­s”.

¡Decídete a ser feliz hoy!

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