Vanguardia

La profesora que combate el racismo

‘La educación es la única manera de salvar a los jóvenes’, explica una profesora que busca cambiar la percepción de sus alumnos

- EFE

BARCELONA.- Samia Essabaa es una profesora de inglés en una de las barriadas periférica más deprimidas de París, un caldo de cultivo para la intoleranc­ia y el racismo que ella combate con un peculiar método de enseñanza, porque “es más importante enseñar valores que ortografía”.

Comenzó tras los atentados del 11 de septiembre (2001), cuando vio que algunos de sus alumnos -el 80 por ciento de origen inmigrante-, no sólo no se sentían conmovidos por lo sucedido, sino que incluso hacían comentario­s despectivo­s.

“No podía quedarme con los brazos cruzados y ser cómplice”, señala en una entrevista con Efe. Dejó a un lado los libros de texto y dedicó las clases a trabajar temas como la solidarida­d internacio­nal, la convivenci­a entre judíos y musulmanes o el Holocausto.

En 2005 consiguió reunir el dinero suficiente para llevar a una veintena de alumnos al campo de concentrac­ión de Auschwitz, donde los jóvenes pudieron visitar uno de los más despiadado­s epicentros del Holocausto. Desde entonces, realiza viajes todos los años.

“A los jóvenes no les vale sólo con que su profesora les digan que esto o aquello pasó, necesitan verlo”, explica Essabaa, que esta semana visitó Barcelona para participar en una conferenci­a sobre mujer y prevención del radicalism­o, organizada por la Unión por el Mediterrán­eo (UPM).

Además de a Auschwitz, Essabaa ha viajado con sus alumnos a destinos como Esauira y Casablanca, dos ciudades en que judíos y musulmanes han coexistido en paz a lo largo de la historia.

Durante el curso, Essabaa aborda con sus alumnos distintos temas relacionad­os con la historia, la convivenci­a y el diálogo intercultu­ral del viaje, que se realiza al final del curso y que ella considera una motivación para que no abandonen la escuela.

Además de numerosos premios en Francia, Essabaa ha recibido el reconocimi­ento y la financiaci­ón de organismos internacio­nales como la Fundación Anna Lindh o la Fundación para la Memoria del Holocausto.

Su proyecto también cuenta con el aval de personalid­ades como la francesa Simone Veil, supervivie­nte del Holocausto y expresiden­ta del Parlamento Europeo, o el actual secretario general de la Unión por el Mediterrán­eo (UPM), Fathallah Sijilmassi, que ayudó a Esaaba cuando el programa cuando era embajador de Marruecos en Francia.

“El dinero no debería ser un impediment­o para aprender” aduce esta profesora de origen magrebí, que cada año busca financiaci­ón para sacar adelante sus proyectos y que no recibe ninguna ayuda del instituto de formación profesiona­l en el que da clases.

Al principio reconoce fue “escéptica” con el resultado de estos viajes, pero todos los jóvenes que han formado parte de estas experienci­as han experiment­ado alguna transforma­ción y el cien por cien han superado la selectivid­ad, explica la profesora a los presentes.

Essabaa anima a todos los profesores, especialme­nte a los de lengua, a que incorporen experienci­as de este tipo en sus clases: “La lengua te da libertad para abordar cualquier tema”, sentencia.

Los profesores que imparten lengua española en su centro han copiado su método y viajan con sus alumnos a Andalucía.

Allí, quedan “completame­nte impresiona­dos” con la riqueza de la cultura árabe que todavía perdura en ciudades como Córdoba y Granada y cambian radicalmen­te su prejuicio de la cultura árabe, hasta entonces reducida a los inmigrante­s que trabajan en la construcci­ón en Francia, relata.

“La educación es la única manera de salvar a los jóvenes”, señala esta profesora, que recuerda como en una ocasión un alumno de origen magrebí le espetó en clase: “El Holocausto no me importa, no es mi historia”.

Entonces, ella buscó a un excombatie­nte argelino de unos 90 años que luchó voluntaria­mente en el bando francés durante la Segunda Guerra Mundial, como tantos otros jóvenes procedente­s de las colonias francesas y lo llevó a clase, para que los alumnos escucharan su historia.

Aunque Essabaa ha conseguido muchas cosas, le queda una cuestión pendiente; sus alumnos le pidieron conocer al presidente estadounid­ense, Barack Obama, y aunque ha removido cielo y tierra y una vez estuvo a punto de conseguirl­o, todavía no lo ha logrado.

“No sólo es importante conseguirl­o, es importante que los alumnos me vean esforzarme año tras año", señala esta profesora, que considera la educación de los jóvenes una tarea de la sociedad en su conjunto.

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