Campaña EUA: toca el turno a electores
Para todo efecto práctico, lo que tenían para decir los principales aspirantes a ocupar la oficina oval de la Casa Blanca lo han dicho ya. Con la realización del tercer debate presidencial el día de ayer, Hillary Clinton y Donald Trump técnicamente han “cerrado campaña” y ahora el balón se encuentra en la cancha de los electores.
Faltan poco menos de tres semanas para la jornada electoral en la cual los votantes de los Estados Unidos decidirán por cuál de los dos resultados “históricos” de sus comicios presidenciales se decantan: el que pondrá el mando de su país por primera vez en manos de una mujer o el que le dará el poder a un individuo “políticamente incorrecto”.
Nada de lo dicho anoche por los abanderados republicano y demócrata abonó realmente algo nuevo a la contienda. Con algún matiz que dista de pesar lo suficiente como para ser significativo, ambos candidatos utilizaron nuevamente su tiempo en tratar de convencernos de quién miente más.
Las encuestas previas al debate final muestran desde hace algunos días una ventaja para Clinton pero ésta se ubica lo suficientemente cerca del margen de error como para considerar la posibilidad, todavía, de que cualquier cosa pueda ocurrir el 8 de noviembre.
Los números siguen indicando también que el proceso electoral, pese a la relevancia que reviste para el vecino país del norte, sigue sin entusiasmar particularmente a los electores estadounidenses y pareciera que la polarización -cada vez mayor- de la contienda está sirviendo, sobre todo, para alejar a los ciudadanos de las urnas y no al revés.
Las características de esta elección parecieran evidenciar la existencia de un fenómeno paradójico: la democracia estadounidense es capaz de ofrecerle a los votantes la contienda más ríspida de la historia y eso no les mueve a involucrarse en la toma de una decisión trascendental para su futuro inmediato, sino más bien a la abstención.
Habrá que esperar, por supuesto, a ver los resultados que arroje el cómputo de los votos el mes próximo para sacar conclusiones más precisas, pero el panorama que se dibuja por lo pronto convoca a pensar que estamos presenciando una mutación importante en la forma en la cual los electores perciben los comicios.
Porque al menos en lo que hace a la elección presidencial, pareciera que a los estadounidenses no les preocupara demasiado, más allá de sus posiciones personales, quién termine durmiendo en la Casa Blanca, como si los elementos relevantes para sus proyectos personales de vida estuvieran más bien en otra parte.
Por lo pronto, como quedó claro al definirse los nombres de los contendientes de los principales partidos políticos, la de este otoño será, sin duda, una elección presidencial histórica en los Estados Unidos. Ya sólo falta saber qué tipo de hito será el que se escriba a partir del cierre de las casillas.