Planeación o caos
Por desgracia, en las últimas semanas las noticias acerca de los accidentes automovilísticos en nuestra ciudad han sido la información sobresaliente en las páginas de la nota roja.
Saltillo sigue teniendo un grave problema en este ámbito. Cuanto más ha crecido, más se han acrecentado los problemas derivados de ello, y falta realmente la decisión tanto de las autoridades municipales como la de los propios automovilistas para que ello deje de ocurrir.
Una buena noticia a nivel nacional es que se penalizará el uso del celular mientras se está manejando. De uno a dos años de prisión a quienes empleen cualquier equipo de radiocomunicación. Una medida importante de la Cámara de Diputados, lo que contribuirá por lo menos a disuadir de utilizarlo en condiciones de manejo.
Este crecimiento desbordado de la capital coahuilense debe llevar a pensar en una mejor planeación citadina, y en la optimización del conocimiento de los reglamentos de tránsito. La calle se ha convertido en un grave riesgo, en un potencial peligro para los saltillenses. Si nos sentimos inseguros a plena luz del día, imaginarse transitando los puentes y los pasos a desnivel por la noche, provoca verdadero horror.
Se requiere de una mayor conciencia, y ella empieza desde el momento mismo en que se estudia a fondo el comportamiento de los ciudadanos, sus patrones de conducta ante determinadas vías y sus rutinas. Considero menester que las autoridades emprendan un estudio sobre esto para realizar acciones que convenzan a los ciudadanos, ya sea a través de las sanciones, como en un momento se hizo con la amenaza de las fotomultas, las cuales desafortunadamente no prosperaron, y a través también de la propia conciencia. Va, por supuesto también, desde el permiso otorgado a los conductores mediante la expedición de licencias de manejo.
Asusta el crecimiento desmedido de Saltillo; asusta la falta de planeación y la potencial falta de recursos naturales para sostener a una población en constante crecimiento. Requerimos todos de una mayor conciencia, de una mayor gestión personal, de mayores oportunidades de acción para mejorar el entorno en el cual estamos viviendo.
Saltillo se nos irá de las manos si no resolvemos asuntos como el del tráfico vehicular, que ha llevado a la muerte a numerosos conciudadanos; si no ponemos atención en lo desmedido, en lo desproporcional de ese crecimiento en áreas que debiéramos resguardar, tanto por seguridad, para sostener la vida, por sus recursos naturales, como por considerarlas dignas de preservación.
Uno de estos puntos geográficos en crisis es precisamente el campo de La Angostura. Ahora que se acaba de recordar en este sitio la batalla en que los soldados mexicanos enfrentaron valerosamente la invasión del ejército comandado por Zachary Taylor, resultó notable la enorme necesidad de dotar al área de protección. Un lugar que debemos honrar, por haberse perdido ahí vidas humanas, lo más sagrado que existe.
Ojalá que las autoridades atiendan la necesidad de detener la expansión demográfica hacia esa zona del sureste de nuestro Estado, y hagan respetar el sitio histórico que pertenece al municipio de Saltillo.
Entristece ver una ciudad a la que le sigue faltando normatividad en muchos aspectos de su vida: que va desde el tránsito en sus vías, hasta esta invasión a los lugares que debemos conservar. ¿Qué enseñar a las generaciones que vienen acerca de la historia? ¿Qué, acerca del valor de aquellos soldados? ¿Qué, de tanta sangre derramada en el campo? Requerimos de certezas para mostrar nuestras fortalezas.
Es momento en que tanto los habitantes nacidos en estas tierras como los llegados de fuera, pero asentados aquí, juntos se unan en una dinámica en común. Una dinámica que nos lleve a consolidar el territorio en que hemos elegido para vivir.
Si no lo hacemos, la ciudad se perderá en la bruma del caos. Es el momento, nos lo exige el tiempo histórico que nos ha tocado vivir.