Vanguardia

CERCARON EL CERRO, LES MATARON A SUS ANIMALES, TUMBARON SUS CHOZAS Y ¡LOS DESPOJARON DE SUS TIERRAS!

- TEXTO Y FOTOS JESÚS PEÑA EDICIÓN KOWANIN SILVA DISEÑO EDGAR DE LA GARZA

Nada.

Que un día llegaron al cerro y así nomás, de buenas a primeras, de la noche a la mañana, empezaron a cercar, pusieron cercas por todas partes y abrieron zanjas, para tapar los caminos.

Como si el cerro fuera de ellos, como si de ellos fueran las tierras.

Que era un programa del gobierno, se inventaron, mintieron a los campesinos.

Y apenas se sintieron los amos y señores del cerro, se dieron gusto tumbando chozas, quemando corrales, robando y matando los animales de los comuneros, como los forajidos en las viejas películas del oeste, como los caciques de los cuentos de Edmundo Valadés.

Invadieron, se apropiaron del cerro, tres mil 500 hectáreas, ocho cañones de puro agostadero, y la gente que se joda.

“Que nos iban a sacar a la verga de aquí, dijeron: ‘¿se salen?, o los vamos a sacar a chingar a su madre. A güevo’”. Y los sacaron. Cuenta Antonio de la Cruz Valdez, el líder de los comuneros y posesionar­io del Cerro La Gloria, en Monclova. -¿Cómo ellos entraron aquí? -No pos dijeron que era un programa de gobierno que nos traían. Que iban a dividir las pastas de los animales. Puro pedo. Les pregunté ‘¿quién metió el programa?’, y pos no, nunca supieron decirme. Uno inocente, no sabíamos ni qué. Estábamos ciegos y pos… sorpresa.

Eran los hermanos Arturo y Alfredo González Palma, propietari­os de una mentada inmobiliar­ia Amistad Bienes Raíces, de Monclova.

Pero entonces acá nadie los conocía, nadie sabía que existían ni los había visto.

La gente del cerro vivía muy paz y muy a gusto.

“Encantados. Mi papá llegó aquí en los cincuentas y aquí nos crecimos. Todo muy bonito”, dice Rosa Morales, una comunera.

El día que los González Palma empezaron con lo de sus cercas de alambre de púas, que pusieron portones con candado por todos los cañones del cerro, se agarraron a repartir llaves a los campesinos como queriendo disimular, como queriendo despistar, como queriendo hacerse los buenasalma­s.

“Después cambiaron drásticame­nte. Se pusieron agresivos y cada que nos mirábamos era pleito. Nos decían que nos iban a sacar a cómo fuera lugar, porque ellos habían comprado. Querían aparentar que esto estaba solo para poderlo reclamar, por eso venían y hacían sus desmadres, para que la gente se desesperar­a y se salieran”, dice Antonio de la Cruz, el líder de los comuneros.

Ya luego siguieron con la lata de las firmas, que “fírmele aquí”, que “fírmele acá”, según ellos pa que las gentes de La Gloria los dejaran andar libres todo el monte.

Hasta otro día que van poniendo tapones de tierra, con sus máquinas, en las pasadas de los ranchos y ya no dejaron entrar a nadie. Los sacaron a la mala. “No sabíamos ni qué estaba pasando porque nunca se presentaro­n ellos aquí a hablar con nosotros ni nada”, dice Antonio de la Cruz.

Entonces las pilas de los comuneros se secaron y sus animales, sus chivas, sus yeguas, sus vacas, se murieron de sed.

Lo del dichoso programa ese de las cercas del gobierno, había sido nomás que una treta, un engaño, una farsa.

Al último los González Palma salieron con que el cerro era de ellos, que ellos lo habían comprado, dijeron, sin enseñar ningún papel, ninguna firma, nada.

Y empezó el tumbadero y el destripade­ro. Tres años hace ya de eso. Don Luis Morales, 70 años, 27 de vivir en el cerro, fue uno de los primeros.

A él los hermanos González Palma le taparon los caminos con zanjas, le demolieron su rancho, le mataron sus gallinas, le metieron unos perros, de esos malos, en el corral de los marranos para que mataran a sus marranos, y se los mataron; le envenenaro­n cuatro vacas y un borrego y le degollaron a sus tres cachorros, ahí nomás, en la enramada. Entraron cuando don luis noestaba. “A uno se le hace fácil meter un animal. Teníamos unas chivas hermosas, unas chivas pintas, mire... qué hermosas. Unas vacas hermosas. Hace poquito compré cuatro marranos finos, a uno le gusta un chicharron­cito fresco. Nomás jallamos el destripade­ro. Hasta se me enfermó la mujer”, dice don Luis.

Y dice que “ya estoy hasta aquí”, tocándose la frente, que ya no halla qué hacer con los González Palma.

“Le dije ‘mire Palma, venga por favor aquí. Nos vamos a echar unos frititos y una coquita, punto por punto. Yo no voy a pelear ni voy a sacar la pistola pa tirarle de balazos, siéntese, siéntese y vamos a platicar’. Nunca vino. Le digo que a mí me han hecho la vida de cuadritos. El señor González Palma me la ha hecho de cuadritos…”.

Y no es al único, 35 familias que antes habitaban en las profundida­des del Cerro La Gloria, prefiriero­n irse por miedo.

“Ya no volvimos por miedo. También nos tienen amenazados, ¿cómo vamos a entrar?”.

Dice Maximino Rodríguez, otro de los comuneros.

Hacía tiempo que don Maximino se había ido a otro pueblo, lejos de La Gloria.

Cuando quiso regresar al cerro encontró su rancho derrumbado, sus jacales, sus corrales hechos escombros, basura, y su pila, más seca que el desierto.

Sus caballos y sus yeguas habían desapareci­do.

Estos predios siempre han sido de mis abuelos, de mis padres, desde 1877. Aquí está un inventario de todas las escrituras que tenemos, los derechos de agostadero y todo"

JUAN FLORES, propietari­o. No pos dijeron que era un programa de gobierno que nos traían. Que iban a dividir las pastas de los animales. Puro pedo. Les pregunté ‘¿quién metió el programa?’, y pos no, nunca supieron decirme. Uno inocente, no sabíamos ni qué. Estábamos ciegos y pos… sorpresa”.

ANTONIO DE LA CRUZ,

ejidatario. Después cambiaron drásticame­nte. Se pusieron agresivos y cada que nos mirábamos era pleito. Nos decían que nos iban a sacar a cómo fuera lugar, porque ellos habían comprado. Querían aparentar que esto estaba solo para poderlo reclamar, por eso venían y hacían sus desmadres, para que la gente se desesperar­a y se salieran”

ANTONIO DE LA CRUZ,

ejidatario.

 ??  ?? Una familia de inmobiliar­ios, engañó a la comunidad del Cerro La Gloria de Monclova, de que serían beneficiad­os por un programa para el campo. Fue así que lograron el acceso, cercaron todo el cerro, amenazaron a los ejidatario­s y se apropiaron del lugar.
Una familia de inmobiliar­ios, engañó a la comunidad del Cerro La Gloria de Monclova, de que serían beneficiad­os por un programa para el campo. Fue así que lograron el acceso, cercaron todo el cerro, amenazaron a los ejidatario­s y se apropiaron del lugar.
 ??  ?? PUSIERON TAPONES DE TIERRA con sus máquinas y ya no dejaron entrar a nadie.
PUSIERON TAPONES DE TIERRA con sus máquinas y ya no dejaron entrar a nadie.
 ??  ?? DERRUMBARO­N viviendas, quemaron y quemaron corrales para que la gente huyera por miedo.
DERRUMBARO­N viviendas, quemaron y quemaron corrales para que la gente huyera por miedo.
 ??  ?? MAXIMINO, uno de los ejidatario­s, narra que cuando quiso regresar al cerro encontró su rancho derrumbado, sus jacales, sus corrales hechos escombros, basura, y su pila, más seca que el desierto. Sus caballos y sus yeguas habían desapareci­do.
MAXIMINO, uno de los ejidatario­s, narra que cuando quiso regresar al cerro encontró su rancho derrumbado, sus jacales, sus corrales hechos escombros, basura, y su pila, más seca que el desierto. Sus caballos y sus yeguas habían desapareci­do.
 ??  ?? COMO NO DEJARON ENTRAR A NADIE, las pilas de los comuneros se secaron y sus animales, sus chivas, sus yeguas, sus vacas, se murieron de sed.
COMO NO DEJARON ENTRAR A NADIE, las pilas de los comuneros se secaron y sus animales, sus chivas, sus yeguas, sus vacas, se murieron de sed.
 ??  ?? POR MIEDO MUCHOS HUYERON, ellos son de los pocos ejidatario­s que se quedaron a defenderse.
POR MIEDO MUCHOS HUYERON, ellos son de los pocos ejidatario­s que se quedaron a defenderse.
 ??  ?? A GOLPES Antonio, ejidatario muestra los golpes por defender sus tierras.
A GOLPES Antonio, ejidatario muestra los golpes por defender sus tierras.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico