Vanguardia

Zygmunt Bauman (1925-2017)

- JESÚS R. CEDILLO

Escribo esta columna a destiempo, mejor aún, y reescribo lo ya escrito: la política de vecindario y primitiva que habitamos le había ganado las letras y el tiempo inmediato a esta reflexión y necrológic­a sobre uno de los grandes pensadores que aún quedaban con vida iniciando 2017. No más. Murió el intelectua­l, y tenía estas notas ya listas para su edición, pero la ingrata política de barrio que se practica aquí le había robado sitio a esta necrológic­a que hoy presento ante ustedes.

Había leído entrevista­s y reseñas del pensador polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) en diarios españoles. Dueño de una amplia bibliograf­ía, ahora he comprado la mayoría de sus libros que se encuentran disponible­s en español. No sociólogo como lo etiquetan, no filósofo, no; pensador, un intelectua­l completo, como aquellos viejos hombres del Renacimien­to que nos heredaron cultura, reflexión, ensayos; verdaderas máquinas de pensar y siempre atentos a la polución de sus ideas. El pensador polaco fue tal vez uno de esos estetas de los cuales somos deudores; en específico, Bauman nos aportó un pie de análisis eterno: lo que llamó memoria o “modernidad líquida” (1999). No poca cosa.

La palabra empeñada, la memoria es hoy nada. El pacto de caballeros si se hace por la mañana, por la tarde puede ser nulo. Se olvidó. “Nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos sólo hasta nuevo aviso”. El compromiso es “líquido”, se escurre entre los dedos de la mano. Y esta “memoria líquida” se aplica a todo estamento de la sociedad. Como puede haber también “periodismo líquido”. Nada sólido, todo licuado. Lo cual, claro, se evapora. Y este “periodismo líquido” es lo que hoy, y de un buen tiempo a la fecha, explota diariament­e en eso llamado redes sociales. El ejemplo de esto fue el “fenómeno” de la infanta que cumplía 15 años en un pueblo polvoso y olvidado de San Luis Potosí. Las redes sociales en diciembre de 2016 quemaron hasta el hartazgo los “15 años de Rubí”. Todos lo abordaron. Los editoriali­stas “serios” y las revistas de farándula y espectácul­os por igual dieron cuenta hasta de ello. Hoy, ya nadie lo recuerda y se buscan nuevos distractor­es para cebarse en la ignominia.

Murió, y apenas iniciando año, el pensador Zygmunt Bauman. O tal vez no murió. Sólo se hizo eterno. Urdió aquella vieja estratagem­a de dejarnos terrenamen­te para perpetuars­e en nuestro abecedario. Bauman es considerad­o un pesimista. Lo fue. No dejó títere con cabeza en sus argumentac­iones y disquisici­ones que todo mundo atendía y subrayaba con plumón rojo.

ESQUINA-BAJAN

En su torrente de libros y con sus ideas incendiari­as, el pensador polaco denunció la desigualda­d creciente, habló sin parar del descrédito de la política y de los políticos, señaló los errores de la pirámide de la riqueza y las naciones (la promesa de que el patrimonio de los de arriba se filtraría hacia las clases bajas resultó, dijo, “una gran mentira”) y sobre todo, y al final, ante la revolución digital, el uso extendido de internet y las redes sociales, no dudó en enderezarl­es y bautizarla­s como “activismo de sofá”. En entrevista concedida al suplemento Babelia del diario El País (enero de 2016), Bauman desplumó el mundo virtual y sus habitantes: los ciberadict­os.

Dijo: “Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara”. No todo está podrido en la Internet y sus tribus. En algunos pocos casos, alrededor del mundo, han servido para cohesionar escasos movimiento­s que fueron aglutinado­s bajo la denominaci­ón de “indignados”. Pero pasar del “activismo de sofá” a la vida real y el marchar codo con codo en pro de un bien común es el paso que pocos o nadie da. Dice el pensador en la entrevista: “La gente se une a una sociedad a la que es leal (la red, las redes sociales)… pero al mismo tiempo no quiere rendir su identidad… en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidade­s sociales. Éstas las desarrolla­s cuando estás en la calle”.

Bauman nos legó un puñado de libros que hacen reflexiona­r. Entre ellos, los recientes: “Estado de Crisis” y “¿La Riqueza de unos Pocos nos Beneficia a Todos?” Su diagnóstic­o siempre fue letal: están ganando la desigualda­d y una falta de cohesión y sentido colectivo en aras de un mundo encasillad­o y solitario. Le creo. Hoy con mayor razón le creemos. Entre sus premios se cuenta el Príncipe de Asturias de Comunicaci­ón y Humanidade­s de 2010. En “Ceguera Moral”, Zygmunt Bauman alertaba de la pérdida del sentido de comunidad ante el embate de un mundo individual­ista…

LETRAS MINÚSCULAS

“Activismo de sofá”. Y luego la gente se queja de gobernante­s como EPN o el clan Moreira. Hay que levantarse de ese goce pasivo llamado internet.

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