Vanguardia

LOS HOMBRES DE LA TIERRA

- CLAUDIA LUNA FUENTES claudiades­ierto@gmail.com

"Oh, el día feliz al fin ha llegado, Y a Marte nos vamos, Señor, Cinco mil mujeres en el cielo, Una siembra abrileña, Señor".

Crónicas marcianas. Fragmento. Ray Bradbury

Los hombres de la Tierra desprecian la tierra. Cuando sus cuerpos se cuben de lodo o polvo, se sienten sucios. Los hombres de la Tierra desprecian su propio olor.

Clasifican alimentos de manera extraña, de la misma forma que califican a las personas: a unos les dan valores altos y otros son vistos como alimentos para pobres. No importa su valor y su belleza intrínseca, en ambos casos.

Cárceles, hogares y escuelas son similares en sus principios básicos: tienen rejas por igual.

Aman las serpientes de asfalto y los automóvile­s. Sobre todo aman los armamentos; tienen amplias celebracio­nes para alabar las guerras: educan a sus descendien­tes para que ofrezcan sus vidas en ejércitos. Y quienes se oponen a estas celebracio­nes son llamados locos, apátridas o infieles. Los hombres de la Tierra aman destruirse a sí mismos.

Algunos hombres siembran cabezas y fragmentos de mujeres de su propia especie en la tierra, casi con la misma familiarid­ad que otros, todavía, depositan semillas vegetales en campos fértiles.

Por espacios asépticos entienden espacios casi muertos: cuartos sin trazo de ánima o viento y estar allí, según sus reglas, debe hacerlos felices.

Gravitan alrededor de la Tierra adentro de naves y mientras unos estudian, otros vigilan y mandan instruccio­nes militares. Su tarea es la devastació­n.

La esfera de agua y sustratos que los contiene envía cartas que ellos no leen: cruje el hielo en los extremos, atiza el sol, esplende la luna y se abre incluso herida, el agua.

Prodigios hay en cada instante de metro cúbico en la Tierra que no ven. No lo ven porque su brillo es el dinero, algo así como una imagen o un código o un fantasma, lo más cercano en intensidad, o incluso superior, al amor.

Pero dicen amar los lagos y los mares. Dicen amar la música y el viento. Dicen amar a un Dios que tiene muchos rostros y formas. Dicen amar a las mujeres que paren más hombres. Dicen. Solo dicen.

Este es el balance en términos generales sobre los hombres de la Tierra, una especie que se desprecia a sí misma. Dicen que cuando acaben con la Tierra irán a otro planeta. Esto nos llena de horror.

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