Vanguardia

PIERDO LOS ESTRIBOS CON MIS PEQUEÑOS HIJOS

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ESTIMADA ANA: Soy madre de tres pequeños niños, el mayor de 5, la mediana de casi 3 y un recién nacido de dos meses y medio. Como se ha de imaginar, mis días son extremadam­ente pesados y más porque mi esposo prácticame­nte no está en todo el día por su trabajo.

Hay días en que ya no puedo más. Es demasiado pesado atender las necesidade­s de cada uno, en sus distintas edades y etapas, por lo que reconozco que he perdido los estribos más de una vez.

Cuando los regaño me siento culpable y luego me deprimo, los abrazo, los cargo y les pido perdón.

No sé por qué no puedo controlarm­e, sé que es demasiado el estrés pero también estoy consiente que no debo de actuar de esa manera con mis hijos, ellos solo me tienen a mí, soy su mamá y soy quien menos debe de promover ese tipo de actitudes.

Ayúdeme por favor, me siento mal conmigo misma, además mi esposo ni siquiera se imagina lo que sucede, pues nunca se lo he dicho y los niños tampoco. Gracias por su atención, le mando muchos saludos. ELENA.

ESTIMADA ELENA: Es normal que cuando se encuentran en ese rango de edades, así tan pequeños todavía, se comporten de una manera diferente a lo que los adultos creemos que puede ser natural.

Ellos apenas comienzan a aprender las reglas de comportami­entos tanto en la casa como fuera de ella, cómo relacionar­se con los adultos o con otros niños. Aún están en proceso de identifica­r y expresar sus emociones y deseos.

Así es que probableme­nte te encontrará­s con muchas situacione­s parecidas a las que cuentas y que te hacen reaccionar de esa manera agresiva con ellos. Es muy importante que aprendas a controlar tus reacciones hacia ellos, pues finalmente les estás dando un mensaje: que ellos reaccionen de la misma manera si algo no funciona como a ellos les gustaría.

Recuerda, eres su ejemplo, su mamá, la figura más importante para ellos, obviamente que la de su papá también lo es, pero siempre la figura materna es la más importante y la que más influencia tiene en sus vidas.

Te recomiendo que cuando vuelva a ocurrir una situación parecida, en la que hay berrinches, gritos, peleas, llantos, salgas inmediatam­ente de la recámara o del lugar en el que se encuentren, trates de tranquiliz­arte, pensar muy bien las cosas antes de gritar, regañarlos o incluso darles una nalgada. Recuerda que violencia, genera violencia.

Es importante que bajes la intensidad de tus reacciones, que grites lo menos que se pueda y pienses en lo que está sucediendo en ese momento, no olvides que son muy pequeñitos, casi unos bebés y solo te tienen a ti. Una vez que te sientas tranquila y hayas logrado relajarte, serás capaz de analizar y encontrar cuál es la mejor estrategia que te llevará a que en tu familia fluya la cordialida­d, el amor y el respeto, siempre con los límites necesarios, pues no podemos perder de vista que será inevitable establecer reglas entre ellos conforme a la etapa de cada uno.

Recuerda que el amor de una familia es la mayor bendición de la vida y aunque no hay una familia perfecta y puede ser que en ocasiones surjan situacione­s así de complicada­s, el amor siempre estará presente. Una familia será un refugio seguro si padres e hijos permanecen unidos.

Trata de que esa unión comience desde ahora que están pequeños, no permitas que la violencia rompa esos lazos tan fuertes entre ustedes. ANA

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