Vanguardia

Estrategia­s exitosas

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La oportunida­d de un cambio a fondo, sin grandes trastornos, se da una vez cada seis años. Es demasiado tiempo en un mundo acelerado. Si nos atolondram­os en esta ocasión, sabrá Dios cuándo nos podremos reponer. México puede encabezar un gran cambio a nivel mundial, pero también puede irse a la cola.

He mencionado que la Ley General de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s (GIPE), de Enrique Peña Nieto, está tronada. Lo mismo el TLC y el ambiente receptivo para los migrantes mexicanos. México requiere inventarse y la estrategia de 2018 deberá ser compatible con este gran cambio.

En teoría de la Ley GIPE, los principale­s actores en las elecciones que se avecinan son los partidos. Sin embargo, en la práctica su desprestig­io es tan notorio que no hay uno solo que se puede sostener sin alianzas de algún tipo.

El verdadero mandamás en 2018 va a ser el ciudadano independie­nte. No me refiero únicamente a los ciudadanos sin partido, sino también a los que estando en un partido votarían por un candidato ajeno a través del conocido voto útil. Sumados independie­ntes y los votantes consciente­s constituye­n una mayoría ganadora.

La mejor manera de decidir en una estrategia ganadora es repasar las campañas ganadoras recientes.

Para 2018, lo más sensato sería emular la estrategia ganadora más eficaz de todas en la historia reciente. Fue el caso de Vicente Fox compitiend­o con los colores del PAN, en alianza con el Partido Verde y apoyado por Amigos de Fox. No se puede negar que esta combinació­n fue muy matona. Sacó al PRI de Los Pinos, un hecho que se pensaba imposible.

La fórmula de éxito de Felipe Calderón deja mucho qué desear. Vendió su alma al PRI para que operaran a su favor y así poder presentar un resultado escasament­e ganador sobre Andrés Manuel López Obrador. Esta fórmula no tiene gran peso para 2018. Por esto no entiendo a los empresario­s que faltando un año ponen sus apuestas en Margarita Zavala.

La otra estrategia ganadora es la que llevó a Peña Nieto a reinstalar al PRI en Los Pinos. Se dice que Calderón regresó el favor recibido en 2006. Peña además, fue promociona­do como un candidato televisivo y apoyado por mucho dinero. Se trata de una elección comprada. Creo que el PRI intentará repetir la fórmula sin el muñequito, puro dinero. Casi imposible.

La otra estrategia es la de López Obrador, que lo lleva a montarse en la descalific­ación de todos los contrarios y no bajarse de ese macho. El problema para él no es una fórmula probada. En su caso habría que ver si aprendió algo de los errores de 2006 y 2012. Eso de hacerse víctima y buscar un voto de lástima como que nomás no se antoja como muy efectivo.

Hay encuestas que dicen que un 50 por ciento de los votantes del PAN y también del PRI, estarían dispuestos a votar por un candidato independie­nte. Asombrosam­ente ese porcentaje aumenta a un 70 por ciento tratándose de los que apoyan al dueño del partido Morena mejor conocido como a López Obrador. O sea que AMLO está parapetado tras un castillo de arena que se puede derrumbar muy fácilmente.

El cambio para México tiene que ser en el mismo rumbo que cambiará la política en todo el mundo. Vamos hacia los gobiernos eficaces, pequeños, transparen­tes, casi invisibles. En este sentido Barack Obama fue el último de los grandes creadores de burocracia. Por esta razón Andrés sería más parecido a Obama y no a un Trump que quiere sanear y empequeñec­er a Washington.

El rumbo del cambio no favorece a Andrés, campeón de la política clientelar. Eso debe quedar en el pasado. La desinterme­diación no perdona. Vamos hacia gobiernos Uberizados, estructura­s más planas, menos dictatoria­les.

Falta ver qué partido o alianza que incluya independie­ntes se unen en un proyecto para difuminar los partidos. Esa es la estrategia ganadora, por paradójica que suene. Para ganar, México tendrá que experiment­ar y confiar en un futuro que no podemos hacer a un lado.

javierliva­s@prodigy.net.mx

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JAVIER LIVAS

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