Vanguardia

AMLO y la maestra

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Don Añilio cortejaba discretame­nte a Himenia Camafría, madura señorita soltera. Ella, sin embargo, se mostró decepciona­da de ese galanteo. Le comentó a una amiga: “Me dijo que fuera a su casa; que ahí me enseñaría su oropéndola. ¡Y resultó ser sólo un pajarraco!”… El padre Arsilio les preguntó a los niños: “¿Con qué mató David al gigante Goliat?”. Pepito levantó la mano. “Con una moto” –dijo. “Tu respuesta es incorrecta –acotó el buen sacerdote–. Debiste decir: ‘Con una honda’”. Replicó el chiquillo: “Usted no preguntó la marca”… Empédocles Etílez, alcohólico reconocido, acudió al despacho del Lic. Ántropo y le preguntó: “¿Es cierto que en Estados Unidos los fumadores están demandando a las compañías tabacalera­s por los daños que causa el cigarrillo?”. “Es cierto” –confirmó el abogado. “Y ¿es cierto –prosiguió Etílez– que los clientes de los restoranes de comida rápida los están demandando por los males que provocan los alimentos chatarra?”. “En efecto, así es” –dijo el letrado. “Bien – manifestó Empédocles–. Quiero pedirle que demande en mi nombre a las empresas embotellad­oras de licor”. Inquirió el licenciado: “¿Por los daños que el alcohol le está causando?”. “No –precisó Etílez–. Por las mujeres tan feas con las que amanezco después de una borrachera”… La inédita, insólita e impúdica irrupción de la maestra –es un decir– Gordillo en los comicios del Estado de México es una muestra más del cochinero a que da origen el sucio fregado de la política, cuyos participan­tes no miran medios con tal de lograr fines. A ver si con esto no se mancha el impoluto plumaje de López Obrador, ayer enemigo mortal de la cacica del SNTE, hoy mudo pero aquiescent­e receptor de los votos que a su Delfina ofrece la matrona. La morganátic­a unión de AMLO con la Gordillo debe estar preocupand­o mucho al PRI, que tiembla ante la posibilida­d de perder su más fuerte bastión y su más rica fuente de recursos. Esperemos el resultado de esa indecente alianza entre la corrupción rampante y la honestidad valiente. (Es otro decir)… Floribel, joven esposa, estaba en la sala de partos del hospital, pues iba a dar a luz precisamen­te en la fecha en que cumplía nueve meses de casada. Con ella estaban su marido y su ginecólogo, el doctor Wetnose. Llegó la hora del alumbramie­nto, y Floribel trajo al mundo felizmente un par de gemelitos. “Esperemos un poco, doctor –le sugirió el muchacho al médico–. Si las cosas son como hace nueve meses, dentro de media hora llegará otra tanda de dos”… Ya conocemos a Capronio, sujeto ruin y desconside­rado. Su esposa y él celebraban 10 años de casados. Le dijo a la señora: “Hoy en la noche te arreglas y te pones tu mejor vestido porque voy a llevarte a ver un buen show. Luego iremos a cenar en un restorán de lujo y a bailar en el mejor cabaret de la ciudad”. Sucedió, por desgracia, que esa tarde, al salir de su trabajo, Capronio se topó con unos amigos de su juventud, y se fueron a un bar a festejar el venturoso encuentro. No haré larga la historia. Cuando el sujeto regresó a su casa eran las 2 de la mañana. Al entrar oyó una especie de zumbido: Tzzzzz… Pensó que era el ventilador, y fue a apagarlo. No era el ventilador. Y el zumbido seguía: Tzzzzz… Se dijo: “El grifo del baño habrá quedado abierto”. Pero no: estaba cerrado. Y seguía el zumbido: Tzzzzz… “¡Está escapando el gas!” –se alarmó. No era así: la llave del gas estaba bien cerrada. Y seguía oyendo aquel Tzzzzz... El ruido lo llevó hasta la recámara. Abrió la puerta. Sentada en la cama estaba su señora, aún vestida y todavía esperándol­o. Cuando Capronio entró la dijo la mujer con tono de infinito rencor: “¡Tzzzzz…ingas a tu maaa…!”… FIN.

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