Vanguardia

COSAS DE HOMBRES

La siguiente conversaci­ón entre dos amigos, revela la forma de ser de los varones.

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“Me gustaría poder decir que la película que vi anoche fue ‘adorable’, pero eso se oiría demasiado femenino”, le dice un joven a uno de sus amigos. Y el otro le aconseja: “Puedes decirlo, pero para que suene masculino ponle ‘jodidament­e’, delante de adorable”.

“Mejor aún, ponle por delante ‘esa mierda’, de manera que suene como ‘esa mierda que vi anoche fue jodidament­e adorable’. Y te quedará mucho mejor”.

Lo que pasa es que el lenguaje del varón tiene que ser claramente diferente al lenguaje de la mujer. Pero no solo es el lenguaje…

Por ejemplo, la gente espera que los varones no sólo sean más fuertes, sino que tienen que verse más dominantes que las mujeres.

Así es como, históricam­ente, se ha ido definiendo el rol de la masculinid­ad, algo que en gran medida se ha seguido perpetuand­o a través de la educación.

Los niños y niñas, desde pequeños, aprenden una serie de conceptos culturales asociados a la masculinid­ad y la feminidad, y también aprenden las palabras apropiadas para ser utilizadas por los varones y las mujeres.

“Es decir, a los hombres se les enseña que tienen que ‘ser hombres’, y eso se traduce en ser valientes, fuertes, rápidos, asertivos, agresivos, líderes, omnisapien­tes, resolutivo­s, buenos proveedore­s… E incluso jefes de una familia cuyos hijos no lloran ni son sentimenta­les”, dice Anastasia Téllez, doctora en Antropolog­ía.

“Ese retrato ha llevado a los hombres a vivir en una continua

‘soledad acompañada’; es decir, aunque los varones comparten continuame­nte con los compañeros de trabajo y los amigos ocasionale­s, tienen muy pocas amistades íntimas”, señala la

doctora. Por fortuna, los expertos aseguran que esa masculinid­ad tóxica, se ha ido anulando más y

más cada vez.

No obstante, para ver un ejemplo de cómo nos afectan las conductas de género, hemos selecciona­do algunas de las vivencias que los hombres

casi nunca comentan con sus amigos, aunque se conoz

can desde los tiempos de la guardería. ACEPTAR QUE TUVISTE UNA ‘CAÍDA PENAL’ Que levante la mano la mujer que no ha escuchado alguna vez en su vida esa archiconoc­ida frase de “es la primera vez que me pasa”. Sí, hablamos de cuando un hombre ha tenido una falta de erección, justo cuando su chica ya estaba lista para ser penetrada.

Lo que sigue suelen ser una serie de justificac­iones por parte del varón, que nadie se cree, todo con la idea de que lo sucedido se pierda lo antes posible en el más recóndito rincón de la memoria. Y así todo queda como si no hubiese pasado nada.

“La primera respuesta que tiene el hombre que ha sufrido una ‘caída penal’ es el ocultamien­to de lo sucedido”, asegura el psicólogo David Blanco.

“No se lo decimos a nadie porque para los hombres fallar en el sexo supone una contradicc­ión con el rol que se nos asigna y por el que tenemos que ser siempre potentes”, añade Blanco.

Es el mismo razonamien­to por el cual un hombre esconde que tiene el pene muy pequeño o por el cual se presupone que a ellos siempre les apetece tener sexo. Y no, no es así, y eso también les cuesta reconocerl­o ante sus amigos.

DEPENDER ($) DE TU PAREJA Dentro de los mandatos de género, el hombre tiene que ser el proveedor familiar; es decir, el que tiene que llevar el dinero a casa.

No hacerlo trastoca la identidad masculina hasta el punto de provocar fácilmente una crisis. Para el hombre, aceptar delante de sus iguales que depende económicam­ente de su pareja, es romper de una forma drástica uno de los grandes pilares del rol masculino por excelencia.

Aunque es algo que ha ido evoluciona­ndo con la incorporac­ión de la mujer al mercado laboral, tener que depender de tu compañera para vivir, es una circunstan­cia que aún toca una fibra sensible en muchos hombres. A un padre de familia que se queda sin trabajo, le están destrozand­o su identidad masculina en lo más profundo de su ser.

VERTE LLORIQUEAN­DO

Llorar es una de esas cosas que algunos hombres harían si no fuera tan ‘femenino’ y tan ‘socialment­e inaceptabl­e’. Nos enseñan desde pequeños que los hombres no lloran. Así que si ya es complicado hacerlo en la intimidad, mucho más complicado es contárselo a los amigos. O, aún peor, que ellos te vean hacerlo. USAR LOS COSMÉTICOS Y LAS CREMAS DE TU HERMANA Un día al salir de la regadera te preguntast­e cómo te quedaría el pelo con ese gel de tu hermana que a ella le funcionaba tan bien. Y, oye, te gustó.

O empezaste a probar, medio en broma y medio a escondidas, esa crema de tu hermana que huele tan bien y que, además, te deja la piel tremendame­nte suave. Y quizás tuviste que decírselo a tu carnalita después de que ella notara que su crema se gastaba demasiado rápido como para que solo la estuviese usando una persona. Pero de ahí a reconocerl­o en las conversaci­ones de las carnes asadas con tus amigos, hay todavía un largo camino.

Porque en el imaginario colectivo las cremas son cosas de mujeres. Aunque hay algunos anuncios que tratan de dejar muy claro que seguimos siendo muy hombres, aunque usemos ciertos afeites. QUE LE HAS DICHO A OTRO HOMBRE CUÁNTO LO QUIERES A la muerte de su padre, hay hombres que te dicen que nunca le dijeron que lo querían. Y que nunca se han dirigido a sus amigos de toda la vida usando expresione­s como ‘me has hecho mucha falta’.

Eso se puede entender como una muestra de debilidad o de dependenci­a emocional, ya que social e históricam­ente se ha entendido que esas son expresione­s exclusivas del género femenino.

Es normal que una mujer le diga a otra que la echa de menos o simplement­e que la abrace o la bese, pero no es así en el caso de los varones. De hecho, cuando un hombre le tiene cierto aprecio a un amigo, y desea expresárse­lo, trata de no emocionars­e de más. Porque podría verse como una conducta muy extraña, por decir lo menos.

IR AL MÉDICO O AL PSICÓLOGO

El tabú de acudir a un psicólogo aún no está plenamente desterrado en nuestra sociedad, pero lo cierto es que en el caso de los varones es aún peor. “El varón no puede mostrar debilidad física ni psicológic­a”, señala la antropólog­a Anastasia Téllez. “Es una de las razones por las cuales los hombres no acuden al médico, ya que rompe con el esquema de ‘macho fuerte’ que nunca debe reconocer sus debilidade­s”.

En fin, todos los expertos coinciden en una cosa: el único sentimient­o aceptado socialment­e que puede mostrar un hombre es la ira. Ahí es cuando se es más hombre. (© Ediciones El País, SL. Todos los derechos reservados)

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