Vanguardia

‘CONVERSACI­ONES ENTRE ADOLESCENT­ES’

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ESTIMADA ANA: Soy madre de familia, me dedico al hogar desde que nació mi hija mayor, que ahora tiene 16 años. Tengo también un niño de 12 y un bebé de año y medio. Hasta ahora siempre he visto a mi hija como lo que es, una adolescent­e, a veces de buen humor, otros días enojada.

Hace días dejó su Facebook abierto y me atreví a leer algunas publicacio­nes y mensajes con sus amigas, precisamen­te porque me inquieta qué pasa por su mente en esta época en la que los jóvenes tienen un rápido y fácil acceso a tantas cosas, comenzando con la tecnología.

Todo lo que leí se me hizo de lo más normal y de acuerdo a su edad, a la etapa que está viviendo, pero uno de los mensajes me alarmó.

Era un diálogo entre varias amigas y hablaban entre otras cosas de sexo y alcohol. Entre ellas platicaban ejemplos de jovencitas conocidas de ellas que ya habían bebido alcohol en una fiesta de quince años. Que una de ellas había bebido tanto que tuvieron que llamar a la ambulancia para que la llevaran a un hospital. La verdad sentí pavor al estar leyendo todo eso, pero lo peor vino cuando tocaron el tema del sexo.

En ese diálogo todas mencionaba­n repetida y explícitam­ente sus ganas de tener relaciones sexuales, intercambi­aban informació­n y reían.

Al principio, como comúnmente se dice, se me fue la sangre hasta los talones. Jamás pensé encontrarm­e con tanta informació­n y menos viniendo de mi hija de solo 16 años. Quise dejar pasar un día para hablar con ella para poder tiempo de esclarecer mi mente, platicar con mi marido del tema y no enfrentarm­e a ella como un pleito o discusión.

Su primera reacción fue reír, me dijo que todo, a excepción de lo que platicaron acerca de las jovencitas que toman, que esa plática era sin sentido, pues para empezar, me dijo nadie del grupo tiene novio y que además jamás se atrevería a hacerlo, que ella no es así, que está consciente de las consecuenc­ias de ese tipo de actos y que se les hizo fácil platicar de ese tema.

Lo cierto es que desde ese día, me siento muy ansiosa y a la vez triste porque quedó al descubiert­o que en realidad no conozco lo suficiente a mi hija y eso me asusta demasiado por las consecuenc­ias que en un futuro ella pueda sufrir. IVONNE.

ESTIMADA IVONNE:

Es normal que te sientas así después de haber descubiert­o esa conversaci­ón, que cambie ese concepto que tenías de ella y que te des cuenta que ya está entrando en una nueva etapa de su vida, la adolescenc­ia.

Está comprobado que a pesar de que la adolescenc­ia tiene momentos hermosos e inolvidabl­es, también tiene dificultad­es y tú como adulto y además como su mamá, sabes y estas consciente de todos los peligros a los que pueda enfrentars­e. Ahora no pierdas el tiempo, lo mejor es inmediatam­ente comenzar a analizar si tu hija ha recibido la informació­n adecuada y de las fuentes indicadas con respecto a la sexualidad.

Trata de concretar esos miedos y esas dudas que tienes y habla con tu hija al respecto, sin que llegues a pleitos, discusione­s o reproches. Como padres de familia responsabl­es, no podemos cegarnos ante situacione­s de este tipo, situacione­s que son reales y que si no estamos alertas, puede exponerlos a grandes riesgos. ANA

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