Vanguardia

OEA: el ‘ring’ postelecto­ral de Coahuila

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Dos días después de que el dirigente nacional del Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés, acompañado del ex candidato de dicho partido a la gubernatur­a de Coahuila, Guillermo Anaya, sostuviera una reunión con el secretario General de la Organizaci­ón de Estados Americanos, Luis Almagro, la dirigencia nacional del PRI hizo lo propio.

Enrique Ochoa Reza, acompañado del gobernador Electo, Miguel Riquelme, así como de integrante­s de su Comité Ejecutivo, sostuviero­n una reunión privada con Almagro en la cual, de acuerdo con la informació­n difundida por el Revolucion­ario Institucio­nal, presentaro­n los “contra argumentos” a las denuncias realizadas por el PAN respecto de la elección celebrada en Coahuila el pasado 4 de junio.

Como se dijo respecto del encuentro entre los panistas y el secretario General de la OEA, debe precisarse en torno a esta reunión, que los alegatos de una y otra parte son apenas, en el último de los casos, “pirotecnia verbal” y responden a una estrategia mediática que, todo hace indicar, busca influir en el ánimo de los ciudadanos.

Y es que unos y otros parecieran tener el propósito de convencer al público que, de registrars­e un pronunciam­iento del organismo multilater­al respecto de los comicios coahuilens­es, la OEA “les daría la razón”.

En este sentido es preciso insistir en que el organismo carece de facultades para intervenir en los procesos electorale­s de cualquier país del hemisferio y que nadie, ni partidos ni candidatos, pueden “llevar su caso” ante dicha instancia para que ésta lo sancione.

No debe despreciar­se, desde luego, el hecho de que los comentario­s realizados por Luis Almagro, durante una conferenci­a de prensa ofrecida al arranque de los trabajos de la OEA en Cancún, pudieron generar una percepción equivocada al respecto, aún cuando en esa misma conferenci­a el diplomátic­o señaló que “ese tema (la elección de Coahuila) definitiva­mente tiene una instancia última, que es el Tribunal Federal Electoral, en el cual tenemos plena confianza de que va a actuar conforme a derecho”.

Valdrá la pena en este sentido que el propio Almagro —o el organismo que representa— puntualice los alcances de cualquier solicitud que se le formule a la OEA para que intervenga en el tema, pues la ambigüedad, o los comentario­s presentado­s de forma convenient­e por las partes en pugna, no hacen sino contribuir al enrarecimi­ento del ambiente.

Tras recibir a las dos delegacion­es que hoy se confrontan en los tribunales, Almagro se ha arriesgado a quedar en medio del fuego cruzado de una disputa que, al margen de la opinión que él pueda tener a título personal, será dirimida en el ámbito interno de nuestro país y respecto de la cual no puede darse (aún cuando alguien pudiera considerar­lo deseable) participac­ión alguna de un organismo como la OEA.

Porque ahora cada bando “presume” su foto con el Secretario General, así como los argumentos que le puso sobre la mesa, e intenta con ello, obtener la única ganancia posible del asunto: influir en el ánimo de la gradería.

Almagro se ha arriesgado a quedar en medio del fuego cruzado de una disputa que será dirimida en el ámbito interno de nuestro País

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