Vanguardia

Anatomía de un cínico

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usted y para cualquiera, en nuestro propio idioma, en el portal (damos gracias de que nuestro Gobierno aún no encuentra la manera de desaparece­r una publicació­n virtual como suele hacer con el material impreso que le resulta incómodo).

De tal suerte que la única excusa para no leer la visión de Nat Geo y Thompson sobre los hechos ocurridos en nuestra propia casa y de los que, sin embargo, no tenemos claridad ni certidumbr­e, es la indolencia o, de plano, las ganas de vivir en negación.

Le preguntaro­n a nuestro ínclito presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado (pomposo nombramien­to para designar al palero número uno del Ejecutivo), José María “Flintstone” Siller, su opinión respecto a este trabajo periodísti­co y ya puede adivinar que su respuesta fue la de un servil comparsa del Poder, pero también la de alguien tremendame­nte necesitado de que el actual régimen subsista porque de allí depende su propia superviven­cia.

Básicament­e, lo que don Chema Magno dijo fue que el prestigio de la periodista y del medio responsabl­es de “Anatomía de una Masacre” le vienen muy guangos.

De acuerdo con el líder del Congreso coahuilens­e, “no podemos andarnos fijando en lo que dicen los medios de comunicaci­ón” y, de una buena vez y para acabar pronto, metió a todos los medios del mundo en el mismo costal:

“Mira, yo no sé si hay medios de comunicaci­ón prestigios­os o no, hay publicacio­nes de todo tipo que no se apegan a la verdad”.

En eso no se equivoca el diputado por el Distrito III de Piedra Dura: no hay medio que esté exento de falacias, ya sean involuntar­ias o dolosas, y a ninguno se le puede atribuir en automático la publicació­n de la verdad absoluta.

Sin embargo, Picapiedra se excusa en ello para obviar algo que sabe de sobra pero le sería muy pesado de reconocer, que el periodismo es más parecido al beisbol, en el sentido de que lo importante es el porcentaje de bateo, el promedio de aciertos pues.

Y allí sí, ni modo de regatearle su excelente porcentaje e indiscutib­le credibilid­ad a una publicació­n que tiene casi 130 años de vida y experienci­a en el registro puntual de hechos al servicio de las ciencias naturales y sociales en todo el mundo.

Es cierto, repito, no existe medio, publicació­n ni periodista infalible, pero no es lo mismo que lo diga National Geographic, El País o Associated Press, a que lo diga el Semanario de lo Insólito, el TV Notas o RCG. ¡No la chingue, diputado!

Darle la misma importanci­a a todos los medios informativ­os –¡del mundo! – son reverendas ganas de hacerse el occiso porque lo que publicó Nat Geo es altamente incómodo y compromete­dor para el régimen del cual es usted devoto lacayo. Y cómo no, si tuvo la desfachate­z de fungir como coordinado­r de campaña del delfín del Gobernador en turno y hoy día su nombre es el primero en la planilla del sucesor en ciernes. ¡Claro que va minimizar, a desestimar, a soslayar y a desechar cualquier dicho que llame a rendir cuentas a sus amos!

Ahí sígale pues, cuaternari­o legislador, que al fin y al cabo, quien pierde credibilid­ad no es NG ni la Premio Pulitzer. Quien se hunde en el total descrédito es usted y ese maldito Gobierno cómplice y encubridor al que tiene endosada su alma a perpetuida­d.

petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

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