Vanguardia

‘SOY FRÍO Y DISTANTE CON MIS HIJOS’

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ESTIMADA ANA:

Mi papá falleció cuando yo era muy pequeño y mi mamá fue la encargada de sacarnos adelante a mis hermanos y a mí. Pero ahora de adulto me doy cuenta y compruebo que la relación con ella nunca fue la ideal, nunca hubo esa conexión que creo debe de existir entre madre e hijos.

Comprendo también que al verse sola, sin un esposo que la apoyara en todo, tomó un papel de madre exigente, fría y distante y que no le permitía sacar sus sentimient­os hacia nosotros, independie­ntemente de la edad que tuviéramos.

Con los años me doy cuenta que no he superado todo aquello. Nunca recibí de ella una muestra de cariño, un beso o un abrazo y lamentable­mente creo que estoy atravesand­o por algo muy parecido con mis hijos. Rara vez soy expresivo con ellos y aunque a diario los veo, platico con ellos, los llevo al colegio o salimos de paseo, me doy cuenta que pocas veces los abrazo o los beso.

Siento que soy demasiado frío con ellos, al contrario de mi esposa, que ella es muy dulce y les demuestra su cariño en todo momento. Yo me esfuerzo por ser un buen padre, que nada les falte, me encargo que lleven una educación de calidad y que en la casa se sientan cómodos, pero estoy consciente que falta esa conexión que sé que a ellos les hace falta.

Y no siempre soy así, pues trato de convivir el más tiempo posible con ellos, pero pronto me vuelvo intolerant­e y aunque no es justificac­ión, estoy seguro que es por el trato que recibí por parte de mi madre, que nunca tuve el cariño suficiente que un niño siempre necesita.

Toda esta situación me ha generado algunos conflictos no solo en mi matrimonio y mi relación con mi esposa, sino conmigo mismo. Siento que es una enorme barrera que me abruma demasiado. Gracias de antemano por su ayuda, la aprecio mucho.

ESTIMADO PABLO:

PABLO

Independie­ntemente que algunos estudios corroboran que no hay mejor alimento para el niño que el cariño, los abrazos y el amor por parte de sus padres, por naturaleza quienes somos padres de familia deberíamos de ser amorosos y afectivos con nuestros hijos.

Y es que ser un buen padre o madre, no solo se trata de mantener o proveer que nada le falte materialme­nte hablando. Para ser un buen padre es necesario que exista un equilibrio entre lo material y lo emocional.

Cuando desde pequeñitos sienten nuestro cariño y nuestra protección, de adultos suelen ser personas equilibrad­as, seguras de sí mismas con quienes los rodean, no solo en el ámbito social, sino en el personal, laboral y familiar.

Lo más importante es que estás consciente de tu actitud y eso es un gran avance para corregir, pues no tiene que ser un patrón definido por el hecho que no recibiste el afecto por parte de tu mamá, eso no te condena de por vida a actuar de la misma manera, al contrario, es cuando se llega a cierta madurez y a un aprendizaj­e que permitirá frenar todo aquello.

Observa a tu alrededor, a tus amigos, familiares, compañeros de trabajo o compañeros de la escuela de tus hijos, qué tipo de relación te gustaría llevar con tus hijos, valora qué tienen esas relaciones y aprende de ellas para que comiences a generar los cambios que sean necesarios para que la relación con tus hijos fluya de la mejor manera.

Poco a poco deja atrás todo aquello que no te aporta bienestar, felicidad ni satisfacci­ón, como la intoleranc­ia, por ejemplo. Recuerda que el pasado siempre estará, pero no tiene por qué condenarte para siempre. Ánimo, gracias por tu confianza.

ANA

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