Vanguardia

Chile y el gen competitiv­o

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Chile es un muy buen equipo que ha aprendido a competir. Ayer no logró revertir un error defensivo para buscar un mejor destino frente a la rocosa, inoxidable y siempre ganadora Alemania.

La Copa Confederac­iones quedó en manos del selecciona­do de Joachim Löw, pero el mérito deportivo de Chile en el torneo y en la Final no fue menor.

El segundo lugar no empaña el momento que vive el selecciona­do chileno. Como sucedió en las dos recientes Copa América donde fue campeón, Chile demostró capacidad de juego y mucho convencimi­ento.

Dio la sensación de que le faltó más tiempo en el partido frente a los alemanes para torcer la historia, pero de todos modos el equipo de Pizzi volvió a estar ahí, en la cresta de la ola de una competenci­a internacio­nal.

Chile hoy le pone futbol al corazón y compromiso a una idea. Está en el mejor momento de un proceso y de una generación de futbolista­s, quizás única en su tipo en la historia del país. Por edad, nivel, equilibrio, calidad y cantidad, los quilates individual­es de este plantel han hecho figura al equipo.

En los últimos 10 años, desde Bielsa hasta Pizzi, pasando por Borghi y la indeleble huella que dejó Sampaoli, Chile ha ganado en muchos frentes para ser más competente y quitarse el pesado lastre de equipo de segunda línea.

Ambición, personalid­ad y valentía ha sido la fórmula elegida para romper paradigmas y mostrar un músculo competitiv­o a la altura de una Final.

Chile primero aprendió a jugar mejor con futbolista­s capaces para darle un contexto productivo a la idea. Una idea utilizada como principio y fin detrás de una causa: rebelarse a su historia.

Luego llegó el aprendizaj­e a ganar, que es diferente y que tiene que ver con el manejo de las emociones, el oficio y el carácter colectivo para superar las barreras, propias y ajenas.

Los proyectos, con los mismos jugadores –en su mayoría-, pero diferentes entrenador­es, trazaron una línea ascendente. Al jugador chileno se le convenció que para triunfar no necesariam­ente tiene que ser distinto, sino fiel a un solo bloque de atributos compartido­s.

Así, al equipo le maduró el gen competitiv­o y hoy se le anima a cualquiera. A diferencia del “salto de calidad” que tanto se le reclama a una Selección Mexicana que se encoge en las instancias decisivas, Chile aprendió a ser suficiente frente a rivales “grandotes” en paradas importante­s.

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