Vanguardia

¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES UN CÁRTEL?

La primera vez que se utilizó el término cártel en los estudios de seguridad pública fue para referirse al Cártel de Medellín Cuando tomamos el significad­o derivado de cártel, el criterio para trazar la frontera más que el tamaño, es la capacidad que tie

- *VÍCTOR MANUEL SÁNCHEZ VALDÉS *Investigad­or de la UADEC, doctor por el CIDE, especialis­ta en seguridad pública y colaborado­r de VANGUARDIA @victorsanv­al victorsanv­al@gmail.com

En los últimos días se ha debatido mucho sobre si la organizaci­ón criminal que opera en Tláhuac puede ser considerad­a un cártel o no. Hasta el momento dicho debate ha sido superficia­l, porque la mayoría de las posturas se han centrado en opiniones personales de los actores y no en criterios claros que permitan caracteriz­ar a dicha organizaci­ón criminal.

Por tal motivo quise elaborar el presente artículo, en donde intentaré responder a las siguientes interrogan­tes: ¿qué debe entenderse por un cártel de la droga?, ¿cuáles son las diferentes acepciones del término?, ¿cuáles de las organizaci­ones criminales que operan en México pueden ser considerad­as como cárteles?, ¿cómo podemos clasificar a las restantes organizaci­ones? y ¿cómo se puede clasificar al Cártel de Tláhuac?

Con ello, no sólo busco contribuir al debate que hay en torno al Cártel de Tláhuac, sino también ofrecer criterios para clasificar en diferentes categorías a las principale­s organizaci­ones que operan en México.

De entrada, se debe reconocer que el término cártel no es nativo de los estudios de seguridad pública. Se trata de una acepción que fue acuñada en el campo de la economía y que tomamos prestada a finales de los años 70 para explicar un fenómeno criminal que se estaba dando en Colombia.

En economía, un cártel es un acuerdo informal mediante el cual varias organizaci­ones se coordinan para llevar a cabo acciones que tienen por objeto controlar un mercado y eliminar la competenci­a. El ejemplo más claro de un cártel, es la Organizaci­ón de Países Exportador­es de Petróleo (OPEP), cuyo único objetivo ha sido a lo largo de los años establecer cuotas máximas de extracción de petróleo por país, para garantizar que, ante la escasez del producto, los precios del hidrocarbu­ro sean altos y así estos países obtengan más beneficios.

CÁRTEL DE MEDELLÍN Y CÁRTEL DE CALI La primera vez que se utilizó el término cártel en los estudios de seguridad pública fue para referirse al Cártel de Medellín, porque este grupo encajaba prefecto en la definición, ya que una serie de traficante­s de droga hasta ese momento independie­ntes, como era el caso de Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y los hermanos Ochoa se unieron para controlar el mercado de producción de cocaína en Colombia y el de consumo en los Estados Unidos. La premisa de esta gran alianza era simple, en lugar de competir y bajar los precios, mejor coordinars­e para los envíos, lo que les permitió acaparar un porcentaje muy grande del mercado.

El Cártel de Medellín y su competidor en Cártel de Cali cabían en la definición porque ambos casos habían surgido a partir del agrupamien­to de varias bandas independie­ntes que cooperaron entre sí para controlar el mercado de la cocaína y elevar los precios del producto, obteniendo así beneficios más grandes.

Debido a la importanci­a de ambas organizaci­ones, con el tiempo el término adquirió un significad­o diverso en el campo

de la seguridad pública y en el periodismo. Se fue convirtien­do en sinónimo de una organizaci­ón criminal de gran tamaño, cuya actividad principal es el tráfico internacio­nal de estupefaci­entes.

Por tal motivo, a lo largo de los años muchas de las organizaci­ones criminales de nuestro País han sido bautizadas como cárteles, como es el caso del Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Juárez o Cártel de Tijuana. Sin embargo, no todas estas organizaci­ones tienen lo necesario para ser considerad­as un cártel en términos económicos.

DOS ACEPCIONES En resumen, cártel tiene dos acepciones válidas hoy en día, la primera es la original que proviene de la economía que implica la colusión entre organizaci­ones para evitar la competenci­a mutua y lograr el control de un mercado relevante. Mientras que la segunda que es propia de los estudios de seguridad, es que se trata de organizaci­ones criminales de gran tamaño que se dedican al tráfico internacio­nal de drogas.

Sin embargo, cuando hablamos de tamaño siempre hay elementos subjetivos en la ecuación, primero es difícil medir el tamaño de las organizaci­ones con parámetros objetivos, por la falta de informació­n sobre las mismas y segundo porque cada persona puede trazar una frontera diferente en cuanto al tamaño mínimo de una organizaci­ón para considerar­la un cártel.

En lo personal considero que cuando tomamos el significad­o derivado de cártel, el criterio para trazar la frontera más que el tamaño, es la capacidad que tiene la organizaci­ón para operar en mercados internacio­nales, es decir, que cuente con la capacidad logística para obtener insumos de organizaci­ones de otros países y que pueda llevar los mismos a otros mercados donde a través de organizaci­ones locales comerciali­cen productos ilícitos en uno o varios países.

A partir de lo dicho en los párrafos precedente­s habría cinco organizaci­ones en México que tendrían las caracterís­ticas para ser considerad­as un cártel tanto en términos económicos, cómo en el significad­o derivado del término, las cuales son el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, los Zetas, el Cártel Jalisco Nueva Generación y la Organizaci­ón de los Beltrán Leyva.

En principio, cada una de estas organizaci­ones se conforma por células regionales semi independie­ntes, que se coordinan entre sí para obtener beneficios derivados del control de mercados ilícitos, como el tráfico de drogas o la extorsión. Además, cada una de estas organizaci­ones ha demostrado tener capacidad operativa para mantener una red de distribuci­ón de drogas en los Estados Unidos y algunas en otros países de América, Europa, Asia y Oceanía.

A veces por practicida­d se nos olvida que ninguna de estas cinco organizaci­ones, son en realidad organizaci­ones verticales, sino una especie de red coordinada de células regionales, formadas por bandas locales, que incluso a veces llegan a pelear entre sí. Por ejemplo, la disputa entre Los Salazar y Los Camarena en Sonoyta o Los Cabrera y Los Canelos en Durango, todos ellos pertenecie­ntes al Cártel de Sinaloa.

¿Por qué organizaci­ones como Caballeros Templarios, La Familia Michoacana, Cártel de Juárez o Cártel de Tijuana no caben en la definición?, en algún momento de su historia cada una de estas cuatro organizaci­ones tuvo las caracterís­ticas de un cártel, sin embargo, han perdido tanto poder y presencia territoria­l, que a pesar que el Cártel de Juárez y el de Tijuana siguen comerciali­zando droga en los Estados Unidos, lo cierto es que ya no están integrados a ellas muchos grupos regionales, sino que en el mejor de los casos son pequeñas bandas y pandillas que conviven en pocos municipios de las zonas metropolit­anas de las cuales reciben su nombre.

También existen organizaci­ones criminales que han crecido tanto en los últimos años que con el tiempo podrían ser considerad­as cárteles de la droga, como es el caso de Guerreros Unidos y los Rojos, que tienen ya células regionales definidas, a las cuales todavía les falta ganar independen­cia y también han comenzado a construir redes de distribuci­ón en los Estados Unidos, aunque las mismas no están consolidad­as.

Después se ubican una serie de organizaci­ones regionales que no pueden ser considerad­as como cárteles, precisamen­te porque se trata de organizaci­ones en singular, con territorio­s claramente acotados y que no cuentan con capacidad operativa clara en otros países, por ejemplo: el Cártel de Tláhuac, La Unión Tepito, Los Viagras, Los Tequileros, Los Granados, Los Ardillos, La Tercera Hermandad, La Corona, entre otros.

MANCERA TIENE RAZÓN En conclusión, Mancera tiene razón, El Cártel de Tláhuac en realidad no es un cártel, sin embargo, omite decir que como el mismo trabaja en conjunto con la estructura de Los Beltrán Leyva en la distribuci­ón de droga en la Ciudad de México. Por ende, como el Cártel de Tláhuac es uno de los componente­s de la Organizaci­ón de los Beltrán Leyva, forma parte de un cártel de la droga, lo cual significa que no hay manera de argumentar que no hay presencia permanente de los cárteles en la Ciudad de México.

Algo similar pasa con la Unión Tepito que, a través de su alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación, que representa los intereses de ese cártel en la Ciudad de México. De hecho, hay más de diez organizaci­ones criminales con presencia permanente en la Ciudad de México, algunos de ellos han estado en la ciudad desde hace años como el Cártel de Sinaloa y el Cártel del Golfo que siempre han operado con bandas locales para la distribuci­ón de drogas.

Lo que no debe perder de vista ninguno de los niveles de Gobierno, es que el hecho de que una organizaci­ón criminal sea o no sea un cártel, no tiene una correlació­n directa con su nivel de peligrosid­ad o su capacidad de penetració­n del tejido local. De hecho, algunas de las organizaci­ones más pequeñas tienden a ser más peligrosas y estar más arraigadas en las zonas donde operan, por lo que se debe tomar en serio la amenaza que representa­n cada uno de estos grupos.

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Orígenes. El término cártel es una acepción acuñada en el campo de la economía y que tomamos prestada a finales de los años 70 para explicar un fenómeno criminal en Colombia.
 ??  ?? Antecedent­es. A lo largo de los años muchas de las organizaci­ones criminales de nuestro País han sido bautizadas como cárteles.
Antecedent­es. A lo largo de los años muchas de las organizaci­ones criminales de nuestro País han sido bautizadas como cárteles.
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