RENEGOCIACIÓN NO SENCILLA
Los reclamos de Donald Trump respecto a la renegociación del TLC para que favorezca más a los Estados Unidos no surgen sólo del populismo neofascista, sin que son resultado natural del sistema económico cuya base operativa es la competencia en precios, calidad y comercialización eficaz. Este reclamo se sustenta en reducidos salarios relativos de la base trabajadora mexicana, cuyo ingreso es sólo alrededor del 20 por ciento respecto a sus pares estadounidenses. En 20 años de TLC la reducción adquisitiva del salario en nuestro país es más de 40 por ciento.
Los reclamos de las clases media y baja del vecino país son pues resultado de la búsqueda de inversionistas directos de reducir costos para precios competitivos en el mercado internacional. Trump y su equipo negociador plantean la necesidad de aplicar aranceles a las importaciones mexicanas para influir en que las inversiones se apliquen en su territorio, como ya sucedió con la empresa automotriz Ford que se instalaría en San Luis Potosí y cuya inversión, por los incentivos fiscales, se reducirá en casi 40 por ciento: de más de 7 mil millones de dólares a 4 mmmd.
Según INEGI, el superávit comercial de México con Estados Unidos en 1995 fue de 15.8 mmdd, en 2016 fue un poco superior a 50 mmdd, pero esto es relativo y resultado de que las cadenas de valor en el país no se fortalecieron y las empresas trasnacionales han importado sus componentes para luego exportarlos integrados a productos generados en nuestro territorio, es decir que el TLC ha favorecido las exportaciones estadounidenses de partes y componentes.
Desde la década de los años ochenta hasta mediados de la primera década del presente siglo la política monetaria nacional se basó en altas tasas de interés relativas que apreciaron el peso (efecto que aún se experimentó hasta el año 2012) y que propiciaron la importación de bienes y servicios –incluidos los productos agroalimentarios como el maíz, el trigo y el frijolreduciendo la producción nacional, aún con salarios reducidos.
Con ausencia de espíritu empresarial –el que arriesga e innova para la competencia-, muchas empresas mexicanas decidieron mejor importar productos antes que producirlos, lo que generó el débil crecimiento del índice de producción manufacturera en sólo 2.2 por ciento promedio anual de 1995 a 2012.
No resultará sencilla la renegociación del TLC por varias razones. Primero porque los políticos en el poder se posicionan de manera débil ante los representantes gringos: el pacto energético con Estados Unidos es un deleznable ejemplo, porque es un hecho que se acatarán todas las disposiciones estadounidenses respecto a la extracción del petróleo, su transformación y distribución (otro ejemplo es la sumisión diplomática con la injerencia en Venezuela, “candil de la calle…”).
Segundo, porque si congresistas del Partido Demócrata han planteado la necesidad de integrar el asunto laboral-salarial en las renegociaciones (para lo cual no observan estrategias de clase en México), un amplio sector de la clase empresarial mexicana es el primero en rechazar la propuesta, a pesar de que un grupo de ellos ha planteado el incremento del salario para fortalecer el mercado interno, ante los posibles efectos negativos de la renegociación del Tratado.
Sin embargo, las mercancías de empresas norteamericanas perderían competitividad internacional si en su país se les aplicaran aranceles no contemplados en el TLC, pero si dichas empresas retornaran a su país esto se agravaría por los costos salariales, lo que no representa una expectativa positiva.
En conclusión, no conviene a Estados Unidos imponer cuotas y aranceles a sus importaciones mexicanas porque iría en detrimento de su competitividad internacional, como un candado; pero sí conviene revisar la política salarial en México para que el ingreso agregado se incremente paulatinamente y fortalecer el mercado interno, para compensar precisamente lo que reclama Trump, equidad en los costos de producción. Esperaríamos un planteamiento de ganar-ganar en la renegociación del TLC, lo que no es sencillo.