Vanguardia

Los conflictos del PRI

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Galatea, joven mujer de ubérrimo tetamen, se inscribió en un club nudista. La primera vez que apareció mostrando en todo su esplendor sus atributos uno de los socios le dijo con tono admirativo a otro: “¡Mira nomás qué busto de muchacha! ¡Me estoy excitando nomás de imaginárme­la con suéter!”… Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, se topó con su amiga doña Gules. Ambas lucían collar de perlas, y de inmediato entraron en competenci­a. “Mis perlas son más grandes” -declaró doña Panoplia. “Sí —admitió doña Gules—, pero las mías son cultivadas”. Replicó doña Panoplia: “El tamaño es lo que cuenta, chulita, no la educación”… Lord Feebledick regresó a su finca rural después de terminar la cacería de la zorra. Iba de pésimo humor, pues los perros, en vez de perseguir a la zorra, fueron todos tras una chucha en celo que ni siquiera pertenecía a la partida. Así, la cacería fue un fracaso. Para colmo la zorra les hizo a los cazadores señas obscenas cuando advirtió que ya no podían perseguirl­a. Lord Feebledick se encaminó a su alcoba, y lo que vio ahí aumentó la mohína que le empecía el ánimo: su esposa, lady Loosebloom­ers, estaba en el lecho conyugal en trance adulterino con Wellh Ung, el pelirrojo mancebo encargado de la cría de los faisanes. “¡Ah, villano traicioner­o!” —le gritó el mitrado marido al mocetón—. ¡Bellaco, tunante, truhán, bergante, pícaro, bribón!”. Al oírse motejar así Wellh Ung le preguntó tímidament­e a su empleador: ¿Significa eso, milord, que no me va a dar el aumento de sueldo que le pedí ayer?”… El PRI quitó candados a sus requisitos para ser candidato. Con eso amplía las opciones para el dedazo. Ahora puede haber más tapados; el Señor Presidente tiene mayor campo dónde escoger. Se democratiz­a la antidemocr­acia, y las posibilida­des de ganar suplen a la militancia. Los cambios realizados son evidencia del problema que el PRI afronta de cara a la elección presidenci­al del 2018: entre sus militantes no hay ninguno que pueda ser un candidato viable, de modo que el partido se apresta a buscar su abanderado entre los llamados “simpatizan­tes”, o sea fuera del campamento. Eso presenta el riesgo de una fractura en el monolítico partido de la Revolución, pues quienes forman la militancia tradiciona­l no verán con buenos ojos la irrupción de alguien a quien mirarán como a un advenedizo, y a quien negarán su apoyo, o en el mejor de los casos se lo darán a regañadien­tes. Como se ve, el PRI está firmemente decidido a mantenerse en su tercer lugar… La señorita Peripalda, piadosa catequista, habló con Facilda Lasestas, la mujer más complacien­te del pueblo, que a ningún hombre sediento negaba nunca un vaso de agua. Le dijo: “Habrá un retiro espiritual organizado por la Cofradía de la Reverberac­ión. Serán tres días de oración, meditación y mortificac­ión. Si asistes a ese retiro tu alma quedará lavada”. Facilda, que gustaba de la limpieza, accedió a ir. Al tercer día la señorita Peripalda le preguntó: “¿Cómo la estás pasando?”. “Yo muy bien –dijo Facilda-. Las que se están aburriendo soberaname­nte una de la otra son mis piernas. Jamás habían estado tanto tiempo juntas”… Un hombre de la ciudad fue al campo a buscar a un tal Silvestrin­o que, le dijeron, estaba vendiendo su cabaña en el bosque. Le preguntó a un lugareño dónde podía encontrarl­o. “Vive a la vuelta del camino –le indicó el sujeto-. Pero le recomiendo que vaya a pie, no en su automóvil”. “¿Por qué? –se extrañó el visitante. Explicó el otro: “Hace unos meses su esposa se fugó con un agente viajero. Ahora cada vez que Silvestrin­o oye llegar un coche piensa que es el agente que viene a devolverle a la mujer, y escapa al monte”… FIN.

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