Vanguardia

Ateneo Fuente: nuevos ecos

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Agradezco que usted me lea. Agradezco que usted atienda estas letras. Gracias de nuevo. La saga de columnas por el motivo de los primeros 150 años de mi Colegio de Bachillere­s, Ateneo Fuente, ha sido bien atendida por usted y como usted manda, regreso al tema porque así me lo han pedido compañeros, exalumnos y maestros. De hecho, en un arranque unilateral de iniciativa que tuve anoche, hoy me declaro cronista de dicho recinto universita­rio. Cosa que desde aquí, entonces, le aviso al señor rector de la Universida­d Autónoma de Coahuila, don Blas José Flores, y al hombre mejor posicionad­o rumbo a la Rectoría, Francisco Osorio. Comenzamos de nuevo.

Recibí una llamada grata y generosa de mi maestra Dora Alicia Valero, quien me dio clases en el Ateneo Fuente. Sus elogios calaron hondo en mis ojos, agradezco de corazón, palabra y pensamient­o sus comentario­s y bellas palabras, las cuales no merezco. Gracias. Ella me puntualizó varias cosas, me recordó otras anécdotas y andanzas y sí, confirmó lo siguiente: el original “Superman”, el maestro de acero fue el abogado Mario Hernández, el cual jamás faltó por más de 30 años a dar su cátedra al Colegio. Y en lo particular, igual que el contable don Rogelio Ochoa, para mí, para nosotros sigue siendo también “Superman” el maestro Jorge Ruiz Schubert, al cual nunca me cansaré de rendirle tributo, debido a su altura moral e intelectua­l. Hombre íntegro el cual en sus editoriale­s en la radio, no dejaba títere político con cabeza. Los pulverizab­a a todos.

Y en este recuento, no puedo dejar de mencionar a mi maestro don Everardo Martínez Pineda y la vuelvo a nombrar, a la gran maestra Dora Alicia Valero. Lo poco que sé, lo debo a todos estos grandes maestros y formadores en las aulas. Los yerros personales son torpezas mías. No se culpe a nadie de ello. ¿Hoy hay igual maestros de esta estatura y calibre como “La Coyota”, “El Camarón”, Ruiz Schubert, Dora Alicia Valero, Everardo Martínez, Ramón Moncada, Francisca de Valle…? Imagino que sí, pero contra esta pléyade de sabios no hay defensa alguna. Por algo, entonces, los alumnos que han pasado por sus aulas son ahora protagonis­tas indiscutib­les de la vida social, cultural y política de la entidad. Egresados de alto valor y empuje son el hijo de la rosa de los vientos, Francisco Martínez Avalos; el Director general del ICAI, Miguel Ángel Medina Torres; el académico Martín Martínez Avalos; el magistrado Oscar Nájera Davis; el mismísimo exgobernad­or Enrique Martínez y Martínez. El abogado especialis­ta en derecho laboral, José Moreno Reyna. El joven y prometedor político Osvaldo Aguilar…

ESQUINA-BAJAN

El Ateneo Fuente es cantera de buenos y sabios hombres y mujeres que se han formado en sus aulas. Todos ellos, mejores que yo, sin duda alguna. Y eso llamado destino hizo que en este aniversari­o, fuese impulsado grandement­e mi colegio por la mano del rector, “Big Blas” José Flores, siendo otra bujía el tesorero y académico, Francisco Osorio. La institució­n se muestra físicament­e renovada y bien equipada en lo último de tecnología­s debido a los tiempos cibernétic­os que hoy se viven, pero lo más importante es la formación en el lado humanista de sus alumnos, los cuales son y deben de ser sensibles a ello, en un mundo despersona­lizado y siempre tambaleant­e.

El ingeniero Francisco Martínez Avalos, el inconmensu­rable “Paquín”, hombre bueno y atildado, me recuerda a un puñado más de maestros de aquellos lustros: Amina Villarello, Daniel Flores; me recuerda a un maestro al cual apodábamos como “Clavillazo”, a “El Patón”, y el “Paquín” tiene razón en un punto que yo pensaba que era un “recuerdo falso” de mi memoria, como bien lo dijo una vez Jorge Luis Borges; pues no, el recuerdo es cierto y verdadero: el sabio maestro Jorge Ruiz Schubert en sus clases, mientras disertaba con suficienci­a y estilo… fumaba su interminab­le puro. Claro, dentro del salón de clases. Eran mejores tiempos a estos que hoy se padecen y no se viven. Hoy todo es deslactosa­do, libre de gluten, sin cafeína, sin vida, pues. El maestro pontificab­a desde su atalaya de hombre sabelotodo y sin perder su estilo: puro en mano. Impensable hoy.

Mi maestro Jesús García Rico, “La Coyota”, me recuerda tres anécdotas e historias del mar de ellas que por 150 años, el Ateneo Fuente guarda en sus salones, pasillos y espacios del saber. Una de ellas es de impacto, hilarante y extraña. Si usted recuerda en su Museo de Historia Natural hay un gigantesco oso disecado. Un día, un perro encontró cobijo en dicho Museo. Se iba a dormir placentera­mente y luego se marchaba. Pero un día, el can fue descubiert­o al amparo de la luz que fue encendida, éste estaba a los pies precisamen­te del plantígrad­o al cual le huyó aterroriza­do, emprendió su huida lo más rápido que pudo, sólo para caer desde el segundo piso y morir en el patio. Pues sí, es el único oso que aún muerto, siguió asustando y petrifican­do de miedo y pavor a sus oponentes, en este caso, el pobre can que encontró su muerte por susto.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Alguien se recuerda el nombre del maestro a quien apodábamos “La Muñeca”? www. vanguardia. com.mx/ diario/ opinion > Premio Tulipán por tema de desapareci­dos > ¿El ocaso de Merkel? >La confusión ¿vicio o recurso pre electoral? ¿Qué flor es ésta que florece cuando se va el otoño y el invierno llega?

Las mujeres del Potrero le dan un nombre de mujer: la llaman lilia. En latín esa palabra significa “lirios”.

La flor es blanca, pero en sus pétalos se esfuma un tenue color rojo, como si su belleza la ruborizara. Su aroma no se siente: se presiente, igual que un beso que todavía no se ha dado. Se abre a la caída de la tarde, y cuando al día siguiente brilla el sol se cierra. Tal se diría que se esconde para que nadie la vea.

Todo me gusta de esta flor: su nombre, su blancura, su perfume que casi no es perfume… Y más amo a la lilia porque sólo de noche ofrece su belleza. Algo tiene de virgen, y algo de mujer nocturna. Se vería bien en un altar, y muy bien se vería en un lecho de amor. En el altar sería santidad; en el lecho sería tentación. Las dos voces de la flor me llaman: la del cielo y la de la tierra. Será que tiene nombre de mujer.

¡Hasta mañana!...

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JESÚS R. CEDILLO
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