Vanguardia

¿Lo mejor?

- JESÚS AMAYA GUERRA @Jesusamaya­guerr jesus.amaya@udem.edu

JESÚS AMAYA GUERRA

Los padres buscamos lo mejor para nuestros hijos y hasta la vida misma la podemos dar por ellos. Pero nuestra entrega y amor debe ser por una razón fundamenta­da. ¿Cuántas mamás prefieren salvar la vida de sus hijos sacrifican­do la de ellas o cuántos papás están dispuestos a dar una parte de su cuerpo para que su hijo recupere su salud? Creo que todos. El amor a un hijo es infinito e incondicio­nal y somos capaces de dar hasta nuestra vida para lo que es mejor para ellos. Pero aquí está la pregunta: ¿Qué es lo mejor para ellos? Esta pregunta me surgió al leer la siguiente noticia: “Peleador taekwondo argentino vende un riñón para hacer fiesta de XV años a su hija”.

El papá argentino le prometió a su hija que la enviaría de viaje a Walt Disney cuando cumpliera sus XV años, pero su ingreso económico no le permite su sueño y tomó la decisión de publicar en Facebook la venta de uno de sus riñones. Cuando lo entrevista­n sobre su motivo, explica que trabaja 17 horas al día y gana un promedio de 14 mil pesos al mes para mantener a toda su familia y es imposible juntar lo suficiente para regalarle el sueño a su hija. Mi pregunta es: ¿vale la pena donar un riñón para regalar una fiesta de XV años? Creo que la respuesta es muy clara: no. Y no es cuestión de amor, sino de sentido común y sensatez. La chica debe entender y, por el amor que le tiene a su padre, no permitirle que lo haga. Sin embargo, educamos hijos cada vez más narcisista­s que sólo desean cubrir y satisfacer sus caprichos sin importar las consecuenc­ias. Los padres debemos llenarnos de valor y aprender a decir “no” sin tener sentimient­os de culpa y menos dudar de su amor hacia sus hijos.

Esta noticia nos sonará muy extrema porque muchos de nosotros tenemos muy claros los límites en la familia. Sin embargo, ¿qué sucede en pequeñas cosas? La semana pasada un grupo de mamás se reunió con un servidor para expresar su preocupaci­ón por las posadas que tendrán sus hijos. Me comentaron: “¿cómo es posible que aporten entre mil 500 a dos mil pesos por fiesta? Ahora los muchachos si no hay pista con luces, bebidas, comidas VIP, música de DJ, camisetas y un lugar exclusivo, no van. En nuestras posadas llevamos la bebida y rentamos un trompo y nos la pasamos bien. ¿Por qué sus reuniones tienen tanto glamour?”. Son las mismas mamás que organizan las fiestas, pero, ¿por qué lo hacen? La respuesta es muy sencilla: los papás queremos darles lo mejor. Pero, ¿qué significa lo mejor? ¿Darles todo sin importar el gasto? Recordemos que la fiesta es un medio y no un fin. La fiesta tiene el objetivo de convivir y pasarla bien. No tratemos de cambiar el valor de ser por el tener y no hagamos creer a nuestros hijos que el calor de una fiesta la hacen las luces y no el corazón.

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