Santo vs. momias
Aquí narro –vía una metáfora del cine– la frágil coyuntura política actual de México.
En la película “Santo vs. Momias (Elección 2018)”, el Frente Ciudadano por México debe tomar el papel de “El Santo”: destinado a ser el héroe y cambiar el destino del país para bien. Las momias son el PRI y MORENA, abominables por antidemócratas, peligrosas y traicioneras. Ambas poseen poderes diabólicos de metamorfosis. Son los malos de la película y sólo “El Santo” podría aniquilarlos.
El PRI y MORENA quieren esconder a sus favoritos y fingir un proceso democrático. El primer priísta del País ha regañado a Videgaray por indiscreto. López Obrador inventa una competencia. Con los independientes afuera, atorados en las firmas, rescatar la causa ciudadana sólo puede emanar del Frente Ciudadano.
El contraste es total. El papel de “El Santo” requiere actuar en base a principios; por el bien común. En cambio, las momias siguen el script improvisado con sus malas costumbres.
El PRI lucirá sus vendajes grises relavados en la asamblea balconeada por Videgaray. Morena ya se atavió públicamente con su Proyecto de Nación, un disfraz ridículo. Léanlo. Alfonso Romo colgó sus ocurrencias en el mismo gancho que las mafufadas ideológicas de AMLO. Dejaron a su momia semidesnuda.
Esta película ya la vi, sólo que en el 2000 se llamaba “Misión Imposible”. La experiencia personal me dice que la estrategia ganadora para el 2018 tendrá que parecerse más a la elección de Fox y menos a las de Felipe en 2006 y Peña Nieto en 2012.
Fox fue un candidato frontera, no el clásico panista de cepa, respaldado por una alianza de partidos, PAN y Verde; con una fuerte energía ciudadana apartidista llamada Amigos de Fox y respaldado al final por un sector de la izquierda responsable. Felipe, en cambio, llegó al poder como producto de una colusión subrepticia con el PRI que lo dejó subnormal e inservible. La elección de Peña, una combinación de buena imagen superficial y caudales subterráneos producto de transas al por mayor.
El Frente ya tiene todo para sumar puro bueno. La desconfianza al Frankenstein burocrático de López Obrador y al Robo-todo del PRI crecería. Hay un 70 por ciento de encuestados que votarían por el candidato que mejor conjugue cambio y anticorrupción. Eso explica las numerosas reacciones negativas a que los dirigentes del Frente resulten candidatos. ¿Quieren cambiar a “El Santo” por el Carnicero Butcher?
La analogía está clara. El Frente Ciudadano no puede aparecer como otro villano más. Pierde su atractivo ciudadano y se va a la cola. En las encuestas entre tres, todo villanos, ya está AMLO en primer lugar, le sigue el PRI en segundo y el Frente queda en tercero. Con esa imagen negativa la probabilidad del Frente es de cero. No tiene la lana, ni la estructura del PRI, ni se repetirá el “menos peor” de Felipe. Ganan adentro, ¡pierden afuera!
Ricardo Anaya es inteligente. No puede borrar la experiencia real de Nuevo León 2015. Hubo varios cientos de miles de panistas que castigamos simultáneamente la corrupción interna del PAN. El malestar nacional actual es idéntico al de 2015 en Nuevo León. Juegan una ruleta rusa con cinco de seis balas.
Aprovechen que no se encandilaron con los espejitos independientes de la truculenta LEGIPE ciudadanos prestigiados como Jorge Castañeda, Denise Dresser, Claudio X. Gonzales, Enrique Krauze, Juan Pardinas, etcétera. Castañeda litigó y ganó la causa independiente. Krauze, un arquitecto de la democracia. Denise, demócrata valiente. Honestos comprobados.
Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado, repensar esto muy bien. Ahí tienen a Agustín Basave, a Toño Crespo, a Luis Rubio y a otros para armar el consenso del triunfo seguro. No tienen derecho a suicidarse. Menos cuando las momias acechan y México está en la lona. Todos sabemos que el Frente puede crear una narrativa ganadora. “El Santo” nunca pierde.