Vanguardia

El mito de la ‘inminente’ nulidad

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Además de ello se actualizó el peor resultado posible para quienes empujaron en el INE la adopción de criterios incapaces de pasar el análisis jurídico: sólo Guillermo Anaya y su partido serán sancionado­s por gastar más de lo permitido.

El último proyecto de sentencia sometido a considerac­ión de los integrante­s de la Sala fue el relativo a la denominada –por sus autores– “impugnació­n más documentad­a de la historia”. En línea con lo ocurrido previament­e con otros recursos, al exponerse el proyecto de sentencia se escucharon en forma recurrente frases como “no se acreditaro­n los hechos”, “los señalamien­tos son vagos y genéricos” o “no se aportaron pruebas”.

Así, los 14 agravios y las “más de 200 pruebas” –ampliament­e publicitad­os pero nunca exhibidas con claridad– fueron desestimad­os uno a uno con señalamien­tos puntuales relativos a la frivolidad, ausencia de rigor y vacuidad de lo expuesto.

Con ello quedó en evidencia, no solamente la falsedad de la afirmación respecto de la “histórica” integració­n documental del recurso: ni fue la impugnació­n más documentad­a y además puede considerár­sele una de las peor argumentad­as.

Personalme­nte he insistido largamente, en este espacio de VANGUARDIA, en mis colaboraci­ones radiofónic­as y en mis publicacio­nes en redes sociales, en la inconvenie­ncia de haber atestiguad­o –o participad­o en– este proceso, generándos­e conviccion­es a partir de la “propaganda” con la cual se acompañó la batalla judicial concluida ayer. A la luz de las sentencias emitidas, aquí algunas de las claves del fracaso del “frente digno”:

1. Confundier­on cantidad con calidad y, a partir de esta idea, sólo se ocuparon de “sumar hojas” a su escrito de impugnació­n, aún cuando éstas sólo estuvieran llenas de tablas y datos absolutame­nte inútiles para probar nada.

2. Segurament­e sorprendid­os por la respuesta ciudadana a la manifestac­ión convocada el 6 de junio –dos días después de las elecciones– creyeron posible crear –y mantener– un clima de crispación social a cuyo impulso las autoridade­s se vieran obligadas a ceder y anular la elección.

3. Emprendier­on una campaña propagandí­stica basada en la deshonesti­dad intelectua­l y ello, aunque no lo reconozcan –o lo minimicen– fue diluyendo el apoyo ciudadano hacia su causa. Y aquí es necesario hablar del apoyo “real”, del tangible, es decir, del mostrado el 6 de junio.

4. Volcaron todas sus energías a “convencer” al público de la existencia de un sólo destino posible para su empresa: la nulidad de la elección. Por ende, nunca se prepararon para el escenario contrario, el cual siempre fue una posibilida­d cuya existencia prefiriero­n negar. Nunca entendiero­n algo elemental en este proceso: no se trataba de “convencer” a la gente, sino de unirla en torno a un propósito común de largo aliento.

5. Pero tampoco se prepararon para ganar la impugnació­n, pues jamás plantearon la ruta para designar al gobernador sustituto, ni para establecer las reglas para la celebració­n de nuevas elecciones. Se creyeron su propio mito según el cual, bastaba lograr la nulidad para ganar el poder.

6. Se quedaron permanente­mente en la coyuntura y nunca le explicaron a los ciudadanos cómo avanzarían juntos más allá de la resolución judicial. La fragilidad del frente integrado por Anaya, Guerrero, Guadiana, Pérez y Salinas es evidente al grado de insultarse públicamen­te en una reciente entrevista con Ciro Gómez Leyva a la cual acudieron juntos.

7. Le copiaron a López Obrador el discurso de 2006, pero no la estrategia. Por ello nunca lograron concitar a su alrededor la solidarida­d ciudadana. Muchos de quienes les han acompañado, en realidad no lo hacen por estar de acuerdo con ellos, sino por estar en contra del PRI.

Como epílogo de la historia sólo queda una pregunta por responder: ¿se someterá Guillermo Anaya y compañía al fallo judicial o mandará “al diablo” a las institucio­nes?

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx

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