Vanguardia

Ecos electorale­s I

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La gente, los nativos de Torreón y La Laguna toda son gente rara, extraña; tan rara y extraña que en poco más de 100 años que tienen sobre la tierra, 80 años estuvieron pidiendo y exigiendo un Gobernador lagunero. Hoy que ya lo tienen… nadie lo quiere. Qué le vamos hacer, así son en Torreón de extraños y raros. De hecho, fue tal el repudio hacia el ahora Gobernador, el ahijado de Rubén Moreira, Miguel Ángel Riquelme, que en las pasadas elecciones de junio, perdió hasta en su casilla. Ni en su barrio lo querían.

Estos ecos electorale­s tienen como finalidad un estado de la cuestión, una entrada en materia ahora que, por fin, se ungió a Riquelme como Gobernador para seis años al frente de Coahuila, un “paraíso” (según las palabras del clan Moreira) que nadie quiere. Estos ecos electorale­s sólo los voy a numerar, ignoro cuántas columnas vaya a tener esta saga, pero le pido su atención a mis letras, para que usted cuadre su puzzle y tome así sus decisiones diarias y se forme una opinión del nuevo Gobernador priista y su equipo, con los cuales inicia una nueva etapa en Coahuila, una etapa de seis años.

Decíamos líneas arriba, y lo dijimos en este espacio por 12 años, que Coahuila no era el paraíso publicitad­o y a nadie interesaba. Justo días antes de la toma de protesta de Riquelme, una vez más lo comprobamo­s: en el sexto y último Informe de Rubén Moreira al frente de Coahuila, hubo un rubro que se publicitó hasta el hartazgo: se invirtiero­n más de 220 millones en tres aeropuerto­s de Coahuila. En el de Ramos Arizpe, más de 175 millones de pesos, el cual dirige Luis Gerardo García. Mucho dinero… para que nadie lo use. Ya no hay vuelos. Nadie va a llegar por lo pronto volando al “paraíso” de Coahuila. La compañía Aeroméxico, como llegó, ahora se fue: volando. No le interesa seguir volando al paraíso de Coahuila porque les es incosteabl­e (por el alto costo de mantenimie­nto, turbosina, insumos, etcétera). No hay un buen administra­dor, pues. En un mundo híper-conectado, Coahuila está aislado. Riquelme se apresuró a dialogar con los directivos de la compañía y se está esperando resultados al respecto.

Y es que a Miguel Ángel Riquelme le urge legitimars­e en el cargo. Luego de 173 días de las elecciones en Coahuila, celebradas el 4 de junio de 2017, por fin cuatro institucio­nes millonaria­s, el INE, el IEC (el instituto de juguete de Gabriela de León, priista ella, gastó 176 millones 68 mil 678.92 pesos y nunca supo quién había ganado el día de la jornada electoral), el Tribunal local y el TEPJF dieron un ganador. Ya inició su gestión y cuando termine, Coahuila habrá sido gobernado por el PRI (El Partido de los Vividores) por 94 años. En pocas palabras, el dinosaurio está más vivo que nunca.

ESQUINA-BAJAN

La causalidad de la nulidad, según el TEPJF, no procedió: el gasto final de la campaña de Riquelme, dijeron, fue de 19 millones 242 mil 478 pesos. Ajá. Se lo dije con mucho tiempo en este espacio, era imposible que fallaran en contra. Sólo un ingenuo como Guillermo Anaya y compañía (los otros excandidat­os, tan tibios y timoratos como él) pensaban que en la ciudad de México fallarían en contra de un priismo que les arrebató el triunfo en las urnas como se le despoja una paleta a un niño de pecho. No pocas veces escuché plegarias y preces enderezada­s a Dios, ¡en serio!, querían que el espíritu santo arreglara lo que ellos no pudieron ganar por incapaces, donde se ganan las grandes batallas: en la calle.

Y cosa curiosa cómo llegó Riquelme a ser alcalde de tierra tan extraña y bizarra como lo es Torreón, y ahora a gobernador. Cuando fue alcalde, de hecho, perdió. Con una pobre votación del padrón electoral (apenas un 52 por ciento, es decir, no motiva a ser votado), con el trasvase de votos que le regalaron el PVEM, Nueva Alianza y el Partido Revolucion­ario Coahuilens­e, “ganó” con poco más de 4 mil 367 votos de diferencia. De hecho, votos nulos fueron más de 7 mil 200. Y ahora en las elecciones de gobernador, Riquelme perdió todo en La Laguna (sus “operadores” y culpables de la derrota fueron Salvador Hernández Vélez, Verónica Martínez, José Luis Flores Méndez…).

Riquelme le debe la victoria a Saltillo y su voto duro y compacto (Ramos Arizpe y Arteaga), al tejido de diálogo, puentes y convencimi­ento que realizaron gente como José María Fraustro Siller “Súper Chemota”; Ricardo Aguirre; Blas José Flores “Big Blas”; Samuel Rodríguez; Francisco Osorio “El Científico”; Manolo Jiménez “El Cowboy Urbano”… Pero sigue resultando curioso lo siguiente, en honor a la verdad: hubo una participac­ión de 61 por ciento del padrón electoral de Coahuila; de esos votos, más de 718 mil 413 fueron en contra de Riquelme, fueron de repudio hacia él. Apenas poco más de 400 mil votaron por él. ¿Entonces cómo va a gobernar si nadie lo quiere? Bien lo dijo el sabio y cínico de Jorge Luis Borges: “La democracia es el abuso de la estadístic­a”. Riquelme jamás ha ganado en las urnas y ya es Gobernador… LETRAS MINÚSCULAS

¿Le pido un favor? Léame el lunes.

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JESÚS R. CEDILLO

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