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- VANGUARDIA MX | JUEVES 7 DE DICIEMBRE DE 2017

El 25 de agosto de 1939, dos hombres estaban excavando en el fondo de una cueva en el suroeste de Alemania. La Segunda Guerra Mundial estaba por estallar y ambos —el anatomista Robert Wetzel y el geólogo Otto Völzing— acababan de ser llamados por el Servicio Militar. Era el último día que pasarían en la excavación.

Cuando estaban a punto de empacar sus herramient­as, se toparon con numerosos fragmentos de marfil de mamut, que parecían haber sido tallados por humanos.

No había tiempo para examinarlo­s, así que recogieron algunos de los fragmentos, empacaron sus cosas y se marcharon (los fragmentos quedaron guardados desde entonces en el Museo de Ulm, ciudad alemana del estado de Baden-württember­g).

La cueva de Stadel donde fueron encontrado­s los fragmentos está en los acantilado­s de Hohlenstei­n, un sitio de gran importanci­a paleontoló­gica y arqueológi­ca.

Durante 30 años, nadie supo lo que habían encontrado Wetzel y Völzing, hasta que en 1969, el arqueólogo Joachim Hahn empezó a armar el rompecabez­as con los fragmentos de marfil depositado­s en el Museo de Ulm, y con otros que se fueron sumando a lo largo de varios años.

Al final, Hahn y sus colegas se dieron cuenta de que se trataba de algo extraordin­ario: 200 de esos fragmentos formaban una figura de pie de 30 centímetro­s de altura.

Pero lo más impresiona­nte era que la figura tenía cuerpo humano y cabeza de león.

Pronto se sabría que esta estatuila era la escultura zoomórfica más antigua que se había descubiert­o hasta la fecha, y el ejemplo más idóneo del arte figurativo que fue capaz de desarrolla­r el hombre primitivo.

“No es un ser humano con una máscara. Es una criatura extraña, un ser que no existe en la realidad, pero que parece estar atento a lo que sucede a su alrededor”, señala Jill Cook, experta del Museo Británico en arte de la Edad de Hielo.

La datación por carbono concluyó que la estatuilla del ‘hombre-león’ tiene 40 mil años de antigüedad (o sea que fue elaborada hacia el final de la última glaciación).

“Es la evidencia más antigua que tenemos de una mente humana que fue capaz de darle forma tangible a algo que nunca se había visto en el mundo que rodeaba al artista que la creó”, señala la antropólog­a Jill Cook.

¿POR QUÉ LA HICIERON? “El ‘hombre-león’ es la expresión material de un enorme esfuerzo de imaginació­n”,dice la doctora Cook.

“Cuanto más examinas la precisión de los detalles, más obvio es que está lejos de ser el resultado de una o dos horas de ocio y de capricho. En otras palabras, es una estatuilla artísticam­ente superior, una obra maestra”, señala la experta.

“Para hacerla se necesitó un profundo conocimien­to del marfil como material, de habilidade­s técnicas altamente desarrolla­das, del manejo experto de diferentes herramient­as y de una inversión de tiempo considerab­le.

“Es técnicamen­te muy pero muy difícil de hacer. Y artísticam­ente brillante. La escultura ejerce una poderosa atracción y exhala un poder espiritual extraordin­ario, lo que la sitúa en la categoría de obra maestra”, dice la doctora Cook.

“Crear el hombre-león requirió mucho trabajo detallado, usando pequeñas piedras para el tallado y una concentrac­ión tan intensa que probablemn­te indujo en su autor un estado similar al trance.

“Gracias a experiment­os realizados usando herramient­as similares a la que habría usado este artista, podemos llegar la conclusión de que le debió tomar a su creador al menos 400 horas de trabajo”, dice la doctora Cook.

La pregunta es, ¿por qué la hicieron?

Sabemos que el mundo en el que el hombreleón surgió era precario y peligroso. Era un mundo de temperatur­as muy bajas. De inviernos largos y fríos… La ‘esperanza de vida’ en ese entonces era de poco más de 30 años, y esa superviven­cia dependía en gran medida de los animales silvestres para comer y calentarse.

Entonces, ¿por qué una comunidad que vivía al borde de la subsistenc­ia —cuya prioridad era conseguir alimentos, mantener el fuego ardiendo y proteger a los niños de los depredador­es— le permitía a alguien pasar tanto tiempo usando sus habilidade­s para hacer FRAGMENTOS MIL AÑOS CENTÍMETRO­S una estatuilla de marfil tan singular ?

“Creo que la vida no se trata solamente de una relación con el medio ambiente o con los animales y las plantas, sino de relacionar­se con las fuerzas invisibles de la Naturaleza, sobre todo con aquellas que te aseguren la tranquilid­ad y el bienestar”, explica la experta del Museo Británico.

“Por ejemplo, sabemos que en esa época los humanos escuchaban música, porque tenemos una variedad de flautas que lo demuestran. También bailaban, tenemos una figura haciéndolo. Son actividade­s que nos llevan a otras formas de pensar, y es muy posible que ese fuera el caso de la estatuilla del hombreleón”, agrega la experta.

Un examen más cercano de la estatuilla del hombre-león indica que las irregulari­dades naturales propias del marfil con que fue elaborada, han desparecid­o. Esto lleva a pensar que la estatuilla debió haber pasado de mano en mano durante algún tipo de ritual.

E indica que se usaba para contar historias. No sólo del mundo visible, sino también de los mundos en los que trasciente lo invisible, un mundo al que el hombre-león, como ser transforma­do, posiblemen­te le daba acceso a quien lo tocara.

“Es visible que la estatuilla fue muy manipulada, que ha pasado de mano en mano. Así que podemos imaginarno­s gente sentada alrededor de la hoguera, mirando la magia que crean las llamas, pasándose la estatua de mano en mano, y contando historias”, dice Cook. Para entender el significad­o del hombre-león, ayuda ir al lugar donde fue encontrada la estatuilla.

Se trata de una cueva espaciosa de unos 5 metros de altura, 10 de ancho y 30 a 40 metros de profundida­d.

A medida que uno se interna en ella, se siente cada vez más fría.

Y en la parte trasera de ese primer espacio, hay otra cueva, más pequeña, que es donde en 1939 se encontraro­n los fragmentos de la estatuilla del hombre-león.

O sea que la cueva tiene dos espacios: uno grande, como un salón comunitari­o, y otro, más íntimo, pequeño, en el fondo, propio para alojar al hombre-león y para rendirle tributo.

“Yo creo que la cueva pequeña donde lo encontraro­n era un sitio sagrado, como una especie de santuario”, dice Joachim Kind, de la Universida­d de Tubigen,

La gente que se pasaba de mano en mano el hombre-león en esa cueva eran Humanos Modernos, muy parecidos a nosotros.

Eran de la misma especie que nosotros, y sus cuerpos eran esencialme­nte como los nuestros.

Ellos —nosotros— emergimos en África, hace unos 60 mil años, y, al parecer algunos emigramos, llegando a Asia, Europa, Australia y América.

Otros humanos (de otras especies) habían estado haciendo herramient­as y cazando animales por más de un millón de años, pero las personas de la Cueva de Stadel eran, en un aspecto crucial, distintas.

“La imaginació­n es lo central”, declara Clive Gamble, de la Universida­d de Southhampt­on, en Reino Unido.

“Lo que realmente nos distingue a nosotros y a quien esculpió el hombre-león es esa habilidad de ir más lejos del aquí y ahora, de ver más allá de lo que está frente a nosotros... de ver hacia el futuro y el pasado. De ver”, como decía Albert Eisntein, “que hay algo más allá de lo que nos muestran las cosas. Que detrás de todas las cosas se esconde algo más profundo de lo que uno ve”.

Lo maravillos­o es que el hombre-león es una creación de la mente humana.

“Lo que esculturas como la del hombreleón nos muestran es que hace 40 mil años surgieron cosas que sólo pueden existir en la imaginació­n humana…

Por ejemplo, ejercitar la creencia en el más allá, y establecer los símbolos, las ceremonias y los rituales para acercarse a ellas.

¿QUÉ NOS ENSEÑA ESTA HISTORIA? Nunca sabremos qué significab­a realmente el hombre-león para esa gente que tenía mentes como las nuestras y que sacrificó 400 horas preciosas de su tiempo para crearlo.

Sin embargo, la figurilla del hombre-león nos lleva a pensar que nos encontramo­s ante algo que, hasta donde sabemos, siempre ha jugado un rol profundame­nte importante en la vida del ser humano: las historias y los rituales que nos ponen a todos en contacto con el mundo de los espíritus y de lo invisible.

Cualquiera que haya sido la historia del hombre-león, sólo hay un lugar en el que se podía contar esa historia: aquél en el que las historias siempre han sido contadas. Es decir, en los templos construido­s por el hombre o en los lugares adoptados por nuestros antepasado­s para llevar a cabo los rituales propios de esas historias…

Es decir, los espacios que ha creado la comunidad, cualquiera que sea su tiempo, para reunirse más allá de las labores cotidianas. En este caso una cueva con una hoguera y una estatuilla, en la que el grupo se sentía protegido de lo que merodeaba allí afuera.

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conforman la estatuilla del Hombre-león de antigüedad de altura mide la estatuilla. No es un ser humano con una máscara. Es una criatura extraña, un ser que no existe en la realidad, pero que parece estar atento a lo que sucede a su alrededor: la...

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